domingo, 29 de mayo de 2011

Liber Scivias de Claudia Posadas

la Ciudad dorada el lento limo de la gracia ninguna acumulación de la intemperie bautismada en el dolor acrisolado el crisma decristaliza la cristálida.
(Claudia Posadas)


“Amurar”, un neologismo acuñado por Claudia Posadas en “Era el invierno”, resume perfectamente el espíritu del libro, y en consecuencia de la poética, de Liber Scivias (CONECULTA, 2010). Es decir, el libro como una ciudad, más cercana a las imaginadas por Santa Teresa o a los hortus conclusus de la poesía amorosa que a una contemporánea. El libro, este libro, como una doble dimensión, la esotérica y la exotérica, compatibles ambas. El Libro, así con mayúscula semi intencional, de Claudia Posadas es, antes que nada, uno de doble lectura.
“Yo reconozco a tientas mi morada” escribe Posadas que escribe Valente, ambos en obvio homenaje a la monja castellana, en el epígrafe del primer poema del libro, ofreciendo al lector atento, al que quiera, al que sepa, una de las claves. Frente a la poesía confesional o la simplemente experiencial, la autora ofrece un nuevo, viejo en realidad pero no muy practicado, modo de escritura y, por ende, de lectura. Liber Scivias habla en niveles diferentes, ninguno negador del otro, ninguno más verdadero que el otro. Diferentes y compatibles, abiertos todos y todos complementarios porque “ser y estar [es] como una índole que al final es consanguínea”, pero de una consaguineidad que pertenece al lector y no a la autora que, la mayor parte de las veces, ejercerá de medium, en el sentido más etimológico que de poseedora de la verdad, verdad que, incansablemente van buscando ambos, lector y poeta, a lo largo de estas páginas.
Y, como los verdaderos poetas, la mano que escribe, la de Posadas, esa que sigue el dictado de algo ajeno y apropiado al mismo tiempo, no tiene más remedio, apenas pasadas cincuenta páginas del libro, la util inutilidad de su misión: “Me es ajeno cuanto habría de decir. / No distingo las palabras, / y ni siquiera las comprendería si alguien las nombrase por mí”. La poesía, al menos cierto tipo de poesía, es ese decir sin decir diciendo, es, por usar un título de Posadas, un tratado “de las tortuosas maquinarias”, un lugar en el que habita “la obsesión, / su trastocamiento irreversible”, esas “venas como un orden invasor que va tomando el templo y tus campos fértiles / hasta concentrar su lenguaje”.
Y avanzando las páginas, el lector, cualquier lector, no puede evitar sino preguntarse cuál es el tema del Liber Scivias, de qué trata, a dónde, a que jardín o espacio abierto, a qué fortaleza o morada o castillo, quiere la autora llevarlo. Y en “Phosphorus”, el elemento que brilla, que da luz, que se enciende, casi puede encontrarse una respuesta, negada al instante ya que “nadie encendía su rotación. A veces un rumor que tal vez fuera el vuelo de la Cauda, / pero sólo un vórtice de ramas girando en la hondura de un pozo vacío”. O quizá todo no sea más que un misterio, un acertijo, unas palabras en clave, y cursivas, al final del poema: “las cinco en ámbar de la tarde”.
“Al segundo y al tercero. Al cuarto y al quinto. Al sexto y al séptimo” son las, crípticas o demasiado claras, palabras de Angelina Muñiz-Huberman que abren, en una de las citas, la última parte del libro, la definitiva, “Unio”. Esas palabras son, literalmente, una invitación a los diferentes círculos de lectura, pero también a una relectura. Como si la autora, por persona interpuesta, avisara al lector de la necesidad de volver una vez y otra a repetir los poemas que, ahora sí, comenzarán a iluminarse, a iluminar al lector, aunque con esa dificultad que recorre todo Liber Scivias. Convencido ya quien ha llegado hasta aquí de que la unión es inminente y necesaria se encuentra con un miniaturista sentado en su scriptorium, ¿la autora misma?, que afirma “no saber a dónde Tú, mi Vigilancia, / mi evocado ser de lutz”.
Y, de repente, en los cinco últimos poemas, parte del libro pero al mismo tiempo luminosamente aparte, estalla la claridad, una que aunque no entendida sino bajo el velo del misterio y la palabra reconcilia, y recompensa, al lector con, por usar al místico castellano, un algo que queda balbuciendo y claro al mismo tiempo. ¿Qué importa que quiera decir realmente “de mi sangre brota la crisálida de luz, // y estalla para siempre el corazón del miedo” si la verdad es que en cualquier sangre hay luz y en cualquier corazón miedo? Como en los tratados antiguos de alquimia a los que Claudia Posadas es tan afecta, no es la letra lo importante sino lo que la letra desata en cada lector y su nuevo tratado Liber Scivias lo logra y con creces, tanto que, apenas tres páginas antes deel final, no puede evitar el libro sino describirse, antes de la revelación final, describirse a sí mismo y la relación con su lector: “y entonces irradió nuestra costumbre con sabiduría invisible: / en la noche fue ovillando la red entre su reino”.

