martes, 20 de abril de 2010

Wyslawa Szymborska (para la última entrada)

Que me disculpe la coincidencia por llamarla necesidad.
Que me disculpe la necesidad, si a pesar de ello me equivoco.
Que no se enoje la felicidad por considerarla mía.
Que me olviden los muertos que apenas si brillan en la memoria.
Que me disculpe el tiempo por el mucho mundo pasado
por alto a cada segundo.
Que me disculpe mi viejo amor por considerar al nuevo
el primero.
Perdonadme, guerras lejanas, por traer flores a casa.
Perdonadme, heridas abiertas, por pincharme en el dedo.
Que me disculpen los que claman desde el abismo el disco
de un minué.
Que me disculpe la gente en las estaciones por el sueño
a las cinco de la mañana.
Perdóname, esperanza acosada, por reírme a veces.
Perdonadme, desiertos, por no correr con una cuchara de agua.
Y tú, gavilán, hace años el mismo, en esta misma jaula,
inmóvil mirando fijamente el mismo punto siempre,
absuélveme, aunque fueras un ave disecada.
Que me disculpe el árbol talado por las cuatro patas de la mesa.
Que me disculpen las grandes preguntas por las pequeñas
respuestas.
Verdad, no me prestes demasiada atención.
Solemnidad, sé magnánima conmigo.
Soporta, misterio de la existencia, que arranque hilos de tu cola.
No me acuses, alma, de poseerte pocas veces.
Que me perdone todo por no poder estar en todas partes.
Que me perdonen todos por no saber ser cada uno de ellos,
cada una de ellas.
Sé que mientras viva nada me justifica
porque yo misma me lo impido.

Habla, no me tomes a mal que tome prestadas palabras patéticas
y que me esfuerce después para que parezcan ligeras.

(nos vamos por un tiempo)

José Luis Piquero

RIMBAUD
.
Yo no quiero ser yo. La vida entera
la gasté en reinventarme, como un fénix doméstico.
Me fui sobreviviendo como pude.
.
Yo no sé quién soy yo. Tal vez la máscara

debajo de la cara. La pregunta.
.
Yo no pude ser yo. Y el minucioso

trabajo de vivir sin heroísmo se quedó para otros.
La verdad es la triste descripción del secreto.
No quise ser verdad. Quiero ser Nadie.

(una demostración más de que la poesía es diálogo)

lunes, 19 de abril de 2010

Emily Dickinson

Soy nadie. ¿Tú quién eres?
¿Eres tú también nadie?
Ya somos dos entonces. No lo digas:
lo contarían, sabes.

Qué tristeza ser alguien,
qué público: como una rana
decir el propio nombre junio entero
para una charca admiradora.

Que perdure la belleza

con las fotos de portada.

domingo, 18 de abril de 2010

Unos fragmentos de Luis Rosales

Antonio se ha enamorado en estos días y cuando me lo dice me causa un cierto reconcomio,

no lo puedo entender,

¿no recordáis amigos, que el amor de los otros nos parece distinto al nuestro?,

nos parece distinto, pues la determinante del amor es obviamente la donación,

y por ser gratuitos, todos los elementos de un amor que conocemos solamente de oídas nos parecen innecesarios,

hasta hacer el amor,

ya que dicho en voz baja sólo es preciso amar para llevar el mundo en el bolsillo.

-

¿No recordáis, amigos, que el amor de los otros es bastante

pretérito imperfecto?,

pero ellos no lo saben,

no lo pueden saber,

tienen que conquistar su desmesura de corazón,

y todo lo que hacen nos parece prefabricado,

nos parece un cohete que culebrea en el o echando chiribitas,

y quienes lo están viendo alegrear entre la muchedumbre,

saben que está quemándose

y sólo va a dejarnos como herencia una varilla chamuscada.

Ahora ya es un negrón que ha iluminado el cielo y ha caído,

y tú lo has visto arder,

y tú has sufrido al verlo,

pues su vivacidad, su fuerza y su belleza te parecen un desperdicio.

