viernes, 28 de enero de 2011

La poesía

Más bien, busco algo como esto.
(L. S.)

1. Estos tiempos, tiempos de rapidez, sangre y despersonalización, son tan malos para la lírica como lo eran en la época en la que Bertold Bretch acuño la frase hoy ya tópica. Estos tiempos, como todos, como los pasados y los por venir, son tiempos complicados para la poesía.

2. Obviando a griegos y romanos, desde Sir Philip Sydney hasta los encargos anuales del Festival de La Haya, pasando por las hermosamente difíciles apologías barrocas, cada época y cada lengua, a su manera, han tenido, en mayor o menor medida, “defensores” de la poesía con argumentos inteligentes y acertados pero que, en el fondo, no sirven de nada.

3. Sólo un gran poema, uno de esos que permanece indeleble en la memoria, basta para defender a toda la poesía. Basta para detener ese ritmo acelerado de los trabajos y la cibernética, basta para recordar que la sangre más cierta es la de los pulsos, basta para recordar que siempre hay un hombre, o una mujer, que tienen algo que decirle a otro hombre, o a otra mujer.

4. En esencia, la poesía se parece a aquel espectáculo de Daniele Finzi, “Ícaro”, previsto para un solo espectador. No sólo es un encuentro único sino que resulta, a pesar de lo ensayado, a pesar de lo definitivo, nuevo a cada re-actuación. Y, por continuar con el símil, aun para el mismo espectador, otra función sería diferente. Eternamente nuevo cumpliendo el poundiano precepto.

5. Y, aún así, las lecturas de poesía son necesarias. En parte para descubrir algo, en parte para sentiré de un modo diferente, para saber, o compartir como siente aquel o aquella que está a nuestro lado, o adelante, o al otro lado del pasillo. Necesarias, pero en nada sustitutas de la experiencia última: una hoja de papel o, ¿por qué no?, una pantalla.

6. Nada más triste que las mesas donde se venden libros durante y después de la lectura. Esas mesas que siguen llenas cuando ya todos se han ido y que saben que los aplausos eran no para la poesía sino para el encuentro social, para felicitar la importancia de ser parte de algo.

7. Hay pocos poetas que logren con una lectura cambiar el modo en que se les lee. Gonzalo Rojas y Ezra Pound podrían ser ejemplos. El uno, por su enfermedad respiratoria; el otro por la violenta pasión que imprime, espejo de la violenta pasión en todo cuanto escribió, en llegar a quien le escuche.

8. Llama la atención que cuando un poeta mayor, en ambos sentidos, en edad, en maestría, comenta los temas de su poesía, enuncie los mismos que casi todos los poetas. El amor, la muerte y, extrañamente, el silencio. Como si justo a aquellos que “no pueden sino cantar” les preocupase no tener nada que decir, un silencio vacío, o no tener las palabras verdaderas y exactas para decirlo, un silencio de impotencia.

9. Un silencio que convierte a toda la poesía en una especie de nota a pie de página de Wittgenstein: “sobre lo que no se puede hablar, es mejor callar”. Aunque muchas veces se olvida la primera parte de la frase: "Lo que se deja expresar, debe ser dicho de forma clara”. Y eso es la poesía, una expresión clara, no siempre diáfana, de lo expresable; es decir, de todo.

10. Un silencio que, como el dolor ante la muerte, solo ocurre verdaderamente cuando desaparece.

11. ¿Alentar o desalentar los primerizos intentos fallidos de aquellos que buscan su vocación poética? es, y ha sido siempre, una pregunta de difícil respuesta. ¿Cómo alentar la vocación sin alentar unos versos que aún no son ni borradores? Cuando lo intentó Rilke, escribió las cartas que más vocaciones han despertado, y no sólo poéticas sino en todas las artes, aunque de Kappus ya no supiéramos nada. Cuando Pound desalentó a James Laughlin (“no escribas poesía; funda una editorial”), nació una de las más importantes del siglo XX, New Directions.

13. Y siempre Shakespeare. “No perderás la gracia, ni la Muerte / se jactará de ensombrecer tus pasos / cuando crezcas en versos inmortales. // Vivirás mientras alguien vea y sienta / y esto pueda vivir y te dé vida”. Sea quien o lo que sea ese tú.

14. La poesía como un deseo de eternidad, como un deseo de perpetuar en el tiempo, luchando contra él, venciéndolo, para que aquello que amamos, que odiamos, aquello que descubrimos y para lo que descubrimos la palabra exacta, viva, como dicen los ingleses, forever and a day.

14 bis. Aunque a veces esa eternidad se venda por un brillo instantáneo y falso.