Banda sonora
Mientras iba de tu mano hacia la montaña, / unos días eran fuego y otros eran llamas. / Dentro del espejo donde no me reflejaba, / la promesa que en la cima nos aguardaba. (“San Juan de la Cruz”, Los Planetas).

viernes, 27 de mayo de 2011

Querido amigo,

cuyo comentario no publicaré, tienes toda la razón del mundo y recuerdo la frase de Auden: "En el mundo real, ningún odio es totalmente injustificado, ningún amor totalmente inocente".
Tienes toda la razón del mundo, pero sin esos momentos de vacío, de hacer de cosas intrascendentes lo más transcendente, como si nos fuera la vida en ello, estaríamos muertos. O, al menos, con deseos de estarlo. O, peor, de asesinar a alguien.
Un poco de nada a veces es necesario. Tanto como .... (y escribe en los puntos suspensivos lo que quieras).

miércoles, 25 de mayo de 2011

Lector Malherido se equivoca

Escribe (y cito toda la entrada, mis comentarios en mayúscula) sobre el libro titulado Una Semana en el Motor de un Autobús, del que parece interesarle más el subtítulo "la historia del disco que casi acaba con Los Planetas":


"Lengua de Trapo sigue empeñada en parecer una editorial moderna, cuando todo el mundo sabe que su sede editorial está en Madrid. Lo último son estos libros sobre conjuntos pop.

MUY BUEN CHISTE, EL DE UNA EDITORIAL MODERNA EN MADRID. HASTA AHÍ VAMOS BIEN.

En España, desde que Franco nos puso la tele, a un grupo de idiotas tocando las maracas se le denomina "conjunto". Nadie en su sano juicio se tomó nunca en serio a los "conjuntos" que daban "recitales". Era todo muy matemático y un punto payaso.

DE ACUERDO CON LAS DOS PRIMERAS FRASES; PERO NO ENTIENDO LA ÚLTIMA.

La música española es un producto nacional de consumo interno: no va a ningún lado. En realidad, la música española, pop y rock y rap, es un subtitulado acústico de la música de verdad, que obviamente se hace en inglés y con ropa que realmente mola. Así las cosas, admiro a los músicos españoles porque sus intenciones artísticas son patéticas, tienen el techo muy bajo y nunca han escuchado una canción suya sonar en un bar que no quede debajo mismito de su casa.

AMÉN. PORQUE, AUNQUE EN EL NOVENTA POR CIENTO LAS AFIRMACIONES DE MALHERIDO SON CIERTAS, LOS PLANETAS SON, PRECISAMENTE, LA EXCEPCIÓN QUE CONFIRMA LA REGLA (Y, POR CIERTO, EL RUIDO ROSA Y EL AMADOR, LOS DOS BARES PLANETARIOS POR EXCELENCIA, ESTÁN NO DEBAJO PERO SÍ CERCA DE LA CASA DEL J).

Pero ahí siguen.

Y SEGUIRÁN.

El caso es que Una semana en el motor de un autobús fue el tercer disco de Los Planetas, allá por 1997. Parece que esto es muy interesante y Nando Cruz ha hablado con todos los implicados en tamaña anécdota para que sepamos al detalle cómo se grabó un disco y qué le dijo el cantante al batería cuando le trajo Fanta y no a su hermana.