-

¿No recordáis, amigos, que por alguna pervertida inclinación del hombre el amor de los otros nos parece un desahucio?,

la admiración que los amantes suelen manifestarse la juzgamos desprovista de fundamento,

y nos reímos de esa lujosa encuadernación en pergamino que les hace pensar que no hay amor mejor que el suyo,

podemos compartir ese lágrima que ellos siguen planchando cuatro veces al día.

Siempre que vemos juntos a dos amantes sonreímos con esa risa que es como un sello seco en nuestros labios,

con esa risa estampillada

ya que lo más incompatible que encontramos nosotros en el amor ajeno es esa inercio hacia la indignidad,

que constituye, como todos sabéis, el seguro de vida del amor,

su pago anticipado,

y, sin embargo, la vanidad que ponemos en nuestro amor es una forma de onanismo,

un retrato en el agua y nada más,

ya que todas las formas de la vida amorosa tiene al mismo tiempo su valor y su precio que son inseparables.

Así pues ya lo sabes.

No los separes nunca. Nunca,

tienes que actualizar mañana y tarde el costo de tu amor,

quien lo deja de hacer lo pierde todo,

quien lo deja de hacer es porque ya ha empezado a andar con pies ajenos,

y entonces,

ay,

entonces,

nada puede salvarle,

nada puede salvarte porque empiezas a ver tu propio amor como si lo estuviera envileciendo la mirada de otro.

-

Cuando llega el anochecer y el mundo se hace confidente,

hay en el aire un movimiento previo,

y por así decirlo, un movimiento compaginado que mueve nuestros labios de una manera prenatal;

aquella noche, al acercarse a mí, tenía los ojos asombrados,

tenía un asombro llamado Antonio,

y ya sabéis, amigos, que el asombro nos deja en la mirada un desmoronamiento sin orillas.

Yo me encontraba ya tan de su parte

que comencé a sentir recorriéndome el cuerpo, un temblor dialogado,

ya que tal vez el punto de partida de toda confidencia

sea ese momento en que la sangre escucha y en la sangre se acuñan las palabras,

esa tensión interna,

o mejor dicho, esa tensión abierta que hace que todo lo que sientes se convierta en pregunta,

y los labios entonces se mueven sin saberlo,

se mueven sin hablar,

se mueven replegándose,

en torno a una palabra que nadie ha dicho todavía,

y, sin embargo, la escuchamos,

nos la dice una voz que empieza siendo nuestra y acaba siendo unánime.

sábado, 17 de abril de 2010

Peter Taylor

Nadie piensa que me quedaré con ella / mucho tiempo. / Ellos no ven con tanta claridad como yo / el gran potencial que tiene

(Peter Taylor)


 

Decir que Peter Taylor es un autor bastante menos leído de lo que merece sería, aunque tópico, acertado. Decir que Taylor es un autor desconocido y de culto tendría una parte de verdad y una bastante falaz ya que es aunque si sea cierto lo de desconocido, no tiene esa base fiel de seguidores que hablan de él a la menor provocación. Además, se dedicaba a cosas como, según sus palabras "el largo cuento corto y el cuento corto largo" cuando no, como durante una época de su escritura, a los relatos escritos en versos porque así se aseguraba, de acuerdo a su explicación cierta tensión verbal que no lograba la prosa. Con sólo, hasta donde se puede conseguir, dos volúmenes publicados en español (una novela en España, aunque probablemente haya otros libros descatalogados y un librito, por el tamaño, en México) Peter Taylor es, al momento de descubrirlo una sorpresa.