15. “No hace falta que salvemos a la poesía; la poesía se salva sola”. Palabras de verdad y belleza, que desde Keats son ya equivalentes, para cerrar estas ochocientas. Ni una más.

Banda sonora
No puedo decir que voy a estar allí / cuando más me necesites, / pero puedo intentarlo si lo pides. ("Canción para ligar (o para que no me dejes)", Los Planetas).

miércoles, 26 de enero de 2011

Buscando discos y noticias para la tocada del 11 de febrero, encuentro la lista de los cincuenta discos que escribió Kobain en su diario.
¿No sería divertido proponerle al sibarita echarnos la lista del 50 al 1 en una sola sesión?

A vuelapluma:
Totalmente de acuerdo con Swans, Mazzy Star, Wipers (pero tres menciones en una lista de cincuenta es exagerado), David Bowie, Public Enemy, Black Flag (dos menciones más por merito del gran Henry Rollins que de la habilidad musical), Beatles, Daniel Johnston, Mudhoney, Leadbelly, Beat Happening, Clash, Slits, Shonen Knife (mis alumnos cantaron un villancico suyo en la posada del colegio este año), R.E.M. (pero no Green, mi Kurt), Young Marble Giants, Raincoats, The Saints (guitarrazo artillero y australiano), Sonic Youth, P.J. Harvey, Sex Pistols, Bad Brains y por supuesto los cinco primeros lugares Philosophy of the World de las maravillas Shaggs (garage melodioso de los setenta, el grupo favorito de Moe Tucker la baterista de la Velvet), the Vaselines (de los que nadie se acordaría si no fuese precisamente por Kobain), The Breeders, el perfectamente impecable Surfer Rosa de los Pixies e Iggy & The Stooges (aunque Kurt podía haberlo cambiado por el Andy Wharhol de la Velvet y todos seríamos más felices).
Habría que volver a escuchar a Marine Girls (apenas me acuerdo del C86), Pil (¿habrá pasado el tiempo por ellos aunque todas las revista trendies los reivindiquen?), Butthole Surfers (para mi ruido de la primerísima hornada de sub pop y con dos menciones en la lista), Half Japanese, Kleenex (segunda categoría que solo aparece en las recopilaciones más completistas), Gang of Four (años sin leer nada sobre ellos), Scratch Acid, M.D.C. (hardcore bajo el llamativo nombre -Million od Dead Cops- que copiaron grupos en todos los países con sus respectivas iniciales)
Y una tercera categoría (¿qué se había metido Kobain cuando los puso en la lista?) que incluye a Aerosmith y The Knack.

(PD: ¿Quiénes son Fear, Flipper, Tales of Terror, Rites of Spring, Frogs, Void/Faith, Saccharin Trust, Fang o esa recopilación de punk californiano titulada What is This?)

martes, 25 de enero de 2011

Marías y Eco, mano a mano


Tan pronto se ven, Umberto Eco se apresura hacia Javier Marías que sorprendido ve cómo el escritor italiano se inclina ante él en una reverencia teatral, diciéndole: "Majestad"; a lo que Marías, saliendo de su sorpresa y con una media sonrisa, contesta casi en susurro: "Duque". Y empiezan a reír mientras se abrazan. Dos años antes, Marías, como rey literario de Redonda, había nombrado a Eco Duque de la Isla del Día de Antes.
Eco: "Internet es la vuelta de Gutenberg. Es una civilización alfabética, y el que no lea y escriba rápidamente se queda fuera"
Marías: "Parte de la población tiene nostalgia de esa antigua idea de Dios, de ser observado. Por eso van a la tele e Internet"
Es la una y media del lunes 13 de diciembre de 2010. Están en el restaurante Balzac de Madrid en el primer diálogo que sostienen para un medio de comunicación, invitados para este número 1.000 de Babelia, y que harán en italiano como una cortesía de Marías con el profesor Eco. Cuando se sientan alrededor de la mesa redonda donde almorzarán, el semiólogo italiano (Alessandria, 1932) se queja de dolor de garganta y cuenta el trajín en que anda por la promoción de su último libro, El cementerio de Praga (Lumen), y el narrador y académico español (Madrid, 1951) desvela que acaba de terminar una novela que saldrá en primavera: Los enamoramientos (Alfaguara). Es el preludio de una conversación que se extenderá durante dos horas y terminará con ellos paseando y posando para el fotógrafo en un punto de encuentro simbólico de lo que aún no saben que van a decir.
JAVIER MARÍAS. Hace poco escribí en una de mis columnas de El País Semanal, a propósito de su última novela, tan criticada por L'Osservatore Romano, que pensaba que se había superado aquello de que en las artes las obras tuvieran que tener un carácter moral o edificante. Un hallazgo por parte de esa crítica, aunque para ellos era negativo, es que decía algo parecido a que su novela era un voyeurismo amoral.
UMBERTO ECO. ¡Es que esto es la novela, eso es una novela!