ES MUY INTERESANTE, DE HECHO. REFERIRSE A "UNA SEMANA...", UNO DE LOS DISCOS FUNDAMENTALES, SINO EL DISCO FUNDAMENTAL EN LA EVOLUCIÓN DE TODO EL INDIE DE LOS NOVENTA Y DEL SIGLO XXI EN ESPAÑOL (QUE SE LO PREGUNTEN A ODIO PARÍS, A LOS ARGENTINOS EL MATÓ A UN POLICIA MOTORIZADO, A LA BIEN QUERIDA O A LA ENCARGADA DE ESE ENCANTADOR PRÓLOGO "EL DÍA QUE CONOCÍ AL J.", JULIETA VENEGAS) COMO "TAMAÑA ANÉCDOTA" ES IRONÍA NO MUY FINA, MALHERIDO, Y TÚ PUEDES SER MEJOR.

La crónica de la grabación está escrita a la pata la llana y como que Los Planetas son los putos Beatles. Realmente acabamos sabiendo, tras la lectura, más cosas de los integrantes de Los Planetas de lo que nunca hubiéramos creído que era necesario saber sobre una persona de Granada.
PUES PRECISAMENTE PARA ESO ES EL LIBRO PARA SABER MÁS, PARA SABERLO TODO, DE LOS TIPOS ESOS QUE PARIERON "UNA SEMANA..."



Básicamente Los Planetas estaban todo el día en las drogas y las canciones que se les ocurrían iban de drogas y de que estaban haciendo un disco y tomando drogas a la vez. Es todo enormemente complejo. Nando Cruz da a entender que parir este disco fue como parir la Crítica de la razón pura de Kant, pero un poco menos pura.

PERO LA CULPA NO ES DE LOS PLANETAS A LOS QUE RESUMES MUY BIEN CON ESO DE TOCAR Y DROGARSE (SUEÑO JUVENIL DE CIENTOS Y MILES DE MUCHACHOS EN ESTE PLANETA), SINO DE SUS FANS QUE SON UNA PANDILLA DE FANÁTICOS CERRADOS.

También se localizan con gran honestidad los mecanismos de composición de los músicos españoles, que consisten básicamente en ver cómo lo han hecho en San Francisco, copiarlo y dar por sentado que nadie se va a dar cuenta, porque Manolo Escobar no nos deja ver el soul.

MECANISMOS QUE NUNCA LOS PLANETAS NI NINGUNO DE LOS GRANDES HAN NEGADO, PERO EN FIN...

Parece que grabar este disco no acabó con Los Planetas ni acabó con la música española ni acabó con nada. La música es lo que tiene, que le puedes dar al play otra vez y pensar que mereció la pena.

DARLE AL PLAY Y PENSAR QUE MERECIÓ, MERECERÁ Y SEGUIRÁ MERECIENDO LA PENA Y, A PESAR DE TU CRÓNICA, 'Por lo menos tendré la certeza / de que existo, / de que puedo decidir, / de que elijo por mí, sólo por mí'.".

CARTA ABIERTA EN DEFENSA DE LA PLURALIDAD Y CONVIVENCIA DE POÉTICAS

La realidad no es legible de manera evidente. Las ideas y teorías no reflejan sino que traducen la realidad, pudiendo traducirla de manera errónea. Nuestra realidad no es otra cosa que nuestra idea de la realidad. Del mismo modo, importa no ser realista en un sentido trivial (adaptarse a lo inmediato), ni irrealista en el mismo sentido (sustraerse de las coacciones de la realidad); lo que conviene es ser realista en el sentido complejo del término: comprender la incertidumbre de lo real, saber que existe una porción de lo posible aún invisible en lo real.
Edgar Morin

.

