martes, 1 de diciembre de 2009

Martínez Farfán y Fernando Pessoa

aunque la verdadera memoria no vuelva / si no es acompañada del silencio / sólo que el silencio no existe

(Francisco Martínez Farfán)


 

"Nadie escribiría poesía si no es para salir del silencio que nos habita", anota Sara Cohen en la cita que significativamente abre La Memoria Verdadera de Francisco Martínez Farfán para resumir perfectamente el espíritu del uno de los libros más esperados de la escena poética de Aguascalientes. Un silencio que se inscribe en todos los poemas del libro con muy diversas variantes: cierta resistencia a la cotidianeidad que no encuentra nunca su palabra exacta sino a través de la metáfora, un constante movimiento que propone tanto como una fuga hacia adelante como el espacio detenido y silente siempre, la necesidad de anotar hasta el movimiento más ínfimo e intimo ("Por ejemplo este día"). Es decir, una poesía que se debate siempre entre la consistencia del lenguaje, poemas que piden siempre un verso más y otro y otro hasta que cesan abruptos, casi al borde de un abismo ya impronunciable, y la necesidad del silencio como momento de reflexión y necesidad de quietud.

Farfán describe, si no a sí mismo, pues la mayoría de los poemas parecen compuestos por persona interpuesta o al menos con un cierto distanciamiento, una peculiar manera de escribir, aquella en que la escritura es la revelación del mundo. Un mundo, también que habita el deseo y la necesidad/imposibilidad de que se revele. O que, cuando lo hace es simbólico: "alguien sopla / un deseo en el mundo, alguien escucha en la radio una espina". Una escritura que sea, aunque imposible, al mismo tiempo deseo y mundo, radio y espina.

Un poema resulta resumen, insuficiente pero acertado, del espíritu que imbuye el poemario completo: "Por ejemplo este día / del sol agotador en el miedo / este desorden centrífugo que despeluza [sic] / que lanza listones sucios y cuerdas mojadas / contra el borde solitario del esternón / contra su dedo / mientras la tierra gira y remueve sus aguas / y nadie sabe huir / y parado sobre la hierba / solo permanece lejano de palidez / culpable de respirar / intoxicado para defenderse". Un poema que, además, como la mayoría de los poemas de La Memoria Verdadera, resulta imposible de glosar.

Leer a Farfán es descubrir, en estos tiempos de tanta lírica fácil y objetos a los que se les concede gratuitamente estatus de poema, una escritura que una vez impresa, y aquí daría mucho que hablar el hasta ahora terror del autor a ver sus poemas en imprenta, queda en manos del lector que no puede salvo ver el mundo con otros ojos, ojos no siempre misericordes y no siempre claros: "Memoria no es caudal sólo un rasgo, / luz que decrece. / Duele saber qué fuimos –perfil de sombra– / duele dar por perdido / el silencio oquo que somos, / percibir por ocultamiento". O ver el mundo a través de sombras como tantos poetas y místicos han querido.

El lector se enfrentará a un libro difícil, un libro que ha terminado por encontrar su camino y confirmar el siempre cuchicheado secreto del autor. La Verdadera Memoria es y el título apenas lo apunta un ejercicio de reflexión, escondida, sobre los pocos temas que realmente merecen la pena en este mundo, y por lo tanto, en la literatura: la vida que hay detrás de la vida, el instante único en que se hace presente y como, aunque falseemos, resulta siempre una "memoria verdadera"

Poesía, pues, la de Martínez Farfán que habita entre las dos necesidades del poeta, el cantar y el callar, y que se acoge también a las palabras de Valery que abren la segunda parte de esta memoria que ya era más que necesaria: "en cuanto a mí, pienso que un único tema, y aun las mismas palabras, pueden ser retomados indiferentemente y ocupar toda mi vida". Y los poetas, ya se sabe, no tienen biografía, no tienen vida, tienen, sólo (o solo) obra.


 

Un fragmento de Pessoa

"Vivo siempre en el presente. El futuro, no lo conozco. El pasado, ya no lo tengo. Me pesa el uno como la posibilidad de todo, el otro como la realidad de nada. No tengo esperanzas ni nostalgias. Conociendo lo que ha sido mi vida hasta hoy –tantas veces y en tantas cosas lo contrario de lo que yo deseaba–, ¿qué puedo presumir de mi vida de mañana, sino que será lo que no presumo, lo que no quiero, lo que me sucede desde fuera, hasta a través de mi voluntad? No tengo nada en mi pasado que recuerde con el deseo inútil de repetirlo. Nunca he sido sino un vestigio y un simulacro de mí. Mi pasado es todo cuanto no he conseguido ser. Ni las sensaciones de los momentos pasados me resultan nostálgicas: lo que se siente exige el momento; pasado éste, hay un volver de página y la historia continúa, pero no el texto." (Libro del Desasosiego de Bernardo Soares)


 

Banda sonora

¿Por qué no me dejáis dormir, / dormir, dormir? // Estoy tan bien / como una puta en su hora libre" (Cristina Rosenvinge "Cerrado").

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