Y más sorpresa cuando, al escandaloso precio de veintiséis pesos, se encuentra El adiestramiento de una amante que, con su formato diminuto, su horrible portada, el desconocido nombre del autor (un seudónimo no demasiado pensado) y ese título, parece ofrecer al lector compulsivo una edición de una noveleta eroto-galante de finales del diecinueve o de los alocados años treinta. Hasta que se descubre, al abrirlo y disfrutarlo de una sentada, que tiene toda la razón Laura Emilia Pacheco cuando escribe que "uno de los mayores atributos de Taylor radique en su capacidad para entretejer con delicadeza las alegrías y desgracias de sus personajes a través de una percepción ligeramente irónica y de una prosa cristalina, siempre eficaz". Eficaz, atributo tan desoído, y tan desusado, por los escritores más rabiosamente contemporáneos que prefieren entregar el brillo artificial en prosa antes que una historia que lleve al lector, sino adentro, al menos con la historia.

El adiestramiento de una amante reúne tres muestras maestras de las diversas facetas de Peter Taylor (falta la novela que practicó en sus últimas obras): el cuento, el cuento en verso y una brevísima obra de teatro.

"En la cineteca" habla de esos encuentros que siempre tienen dos planos, el de los acontecimientos físicos, el qué está pasando, y el del adentro de los personajes, qué está pasando cuando afuera acontece algo. Taylor, consciente de ello, lo resume, sin embargo, con una eficacia construida sólo en lo que el lector ve. Nada más. "Aún le era imposible recordar en qué había pensado cuando tomó al desconocido del brazo". Una película de Bergman, de la que nunca se dice el título aunque es fácil deducir que es El Séptimo Sello, constituye en este cuento un motivo doble: la gran diferencia de formación y de sensibilidad de una pareja que acaba de anunciar su compromiso y lo cercano que se puede estar con alguien a quien no se conoce pero que coincide en muchas más cosas que otro. Y, en realidad, una magistral reescritura de un tema eterno, la nostalgia que se debe sentir por algo que fue y ya no es porque, como al final del relato, "cada uno tuvo el deseo transitorio de aferrarse a algo perdido para siempre".

Las otras dos obras son también demostración de la habilidad de Taylor. "El adiestramiento de una amante", un relato en verso que combina múltiples voces y tiempos en cada una de sus partes, cuenta la historia de un hombre que tiene una amante femenina, sustituto de aquel amor suicida masculino que le abrió la puertas a la sexualidad y que termina con unas terribles palabras de despedida que sirven de epígrafe a esta columna, mientras que la breve "Apariciones familiares", una obra de teatro en un solo acto y con dos personajes, demuestra que no hay temas escabrosos siempre y cuando se traten con habilidad ya que junta, en sus apenas veinte minutos de representación, una historia de incesto y ruina familiar.

En suma, un autor olvidado pero al que, en esta aceleración de los tiempos, valdría la pena recordar y leer.


 

Dice Alan Sparhakw

Explicando eso para lo que no teníamos palabras. "Creo que es un rasgo de nuestra generación. Quienes vengan detrás nos lo van a reprochar con toda la razón. Una cosa es ser derrotados por el sistema y otra tener todo eso delante y ni siquiera ponerse a gritar. Pienso que nuestros hijos leerán sobre esta época y nos preguntarán por qué no poníamos bombas en los edificios del gobierno. Es triste decirlo, pero somos una generación pasiva y complaciente".


 

Banda Sonora

Sentado esperando a que llames, / rezando por que des una señal, / los días cada vez van más despacio / y solamente puedo esperar. / Que vengas a explicar que todo ha terminado, / que tengas que decir que no me quieres ver. / Es imposible que hayas olvidado / lo que los dos podíamos hacer. ("Segundo Premio", Los Planetas).

viernes, 16 de abril de 2010

Lienzos y acuarelas

Pintabas acuarelas hace mucho tiempo
Un lienzo, el cielo, todo el firmamento.

Pasteles, ocres, verdes, azules y amarillos
Dibujaban tu sonrisa.

Una pena
Con lo bien que se te daba.

Hace mucho que no pintas nada en mi vida
Tu infancia ya no vuelve
Mi juventud, perdida.