El lenguaje poético es un patrimonio colectivo. Una urdimbre tejida en la arena de la diversidad. Nuestras tradiciones literarias siempre se han visto atravesadas por múltiples mutaciones que han ayudado a componer y descomponer el ovillado paisaje de la palabra. No en vano la palabra recoge la complejidad genésica de nuestra existencia. Así ha sido en el caso de la lengua española. Las literatura(s) panhispánica(s) (de acá y allá, en diálogo unas veces, aisladas otras) siempre han manifestado en su devenir histórico la riqueza de lo plural, el desborde de lo conectivo. No existe una deriva única de lo poético. Nunca se produjo una voz homogénea para toda nuestra tradición. Las tentativas de encerrar el lenguaje literario dentro de límites inamovibles han dado como resultado estructuras cerradas de pensamiento que trabajan en contra de la propia y esencial condición de la palabra.
Las personas que firmamos esta carta creemos firmemente en esta pluralidad poética heredada –a la que hemos tratado de contribuir activamente con nuestro propio trabajo– y por eso nos mostramos resistentes a cualquier forma de cierre normativo. Creemos necesario alzar un muro de contención ante actitudes que pretenden reproducir debates que «ya» no son legítimos –que, en realidad, nunca lo fueron– porque representan en sí mismos una agresión a esa misma pluralidad conquistada, al trabajo y legado creativo, teórico y vital de muchas poéticas y poetas precedentes y que recogen de manera natural el legado incuestionable de los padres de la modernidad poética: del romanticismo inglés y alemán al surrealismo pasando por Baudelaire, Rimbaud y Mallarmé. Ha costado mucho desterrar de nuestro campo literario el cainismo y la exclusión. No vamos a consentir ahora que vuelvan a reproducirse estrategias envenenadas similares. El debate de poéticas es necesario, útil el contraste filosófico, intelectual, en torno a la creación, pero siempre en el marco de un respeto escrupuloso a la diversidad y el disenso.
Por todo ello queremos reivindicar como legítimo y propio de la(s) poética(s) panhispánica(s) actual(es) los siguientes elementos:
.

Escritura(s). En plural. Modos del lenguaje que se encuentran. Ningún programa prescriptivo. Huellas. Rescoldos a modo de conceptos, de cruces, de intuiciones. Ninguna tabla de la ley. No sabemos. Quizá sean un modo de operar, de practicar la literatura. Ese acontecimiento ignoto. No sabemos. Disparan la semilla de lo por hacer y de lo hecho. No sabemos. Mueven a la acción.

.
Tradicion(es). En plural. Linajes incrustados, desde siempre, en nuestra modernidad, en nuestra memoria literaria. Linajes que se activan y se iluminan desde el presente y de los que debemos hacernos merecedores. Como afirmó Eliot, la tradición «no se puede heredar, y si la deseas debes obtenerla con gran esfuerzo». Cada poeta se forja y construye su tradición, su propia cadena de ejemplos y magisterios, y este esfuerzo es en sí mismo un acto poético, una intervención en el mundo. Puede ocurrir –y de hecho ocurre– que este esfuerzo ponga a prueba nuestra capacidad de asunción cognitiva o de mera comprensión, incluso a lo largo de toda una vida de esfuerzo. La dignidad e inteligencia vitales consiste entonces en asumir esta discapacidad en vez de darle el formato autoexculpatorio de lo incomprensible, lo hermético, lo bárbaro y despreciable. Imposible simplificarla, esencializarla, despotenciarla a través de marbetes o etiquetas reductoras. Imposible normativizarla en interés propio, mediante operaciones espurias de exclusión o ninguneo. Voces habitadas para nuestro presente y nuestro futuro.
.

Heterodoxia(s). En plural. Nunca una lectura unívoca de lo poético, no podemos aceptar como obvio ni la desaparición del habla ni el habla homogeneizada. La palabra poética implica desborde, intersubjetividad, entramado conectivo, intersticio, complejidad. Y significa todo ello porque dialoga con lo humano.
.

Poética(s). En plural. No hay una poética una que convierta a las demás en otras. No hay norma, no hay centro natural o tácito. Queremos (re)afirmar y defender el deseo y la probada capacidad de convivencia de poéticas diversas que han demostrado en los últimos años su resistencia a la codificación. No precisamos para construir o apuntalar una identidad la negación del Otro. No vivimos la alteridad como amenaza, sino como nutriente y condición necesaria para la construcción de nuestra posible identidad colectiva y personal.

.

Hibridez y Diversidad(es). En plural. Creemos que la poesía no es mercancía, no es hija de la rentabilidad económica. Tampoco de las ideologías. La poesía es una multiplicidad de pájaros, aves raris, aves migratorias, que ponen su nido en lo alto, alejado del manoseo y voracidad de las alimañas y carroñeros. No podemos, por tanto, hablar de «una» poesía, sino de «poe-diversidad», en constante vuelo, en constante cruce, en constante mestizaje. Y no enjaulada, sino libre, puede ser del mundo, desde el mundo, con el mundo. Pero siempre «haciendo mundo».
.

