Echo de menos lo que éramos. Echo de menos algo que ya no existe.
(Tania James)
(Tania James)
Para Ana Laura
Mapa de los lugares sin nombre, la primera novela de Tania James, la escritora de ascendencia india de la que Junot Díaz se deshace en elogios, cuenta, entre otras decenas y decenas de personajes la historia de Linno Vallara, la niña accidentada, en unas excelentes primeras páginas que, literalmente explotan y destellan a lo largo de toda la obra, que desarrolla con una única mano un talento singular para el dibujo, sustituto infantil para su imposibilidad de escribir una caligrafía decente con la única mano y la de Anju, su hermana pequeña, inteligente y con la obsesión de viajar a Estados Unidos. Y sobre todo, de la relación entre ambas explicada en una frase, en una sola frase, dejada caer como por azar, que la define perfectamente. Linno “quería que Anju se fuera y al mismo tiempo deseaba que fracasase. No sólo que fracasase, sino que conociera el perdurable lastre del fracaso”.
La novela, de tamaño medio pero que se deja leer perfectamente en dos o tres sentadas, es, sobre todo, una exploración de cómo las traiciones, o, al menos, el poso que estas dejan en eso que llamamos alma, continúan asediando a los personajes que, aunque no saben que el tiempo no regresa y que nadie devuelve los años de vida que se perdieron, continúan empeñados en dejarse asediar por esas “puertas de la mente aún sin explorar por las que una persona puede caer y seguir cayendo”. Continúan angustiados por explicaciones que buscan y encuentran y acomodan cada una de las hermanas a su manera, intentando responder a la pregunta de por qué la aceptación de algo debe ser igual a la derrota.
Mapa de los lugares sin nombre retrata ese momento, ni de infancia ni de madurez ni de adolescencia, que, tarde o temprano le llega a todos y en el que se asume al mismo tiempo que las personas a las que ser ama, a las que se cree amar, son espectros lejanos y, contradictoriamente, que el amor es una huella demasiado profunda como para que nada pueda borrarla ya que se dan momentos como ese en que “ni siquiera estaban casados, pero las líneas de su sonrisa ya estaban inscritas en la imaginación”. La novela de James habla de esos momentos, los decisivos en la vida, esos en los que la balanza no se inclina ni a un lado ni a otro, quizá a ambos al mismo tiempo, y en los que los personajes tienen que elegir sabiendo que, elijan lo que elijan, acabarán perdiendo, la menos, el saber qué hubiera pasado.
Tania James, como parece estar de moda últimamente en bastante de la literatura escrita en inglés y, en menor parte pero también, en la española más reciente, escribe una obra en la que cuenta lo que le pasa a los personajes, pero a través de un narrador que no puede, o no quiere, evitar ir trufando la novela de frases sentenciosas del tipo “los sueños no son los mejores lugares de los que extraer mensajes” o “la autonomía y la madurez requieren cierta distancia”. Y el efecto, aunque cansado a veces, funciona, sobre todo, en la descripción de personajes a los que logra retratar en apenas unas cuantas palabras que lo individualizan para el resto de la obra como, por ejemplo, cuando afirma de uno de ellos que “tiene un aire extraño, una especie de herida en la mirada”. Y retrata en paralelo dos de las sociedad más clasistas, en el sentido de estratificadas socialmente, que se pueden imaginar, uniéndolas en el destino de ambas hermanas: el pequeño pueblo indio de Kerala y el Nueva York de la alta sociedad, mundos que, con todas sus diferencias y con sus diferentes modos de tratar a cada una de las hermanas, no se diferencian en tanto.
Tania James, uno de los nuevo nombres de la en los últimos años cada vez más pujante y ganadora literatura india escrita en inglés, escribe una novela fácil, sin grandes hallazgos narrativos, pero que mantiene una calidad y un interés en la historia de ambas hermanas que, con giros entre sorpresivos y predecibles, hace que nunca decaiga el deseo del lector de seguir hasta que al final las dos, ¿perdonándose?, y con una Anju “convencida de que si se vuelve se encontrará con que está tan sola como siempre”, “tienden los brazos la una hacia la otra”.
Banda sonora
Se ve que no te voy / Se ve que no me vas / Se ve que en realidad solo me quieres / Como a un amigo más / Como algo de siempre // Ya ves me equivoqué / Creí que era feliz / Pensaba que yo lo tenía todo / Tantos amigos, caprichos amores locos // Tengo todo excepto a ti ("Tengo todo excepto a ti", Luis Miguel).