(El resto de la encantadora e inteligente velada en El País, aquí)

viernes, 21 de enero de 2011

Garcetas Blancas de Derek Walcott

... pero tú, que dejabas a las nueve las fiestas, / sabías que la guerra, como el verso libre, es un signo / de mala educación.
(Derek Walcott)

La poesía es, siempre, una labor de lucha contra el mundo, un modo explicarlo que no sea el común, el cotidiano. Y si de algo sirve la lección de los verdaderamente poetas es la de que la mejor manera de contar y cantar el mundo es través de la verdad. Pasan los tiempos, pero sigue siendo acertado, plenamente acertado, el dicho de Keats: "la verdad es belleza y la belleza verdad". Derek Walcott, poeta que bebe igual de la tradición anglosajona y de la añoranza, reconvertida últimamente en presencia casi total, de la tierra caribeña, tiene presente esa máxima y, de un modo más sosegado, sereno, como anticipando que este va a ser su último libro (aunque en The Prodigal se decía ya a sí mismo “en el que será tu último libro”), Garcetas Blancas (Bartleby Editores, 2010).
En estos tiempos en que la lírica parece ser un mal modo de cortar las líneas en versos o un campeonato por encontrar la imagen más espectacular, la más chocante, la más llamativa, Walcott regresa a la simpleza de lo visto, a la pureza de retratar aquello que se tiene enfrente basando la emoción, sobre todo, en la pureza de la mirada limpia. Uno de los gritos desesperados, el poeta ya se descubre a un paso de la muerte y con la mayoría de los conocidos ya al otro lado, podría resumir la intención del premio Nobel: “¡Santa Lucía, ciégame / por mi falta de vista, patrona de islas y ojos!”. De estas dos líneas se desprenden los motivos de los casi cincuenta poemas del volumen: la isla natal, aquello que se recuerda y ahora se ve con una luz más acertada, el arrepentimiento de no ver como se debía haber visto y la ceguera, una ceguera que, al contrario de la real, abre sus ojos no a la realidad oculta sino a, simplemente, aquello que se ofrece.
Derek Walcott, en un recuento de viajes y momentos, se enfrenta también a sí mismo y lo que ha sido, a lo que debió ser, su voluntad y su verdad como escritor, en uno de los pocos poemas en los que no aparece, y aquí es significativo, una sola ave. Dice Walcott. “¿Quién se ha llevado de aquí mi máquina de escribir, / que me ha convertido en un músico sin su piano / al que se le presenta un vacío claro y grotesco / como otra primavera (…)? / No hay palabras (…) / Ni verso, ni aves”.
Pero es desde esa sinceridad, desde ese lugar, o eso contemplado, para lo que no hay palabras, donde el autor encuentra, precisamente, su fuerza para este nuevo tono de voz, semejante a su poesía anterior, pero con un hálito que lo acerca a la tranquilidad de, por ejemplo, Brodsky. Es Walcott revisitando, pasados ya los años, paisajes queridos (“En la orilla de la memoria se acumulan las algas, / en la maraña de coronas, guirnaldas de flores”), amigos ya idos (“Descuelgo el cuarto lunar para tocar elogios, / a vosotros, Horace Pippin, Romare, Jacob Lawrence, / vi allí el clarín de la luna y en ellos pensé”), las lecturas (“ Leeré algo: / brilla el aire y las sombras corren como las penas, / abro sus libros, veo sus formas a lo lejos / que se acercan y como siempre llegan, sus voces / en la hoja de una nube, la espuma en mi cabeza”).
Dos son los motivos que recorren todo el poemario, los pájaros, que a pesar del título no sólo son garzas, y la blancura. Allá a donde se vuelvan los ojos del poeta, enlazando con esa tradición clásica del vuelo del pájaro como un augur, aparecen aves que, muchas veces no tienen más significado que su propia presencia, lo que hace aún más significativo un encuentro con una garza (“como un cuadro de El Bosco, dijo. Un inmenso pájaro / de pronto allí estaba, quizá el que le hubo afectado, / una sepulcral garceta o garza; la inefable / palabra siempre acompañándonos”). Allá donde se vuelva la cabeza del poeta, ya canoso, se enfrenta con realidades que le devuelven su propio color, el paso del tiempo: las olas, los campanarios, la página en blanco, las nubes.
Y el lector, al cerrar este libro rotundo, no puede tener sino la impresión de que Derek Walcott ha cumplido ya lo prometido en esa autobiografía en verso que era Another Life: “Un hombre vive la mitad de su vida / la segunda mitad es memoria // la primera mitad, dudas / por lo que pudo haber sucedido / pero no pudo ser, o / lo que ocurrió con los demás / cuando no debió ser así”.

martes, 18 de enero de 2011

Buscando la banda sonora de esta semana...