Negro y rojo anaranjado disueltos en el agua
Coloreaban paisajes y barcas en la playa
Píntame aceitunas otra vez
Podrías repetir ese momento.

("Pleasant dreams" en el CD "green ufos cumple quince años", RDL octubre 2009).

O quizá, Anne Sexton: "Yo soy lavable" (aunque no sea cierto).

jueves, 15 de abril de 2010

José Hierro

DON ANTONIO MACHADO TACHA EN SU AGENDA UN NÚMERO DE TELÉFONO

Borra de tu memoria
este número de teléfono.
2-6-8-1-4-5-6.
Táchalo en tu agenda.
Si ahora marcaras este número que no puede escucharte,
nadie respondería. Este número sordomudo:
2-6-8-1-4-5-6.
Borra, olvídalo, tacha este número muerto:
es uno más, aunque fue único.

Las hojas de tu agenda tienen más tachaduras
que números y nombres.
Ya quedan menos a los que llamar;
apenas quedan números y nombres que te hablen
o que te escuchen: 2-6-8-1-4-5-6.
Haz todo lo que puedas para que se disuelva en tu memoria:
destrúyelo, trastuécalo:
8-6-2-4-1-5-4,
rómpele el ritmo que le correspondía:
4-5-2-6-1-8-4,
ya no lo necesitas,
no necesitas esos números, esos nombres o sombras.
2-6-8-1-4-5-6:
«¿Está Leonor?»
Y suponiendo que alguien te responda,
será otra voz la que responderá.
Baraja el número, confúndelo, desordénalo.
Así: 1-4-2-5-6-8.
«¿Está Guiomar?»
Baraja números y nombres, barájalos,
sobre todo los nombres:
«¿Está Guionor?» «¿Está Leomar?»
                                                                        Silencio.
Olvida, tacha, borra, desvanece
esos nombres y números,
no intentes modelar la niebla.
resígnate a que el viento la disperse.

¡Colinas plateadas...!

miércoles, 14 de abril de 2010

Lo decía Nacho Vegas...

"hay días en que valdría más / no salir de la cama".
Pero Kubrick y a. lo explican mejor.

martes, 13 de abril de 2010

Una ópera egipcia

O sea, una obra maestra.
Puede que te guste, puede que no.
Pero indiferente, indiferente, imposible: prueba esto.

lunes, 12 de abril de 2010

Falta un día

El 13 de abril de 1204 la cruzada saqueó Constantinopla...

.
El 13 de abril de 1921 se constituyó el partido Comunista de España...

El 13 de abril de 1931 se fundó el Granada Club de fútbol...

El 13 de abril de 1970 un tanque de oxígeno explotó en el Apolo XIII...

El 13 de abril de 2010 ve la luz el octavo álbum de Los Planetas..."UNA ÓPERA EGIPCIA"

domingo, 11 de abril de 2010

Breve tratado de la pasión

-¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cuánto?

-Tu casa. Esta noche. Gratis.

(conversación entre el príncipe de Joinville y Rachel Felix)


 

Sólo hay dos opciones al sufrir una desilusión amorosa: olvidarla o regodearse en el fracaso, ya sea propio o ajeno, regodearse en como otros triunfan donde uno fracasa. Y, además de mil canciones, siempre hay un libro que pueda hacerlo por el lector. Breve Tratado de la Pasión (Lumen, 2009) es, sobre todo para evitar ir de un lado a otro, de un libro a otro, el volumen perfecto para ello. Un libro que, a pesar de su título que suena a ensayo sesudo y complicado, es, sobre todo, únicamente, una recopilación de cartas y poemas entre amantes, o de amantes despechados a su contraparte, que nos recuerda la pasión, precisamente, que nunca alcanzaremos.

