martes, 21 de junio de 2011

La habitación de Cernuda, recién fallecido

Cuando abrimos la puerta del cuarto nos dio la impresión de que estábamos entrando en la celda de un monasterio. Las paredes desnudas. Un sofá, una cama, un vaso de agua en la mesilla de noche, un pañuelo bajo la almohada. Un escritorio, un librero... Parecía que de un momento a otro iba a entrar el poeta protestando porque habíamos violado su intimidad.

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