Pensamiento(s). En plural. Desconfiamos de los falsos dualismos (razón y emoción, realismo e irracionalismo, público y privado, naturaleza y cultura…) en los que se ha querido encerrar lo poético. Se trataría, como dice Miguel Casado, de «ampliar la noción de pensamiento, extenderla a todos los movimientos de la mente, a uno y otro lado de la conciencia, a todos los movimientos interiores del lenguaje que de modo constante nos recorren y atraviesan». En definitiva: destacar el carácter desestabilizador y genésico de la palabra poética como apertura del pensamiento.
.

Realidad(es). En plural. La relación de lenguaje y realidad es compleja, porque ambas son complejas de por sí y más cuando se relacionan, influyen, comunican. Es simplista y equívoco detenerse en un estilo o propuesta, en una sola manera de abordar esa difícil exploración de la materia (humana y no humana) que llegará a ser poema.

.

Subjetividad(es). En plural. Sin menoscabo de que cada uno/a pueda o quiera llevar la voz poética adonde crea conveniente. Todas las formas de enunciación tienen sentido y no seremos nosotros quienes juzguemos la pertinencia de lo que cabe o de lo que debe desaparecer.
.

Emoción(es). En plural. No codificadas, no predeterminadas en un calculado ejercicio de causa- efecto practicado desde las inevitables limitaciones del poeta sino trascendidas y reveladas junto a él en un proceso que hermana escritura y lectura, que convierte al lector en agente activo y co- productor de sentido.
.

Lector(es). Recepciones. Por todo lo anterior reivindicamos el respeto a la inteligencia y creatividad lectoras, a la libérrima capacidad de sorprenderse y sorprendernos de aquel que generosamente se acerca a un texto para darle vida; a su derecho inalienable de que nada ni nadie se haga garante ni faro de sus emociones, su criterio, su infinita libertad.
Así, queremos reivindicar la convivencia de poéticas, la pertinencia del debate crítico, la belleza de la pluralidad como alimento de lo creativo. Y rechazamos de manera frontal cualquier estrategia de apropiación, simplificación o reduccionismo literario.
.

Y para que así conste lo firmamos en Madrid a 17 de mayo de 2011.

(lo saqué de aquí)

martes, 24 de mayo de 2011

El cumpleaños del viejo Bob, celebrándolo con una de sus canciones más tristes



Nobody feels any pain tonight as I stand inside the rain
Ev'rybody knows that baby's got new clothes
But lately I see her ribbons and her bows
Have fallen from her curls

And she fakes just like a woman
And she aches just like a woman
And she wakes just like a woman
Yeah but she breaks just like a little girl

Queen Mary, she's my friend yes, I believe I'll go see her again
Nobody has to guess that baby can't be blessed
Till she sees finally that she's like all the rest
With her fog, her amphetamine and her pearls

She fakes just like a woman
And she wakes just like a woman
And she aches just like a woman
But she breaks just like a little girl

It's was raining from the first and I was dying there of thirst
So I came in here and your long-time curse hurts
But what's worse is this pain in here
I can't stay in here ain't it clear that

I just don't fit yes, I believe it's time for us to quit
When we meet again, introduced as friends
Please don't let on that you knew me when
I was hungry and it was your world

You fake just like a woman
And you ache just like a woman
And you make love just like a woman
But you break just like a little girl

Y finges como una mujer
y te duele como una mujer
y haces el amor como una mujer
pero te quiebras como si fueses una niña....

lunes, 16 de mayo de 2011

Cuenta Regresiva de A. E. Quintero

Fame is a bee. It has a song—. It has a sting—. Ah, too, it has a wing.
(Emily Dickinson)