Como explica la cuarta de forros, los editores "queríamos un libro ameno pero sin frivolidades y pedimos a Alberto Manguel que pusiera su talento de lector al servicio de la pasión amorosa". Y, Manguel, ya conocido, sobre todo, por Una Historia de la Lectura y el Nuevo Elogio de la Locura, hace, exactamente, lo que se le pide y pone su biblioteca y sus conocimientos al servicio del lector, más ocupado o menos leído, para ofrecerle ejemplos, de todos los siglos y todas las latitudes, de casi todos los tiempos y de casi todas las latitudes, para que confronte, compare, enfrente, o lo que tenga que hacer su pasión con la de, por ejemplo, Chateaubriand, Chejov, Shigenari, Silvina Ocampo, Joyce (con, es justicia decirlo, su cartas menos escatológicas), Celan en correspondencia y no con un poema, Whitman escribiéndole a muchachos, Abelardo, el genialmente acertado Gil de Biedma, Atwood, Auden o, menos conocido como autor de cartas dignas de cualquier antología de correspondencia, Mozart.

La ventaja de un libro como Breve Tratado de la Pasión es que, en estos tiempos de prisa y poco tiempo para la lectura, no obliga, para nada, al lector a leerlo seguido o a marcar donde terminó la lectura o a aburrirse al encontrar un pasaje ya conocido. Como los grandes libros de poemas, como esa sinfonía de Los Planetas, hace que cada instante, cada línea sea de reconocimiento o envidia o anhelo. Y más al saber que, en la mayoría de los casos, como buena correspondencia, no fue escrita para nosotros sino únicamente para su destinatario y que somos nosotros, aprendices siempre de ese infinito y variado juego del amor, quienes nos asomamos buscando indiscreciones y trucos no falso pero tampoco originales. Sirvan los tres ejemplos siguientes y el, directo y a veces efectivo, epígrafe.


 

Happy Ending

"Aunque la noche, conmigo, / no la duermas ya, / sólo el azar nos dirá / si es definitivo. // Que aunque el gusto nunca más / vuelva a ser el mismo / en la vida los olvidos / no suelen durar" (Jaime Gil de Biedma).


 

De poeta a poeta

"Amo vuestros versos con todo mi corazón, señora Barret, y no es una ligera carta de elogios la que pretendo escribir ni, de cualquier otro modo, un súbito reconocimiento de la evidencia de vuestro genio; he aquí una graciosa y natural conclusión parta el asunto: desde el día en que leí por primera vez sus poemas, la semana pasada, me divierte bastante recordar cómo estuve dándole vueltas en mi cabeza a lo que debía ser capaz de contarle acerca del efecto que tuvieron sobre mí pues en el primer arrebato del placer pensé que debía abandonar mi costumbre de gozar pasivamente, cuando gozara de verdad y justificar mi admiración, ¡tal vez, incluso, como un leal compañero de oficio, intentar encontrarle defectos y hacerle así un servicio del que sentirse orgulloso en adelante!" (de Robert Browning a Elizabeth Barret).


 

Dice Chopin

"¡Quién sabe las baladas, las polcas, tal vez un concierto entero, que han sido engullidas para siempre por tu re bemol mayor! No puedo imaginar lo que podría haber sido, ya que no he compuesto nada durante un tiempo tan largo, inmerso como estaba en ti y el amor. Obras que podrían haber visto la luz se ahogaban en tu pequeño y dulce re bemol mayor, ¡o sea que estás repleta de música y fecundada con mis composiciones! (…) Ah, se me ha ocurrido un nuevo nombre musical para el pequeño re bemol mayor. Podríamos llamarle tácet (expresado en notación musical por —). Te lo explico: ¿acaso no es una pausa, un agujero en mitad de la melodía? Entonces esa palabra es un término musical bastante apropiado para el pequeño re bemol mayor".

La sorpresa es que Chopin el de las delicadas composiciones para piano se refería, según la nota integrada en el texto, al sexo de su amada con esa delicada figura musical del re bemol mayor, que en el piano es la tecla negra que se encuentra entre las blancas do y re.