... encontré el blog de (la hermosa, oh, dios, me he vuelto a enamorar) "Diana Aller"
que escribe lo siguiente sobre nuestro bienamado J (en la foto ambos)

J aparenta ser una persona muy dual. Aunque muchos piensan que lleva toda la vida dedicada a la música, esto no es así. Su principal labor hasta hoy ha consistido en practicar el elogioso arte del autorretrato. Se muestra –artísticamente- a los demás como un personaje que en realidad no es.

J es el mejor estratega de la música que existe. Mientras sus compañeros de grupo estudiaban sus carreras, él, como los zánganos de la colmena, se dedicó a observar. Observó todo y se dio con inusitado empeño a tal causa. Su talento musical procede en un aproximadamente 90% del talento de otros. Se le hizo el oído a las armonías sónicas de la misma forma que a Tita Cervera se le educó el ojo a través de las pinacotecas del barón Thissen. A una le influyó Cezanne o Tamara de Lempicka, y al otro Beach Boys o the Jesús and Mary Chain.

J aprendió algo más (y lo sigue haciendo; es lo suficientemente listo como para ser consciente de su ignorancia). Aprendió a manejar la mente de los demás. Como un Jesucristo del Pop, practicó hasta conseguir doblegar a los demás a su voluntad. Sin violencia, ni enfrentamiento siquiera. Sus palabras, sus silencios van encaminados a convencer de lo que se le antoje, que por supuesto siempre es para el beneficio propio.

J se ha ocupado siempre de Los Planetas, siguiendo la mejor estrategia de marketing musical diseñada en España hasta la fecha. Es consciente de varios silogismos: En la música es fácil “triunfar” y difícil mantenerse. Lo ideal es mantener una fuente de ingresos más o menos estable para despreocuparse por el dinero y vivir bien. Luego, lo deseable resultará mantener una carrera musical que no llegue nunca a eclosionar para no llegar al gran público, pero de forma sólida para conseguir vivir holgadamente de ello.

J para ello ha utilizado las más inverosímiles tácticas. Resulta extremadamente amable en según qué momentos y en exceso distante en otros. Con su conjunto musicovocal realiza conciertos mediocres con una pésima selección de canciones alternados con excelentes directos (generalmente en ciudades pequeñas y fechas absurdas). Boicotea a su propio grupo, se niega a hacer promo, pero colabora con todo aquel grupo que se lo pide…

J ha emprendido (hace ya muchos años) una particular guerra con la –ya debilitada- industria discográfica, de la que, por cierto vive, y muy bien. En cuanto puede ataca a su propia empresa, y ésta, ignorante le ríe la gracia y le sigue dando dinero. En cualquier otra industria esto no sólo no serviría para nada, sino que supondría su inmediato despido. ¿Porqué no ha elegido una causa más justa para luchar: el maltrato infantil, las pateras, la extinción del buitre leonado? Porque así no sólo es un luchador, sino también un mártir. Se presenta como una víctima, de nuevo es el Jesucristo Superstar que tanto ansía.

J se defiende asegurando que es rentable para su disquera. Puedo asegurar (porque he trabajado ahí) que en absoluto lo es. Ni siquiera les da el “buen nombre” que grupo y compañía creen.

J escribe canciones de sentimientos fuertes, relaciones tormentosas, amores y odios. Sin embargo su vida amorosa es apacible como la de la marsopa. Picotea allí y allá y desconoce lo vertiginoso del amor verdadero o el sufrimiento y la felicidad que produce. Le gustan absolutamente todas las chicas que se le acercan y aunque para epatar hace ver que las prefiere muy jóvenes, la realidad es que no discrimina en absoluto y cualquiera le vale.

J consigue su objetivo. Se le ama o se le odia, no existe el término medio. Es la persona más egoísta que he conocido en mi vida, pero no puedo evitar adorarlo.

viernes, 14 de enero de 2011

Dice Lector Malherido:

Los poetas, de que mueren o se cansan, sacan libros un poco más gordos de lo normal, con toda la tontería de sus tardes reunida bajo un título meridiano: Poesía completa.