“Las cosas simples. / Las prácticas ordinarias. Como abrir una puerta. / Como besar unos labios pintados. / Como echar raíces azules en la cama. / O quitarse la fruta seca del día que concluye”.
Cuenta Regresiva (Era, 2011) de A. E. Quintero es un poemario que se explicita a sí mismo desde el principio en cinco versos. La voz de Quintero es una voz que se entrelaza con lo cotidiano, sea material, un refrigerador, un teléfono celular, o intangible, la vejez o el destino de la moneda ofrecida al mendigo, para ofrecer una visión diferente sobre aquello que cualquier lector también conoce. El gran mérito de este libro no es tanto la elección de los temas, o los interrogantes o afirmaciones que estos pueden desatar, sino la habilidad de fijarlos a una sensibilidad convirtiendolos, sí, en la cosa pero, también, en algo más.
“Qué mejor lugar para reunir zumbidos / que en un librero. Ahí / donde el hombre –supongo- / respeta la existencia laboriosa / de un insecto así, y no lo aplasta”.
Esa abeja que aparece, de repente, en dos poemas del libro debe, puede, ser la abeja de Emily Dickinson (“para hacer una pradera bastan un trebol y una abeja”). Esos dos poemas, extraños dentro del libro, como si fueran una serie aparte, otorgan al lector otra de las posibles claves con la que leer a Quintero, gran lector él mismo. Es el mundo natural, el habitual, el que se cuela en la biblioteca, entre los libros y el poeta, antes que preguntarse por la combinación de ambos, manifiesta su extrañeza. La abeja llega a los libros como los libros al lector por accidente parece ser la idea del primer poema que, a continuación, se niega en el segundo al proponer Quintero que “la abeja / es sólo una abeja”. Hay, pues, algo de misterioso en la combinación, en las combinaciones que ofrece este libro pero, puede que sí, puede que no, quizá bajo ellas no hay mayor misterio que el de su propio encuentro, el del lector con el libro.
“Las cosas sin importancia / buscan su turno, se dan su importancia / así, no sirviendo, / dejándonos incompletos, ausentándose en el justo momento”.
Frente a una primera lectura, rápida y superficial, que podría llevar al lector a confundir Cuenta Regresiva con un poemario mundano, en el sentido más amplio de la palabra, hay otra, de nostalgia, de pérdida, de ausencia, que va, subliminalmente casi, recorriendo todos los poemas. El mundo está ahí, podría decir el poeta, pero perfectamente podría no estarlo. De esa posibilidad van surgiendo los destellos, un verso o dos en ciertos poemas, que se atienen sobre todo a la fragilidad de lo visto, a la posibilidad de que se sea y no se sea. Porque el refrán popular “uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde” podría aplicarse perfectamente a estos poemas convirtiendolos ya no en meras descripciones o metáforas de algo sino en una constatación necesaria para que quede, si debe quedar algo, al menos memoria.
“No hay muebles hablando. Y decir noche / a estas alturas del verso / es decir sólo eso: / noche”.
Y es ya pasada la mitad de la, literal, Cuenta Regresiva, ya más cerca del final, cuando, como diría Gil de Biedma, “la verdad desnuda asoma”. Donde el poeta había platicado con las cosas, hermanandose, incluso con ellas, ya no queda nada y las palabras ya son “sólo eso” palabras. Como una triste constatación del poder de la poesía que se ve, como siempre, entre dos fuegos, entre la necesidad de decir y la inutilidad de hacerlo. Y Quintero, como mil poetas antes de él, como otros mil detrás de él, se une a esa constatación con una voz personalísima y bastante más profunda, en ritmo y en ideas, de lo que a primera vista pudiera parecer.
“Pero éste es un poema de amor / y tú / eres esa parte del poema que no se entiende, / que nunca queda clara”.
Y, aunque el libro termine con el citadísimo “vivir merece / decir cosas mejores”, es apenas un par de páginas antes, ya en pleno final del conteo regresivo cuando se ofrece la última pista para otra lectura de este libro. El ganador del premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2011 ha estado, a escondidas del lector, y quizá de sí mismo y hasta el final se percata, escribiendo un largo poema de amor, de un amor que busca, cernudianamente, decir su nombre. Y es entonces cuando los vacíos y las presencias, las conversaciones y los descubrimientos, del libro se convierten, de repente, en algo nuevo, en otro modo de mirar al mundo en una relectura a la que Cuenta Regresiva obliga.

Banda sonora
En las copas y en las mesas / refrescos bendecidos por Alá / y manjares deliciosos. / Los espíritus del bosque / que van a descubrirte la verdad, / lo que estabas esperando. (“El espíritu de la navidad”, Los Planetas).