 

Banda Sonora

I regret how I said to you / 'Honey, just open your heart', / when I've got trouble even / opening a honey jar. / And that's, right there, / is where we are. ("Good intentions paving company", Joanna Newson).

viernes, 9 de abril de 2010

Vera Pavlova, recién traducida al inglés

A Remedy for Insomnia

Not sheep coming down the hills,
not cracks on the ceiling—
count the ones you loved,
the former tenants of dreams
who would keep you awake,
once meant the world to you,
rocked you in their arms,
those who loved you . . .
You will fall asleep, by dawn, in tears.

jueves, 8 de abril de 2010

Dos de Arlette Luévano

La serie completa, aquí.

VII
Hay niebla en mis rodillas
un cansancio elemental
de ave migratoria
obligada al sedentarismo

VIII
Suelo ser un hombre apagado
cuando no una mujer leve
en implosión

Tengo la marca de haber conocido el amor                   un lunar azul

y bajo el resguardo de las entretelas
una víscera oscura   palpitante
reposa con el ritmo escalonado
y la voz aguda
de quienes extrañan al mar

 
 

La ausencia de las olas rompe en mi frente

martes, 6 de abril de 2010

Jorge Fernández Granados

Nadie va a salvarnos.

Ni el amor, ni la fe, ni la palabra.

Nadie va a saber que fuimos tantos

embarcados en el haz de la ternura,

angustiados y desnudos,

errantes y remotos.


 

Nadie hablará por nadie.

A cada quien se le rompe el alma

con sus propios días mal escritos

o se le seca la espiga del mundo

cuando apenas la roza con sus manos.


 

Nadie va a defendernos

de la querella del silencio

ni a amarrarnos el nudo de la vida

o de los zapatos. Nadie

va a lavarnos de noche el corazón

con las gotas apuradas del sueño o del cariño

para aliviarnos del rudo, misterioso animal

que ama y carga nuestro nombre por el mundo.


 

Nadie va a salvarnos

de morir siempre a destiempo

prematura o viejamente agradecidos de lo simple,

aguerridamente tristes, y juntos, en la muerte.


 

(…)


 

Nadie va a salvarnos.

Nadie va a saber que lo sabemos.

lunes, 5 de abril de 2010

Un fragmento de Luis García Montero

(en Nexos de este mes)

Es como cuando salgo de mí mismo.
después de haber nadado entre dos aguas
incluso en la bañera.
Dejo la ropa sucia a los pies de la silla,
una cama deshecha,
los platos sin lavar,
toallas en el suelo, y en el cuarto de baño
un espejo con niebla
donde está todavía
el desnudo sin piel del impostor
que ahora sale a la calle,
y saluda a los otros,
y atiende a quien le llama por su nombre.

Todo es raro y difícil
como sentirse Luis, como vivir en el segundo
izquierda de la noche,
ser español o estar enamorado.

Tal vez nos vamos de nosotros mismos.
Pero queda una luz, un grifo abierto,
la sombra de una puerta mal cerrada.

PD: en los países de habla inglesa, culpen a Eliot, se celebra en Abril el mes de la poesía. La intención es subir un poema al día a partir de hoy (durante el mes, claro). Pero con mis conexiones quién sabe.

sábado, 3 de abril de 2010

El oro ensortijado

Generar nuevos significados, nuevas lecturas, nuevas interpretaciones.

(Jorge Mendoza Romero)