Mapa de los lugares sin nombre, la primera novela de Tania James, la escritora de ascendencia india de la que Junot Díaz se deshace en elogios, cuenta, entre otras decenas y decenas de personajes la historia de Linno Vallara, la niña accidentada, en unas excelentes primeras páginas que, literalmente explotan y destellan a lo largo de toda la obra, que desarrolla con una única mano un talento singular para el dibujo, sustituto infantil para su imposibilidad de escribir una caligrafía decente con la única mano y la de Anju, su hermana pequeña, inteligente y con la obsesión de viajar a Estados Unidos. Y sobre todo, de la relación entre ambas explicada en una frase, en una sola frase, dejada caer como por azar, que la define perfectamente. Linno “quería que Anju se fuera y al mismo tiempo deseaba que fracasase. No sólo que fracasase, sino que conociera el perdurable lastre del fracaso”.
La novela, de tamaño medio pero que se deja leer perfectamente en dos o tres sentadas, es, sobre todo, una exploración de cómo las traiciones, o, al menos, el poso que estas dejan en eso que llamamos alma, continúan asediando a los personajes que, aunque no saben que el tiempo no regresa y que nadie devuelve los años de vida que se perdieron, continúan empeñados en dejarse asediar por esas “puertas de la mente aún sin explorar por las que una persona puede caer y seguir cayendo”. Continúan angustiados por explicaciones que buscan y encuentran y acomodan cada una de las hermanas a su manera, intentando responder a la pregunta de por qué la aceptación de algo debe ser igual a la derrota.
Mapa de los lugares sin nombre retrata ese momento, ni de infancia ni de madurez ni de adolescencia, que, tarde o temprano le llega a todos y en el que se asume al mismo tiempo que las personas a las que ser ama, a las que se cree amar, son espectros lejanos y, contradictoriamente, que el amor es una huella demasiado profunda como para que nada pueda borrarla ya que se dan momentos como ese en que “ni siquiera estaban casados, pero las líneas de su sonrisa ya estaban inscritas en la imaginación”. La novela de James habla de esos momentos, los decisivos en la vida, esos en los que la balanza no se inclina ni a un lado ni a otro, quizá a ambos al mismo tiempo, y en los que los personajes tienen que elegir sabiendo que, elijan lo que elijan, acabarán perdiendo, la menos, el saber qué hubiera pasado.
Tania James, como parece estar de moda últimamente en bastante de la literatura escrita en inglés y, en menor parte pero también, en la española más reciente, escribe una obra en la que cuenta lo que le pasa a los personajes, pero a través de un narrador que no puede, o no quiere, evitar ir trufando la novela de frases sentenciosas del tipo “los sueños no son los mejores lugares de los que extraer mensajes” o “la autonomía y la madurez requieren cierta distancia”. Y el efecto, aunque cansado a veces, funciona, sobre todo, en la descripción de personajes a los que logra retratar en apenas unas cuantas palabras que lo individualizan para el resto de la obra como, por ejemplo, cuando afirma de uno de ellos que “tiene un aire extraño, una especie de herida en la mirada”. Y retrata en paralelo dos de las sociedad más clasistas, en el sentido de estratificadas socialmente, que se pueden imaginar, uniéndolas en el destino de ambas hermanas: el pequeño pueblo indio de Kerala y el Nueva York de la alta sociedad, mundos que, con todas sus diferencias y con sus diferentes modos de tratar a cada una de las hermanas, no se diferencian en tanto.
Tania James, uno de los nuevo nombres de la en los últimos años cada vez más pujante y ganadora literatura india escrita en inglés, escribe una novela fácil, sin grandes hallazgos narrativos, pero que mantiene una calidad y un interés en la historia de ambas hermanas que, con giros entre sorpresivos y predecibles, hace que nunca decaiga el deseo del lector de seguir hasta que al final las dos, ¿perdonándose?, y con una Anju “convencida de que si se vuelve se encontrará con que está tan sola como siempre”, “tienden los brazos la una hacia la otra”.
Banda sonora
Se ve que no te voy / Se ve que no me vas / Se ve que en realidad solo me quieres / Como a un amigo más / Como algo de siempre // Ya ves me equivoqué / Creí que era feliz / Pensaba que yo lo tenía todo / Tantos amigos, caprichos amores locos // Tengo todo excepto a ti ("Tengo todo excepto a ti", Luis Miguel).
1 comentario:
quel sot... toujours si ridicule... et moi? quand vas-tu me dédier quelque chose?
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