La poesía completa te da al poeta acumulado, contradictorio y evolutivo. Te da, también, un ratito de lectura más largo de lo habitual, que es de 7 minutos justos por poemario (8 si el poemario viene con celofán). Esto permite tomarse la poesía un poco más en serio. No mucho, pero sí un poco.

Pizarnik, a ver, es esa poeta con fotogenie que gusta mucho a las niñas, a las que quieren ser poetas y, también, a las que quieren ser Pizarnik. La diferencia entre querer ser poeta y querer ser Pizarnik es que ser Pizarnik es mucho más fácil: basta un buen peluquero; y una buena soga.

Pizarnik se mató (no con soga, claro) a los 36.

El pelo se lo cortó varias veces.

La tierra más ajena y Un signo en tu sombra son esa poesía arrugada (Neruda) que imita en su inentiligibilidad el Trilce de César Vallejo y no nos han gustado apenas. Imitar el enigma es fácil. Luego vienen La última inocencia, Las aventuras perdidas y Árbol de Diana. Ahí está la voz de Pizarnik, o una voz específica al menos, que gesticula angustias y es exacta y nerviosa y corporal. "Cuando vea los ojos/ que tengo en los míos tatuados".

Es sufridita, Alejandra. Practica un existencialismo que casi nunca se propone femenino, y es admirable no encontrar un solo verso en el que se piense sobre el hecho de ser mujer. Pizarnik supo pronto que había cosas más importantes sobre las que pensar.

Ser. Sin más.

"Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas."

No lo negamos.

Inventario Galante (Antonio Machado)

Tus ojos me recuerdan
las noches de verano,
negras noches sin luna,
orilla al mar salado,
y el chispear de estrellas
del cielo negro y bajo.
Tus ojos me recuerdan
las noches de verano.

Y tu morena carne,
los trigos requemados,
y el suspirar de fuego
de los maduros campos.
Tu hermana es clara y débil
como los juncos lánguidos,
como los sauces tristes,
como los linos glaucos.

Tu hermana es un lucero
en el azul lejano...
Y es alba y aura fría
sobre llos pobres álamos
que en las orillas tiemblan
del río humilde y manso.
Tu hermana es un lucero
en el azul lejano.

De tu morena gracia
de tu soñar gitano,
de tu mirar de sombra
quiero llenar mi vaso.
Me embriagaré una noche
de cielo negro y bajo,
para cantar contigo,
orilla al mar salado,
una canción que deje
cenizas en los labios...

De tu mirar de sombra
quiero llenar mi vaso.
Para tu linda hermana
arrancaré los ramos
de florecillas nuevas
a los almendros blancos
en un tranquilo y triste
alborear de marzo.
Los regaré con agua
de los arroyos claros,
los ataré con verdes
junquillos del remanso...
Para tu linda hermana
yo haré un ramito blanco.

jueves, 13 de enero de 2011

Dice Saatchi

"La idea de que hay que ser siempre arrebatadores o la persona más absolutamente fascinante de la fiesta es una vulgaridad, algo vano y fuera de lugar. Intentar ser cautivador es autocompasivo; dejarse cautivar es, sencillamente, buena educación".


O, como propone un poeta español contemporáneo:

¿Para qué malgastarse en imágenes si basta
con buscar en la sangre el color exacto
de tu abrigo subiendo al taxi
ayer en la noche?


miércoles, 12 de enero de 2011

De la RAE

psicosomático, ca.
(De psico- y somático).
1. adj. Psicol. Que afecta a la psique o que implica o da lugar a una acción de la psique sobre el cuerpo o al contrario.

Conclusión: en mayor o menor medida, todos.

martes, 11 de enero de 2011

Siempre Shakespeare

SEYTON. The queen, my lord, is dead.

MACBETH. She should have died hereafter; There would have been a time for such a word.—


SEYTON
-Mi señor, la reina ha muerto.

MACBETH-Había de morir tarde o temprano;
alguna vez vendría tal noticia.

Otro borrador

no era la pasión lo que incendiaba
cada mañana el dormitorio
sino el color de las cortinas nuevas

de todo aquel desengaño
queda ahora apenas

ese tibio no saludarse
y una cicatriz inservible
que en un par de años
será fértil de nuevo

lunes, 10 de enero de 2011

Un borrador

EXPLICACIÓN DEL LLANTO

Se acumula la rabia y hay veces

en que no son suficientes

ni las palabras de uno ni las ajenas.



Y entonces

buscando el lugar preciso del escape

se agolpa ese dolor imposible

en la comisura misma del ojo y ahí

se detiene y lucha

por evitar que el mundo sepa

que ha vencido de nuevo.



Y cuando te veo doblar la esquina

para regresar al trabajo ese que te duele