El Oro Ensortijado tiene un subtítulo, "poesía viva de México", que admite una doble lectura: una antología de poetas vivos y una antología de poesía vital. Pero la labor de los cuatro antólogos (Mario Bojórquez, Alí Calderón, Jorge Mendoza Moreno y Álvaro Solís) es, sobre todo y principalmente, la de ofrecer una opción estética en un volumen que se presenta desde el principio no tanto como una selección, que lo es, sino como una afirmación de lo más cierto que hay en cualquier lector, el placer. Por eso afirma Alí Calderón en su texto introductorio que "obedecemos en esta antología (…) a lo más íntimo y sincero: el gusto. Esta reunión de poetas parte del gozo de leer poesía". Una parte de las reseñas y críticas sobre El Oro Ensortijado hablan, en lugar de lo que hay entre las páginas, de precisamente todos aquellos autores que no están "representados" y que podrían estar. Leer así, presupone una idea que Bojórquez rechaza en las primeras páginas al escribir que este libro "se rebela ante la idea del uso de la antología como vehículo de legitimación de un discurso o de sus implicaciones sociológicas". Ambos puntos, el placer y la posición, se encuentran explicitados en dos frases de la introducción de Jorge Mendoza Romero: "no se trata de universalizar nuestra experiencia subjetiva de lectura. Lo que no impide defender una posición". Bajo esas premisas debe, pues, leerse El Oro Ensortijado, como "una antología que se sostenga, además, por un gusto honesto y una idea de la poesía".

Ordenados por fecha de nacimiento, entre Alí Chumacero (1918) y Alí Calderón (1982) se encuentran poetas que representan en sí mismos una línea de vitalidad, de ahí la afirmación del subtitulo, en la poesía mexicana de este siglo. Asombra, y es raro en otras antologías recientes, encontrar en esa coincidencia diferencias estilísticas entre los poetas. Conviven tranquilamente en las páginas, y en la mente y corazón de quien lee, la densa escritura de Claudia Posadas con el experimentalismo de Gerardo Deniz, la siempre irónica poesía de Héctor Carreto con la siempre impecable de Tomás Segovia. Y así podrían continuarse los ejemplos, buscando parejas de escritores de extremos, sino opuestos, al menos, bastante alejados.

Elegir de entre toda esa nomina que presenta El Oro Ensortijado es complicado y cada lector ha de tener la antología de su antología. Lo único que cabe hacer es leerla con la misma propuesta que fue escrita, dejándose llevar por el placer del descubrimiento o, en la mayoría de los casos, por el redescubrimiento. Los nombres para el lector habitual de poesía son conocidos, aunque nadie esté exento de una que otra sorpresa. Los poemas, en su selección, representan alguna que otra sorpresa. Esta antología es más que una simple nómina, un intento de posicionamiento o la afirmación de un triunfo estético, una constatación de la diversidad de propuestas, maneras y modos que caben dentro de la palabra poesía o Poesía. Una poesía que quiere enlazarse en esa tradición que comenzó con Francisco de Terrazas que "fundó la otra poesía y escribió / el primer verso del primer soneto: Dejad las hebras de oro ensortijado…".


Una toma de postura

"Creemos en la poesía de la pasión, en la que nace de la combustión de los huesos, como quería el Jerezano. Creemos profundamente en la poesía que estremece, que hace sentir algo más allá del tedio, que emociona. Creemos igualmente en la poesía que deleita, en aquella que sobresale por la autoreflexividad, es decir, por su cuidado formal, esa poesía que a través de la técnica y el oficio alcanza el donaire y la delicadeza de expresión" (Alí Calderón).


Paseando por Palacio de Gobierno,

un amigo, extranjero, se asombraba de los murales y pedía un poema. "Merecen", decía, "un poema largo, épico. De esos que ya no se escriben". Qué buen momento y qué gran regalo sería que alguien reeditara "Lección de historia patria ante un mural revolucionario" de don Víctor Sandoval que contiene, aunque eso debe quedar a gusto de cada lector, algunos de los mejores versos del maestro: "Aquí nace la luz y aquí termina; / pero su resplandor se eleva y no declina. / Y aquí estamos nosotros, asomados / hacia el paisaje y la verdad, cercados / por el verso en tumulto del poeta…".


Banda Sonora

Adiós a los días de fiesta, a los telediarios y a las caracolas. / Adiós a las ruedas de prensa, los falsos robados y las amazonas. / Adiós a los trajes de baño, los viajes pagados, los sitios de moda. / No habrá más copas de yate, tirar las botellas, dormir a deshoras. ("El cumpleaños de Ronaldo", La Costa Brava).