martes, 30 de junio de 2009

Lorrie Moore (Childcare)

El primer párrafo del nuevo cuento de la MAESTRA Moore
El frío llegó tarde aquel invierno y agarró desprevenidos a los pájaros. Para cuando la nieve y el viento comenzaron en serio, muchos ya se habían resignado a quedarse y en lugar de volar al sur, en lugar de haber ya volado hasta el sur, se cobijaban en los jardines de la gente, con las plumas hinchándose a cambio de conseguir algo de calor. Yo estaba buscando un trabajo de niñera. Era estudiante y necesitaba el dinero, por eso iba de entrevista en entrevista por esos vecindarios atractivos pero helados, pasando junto a las extrañas multitudes de petirrojos que picoteaban el suelo, grisáceos y enfermos -aunque qué pájaro en la mejor de las circunstancias no parece un poco enfermo-, hasta que al fin, al final de mi búsqueda, al final de la semana, de repente los pájaros desaparecieron. Yo no quería pensar en lo que les había pasado. O, quizá, esa sea sólo una expresión –de educación, una falsa promesa de delicadeza- porque, de hecho, yo me preguntaba todo el tiempo por ellos: imaginándomelos muertos, en impresionantes montículos en algún campo mortal de maíz a las afueras de la ciudad o cayendo del cielo en parejas o en tríos a lo largo de la estatal de Ilinois.
El resto del cuento, en inglés: aquí.

lunes, 29 de junio de 2009

sábado, 27 de junio de 2009

Barthelme, Fernando Ruiz Granados, Muñoz Molina y Roth

—Sobre gustos no hay nada escrito —dice el rey—. No he yacido con Ginebra en estos últi­mos doce años. No es que no la quiera, entendedme. Pero los veinticuatro son mi límite supe­rior. Siempre lo ha sido y siempre lo será.
(Donald Barthelme)


Donald Barthelme es, lamentablemente, un escritor olvidado. Y, también, poco traducido. Y lo poco traducido, difícilmente conseguible. Por eso encontrar un ejemplar de El Rey en una librería de viejo es un milagro que merece ser leído de inmediato.
“—La antimoral bolchevique —dice Ezra— pro­cede del Talmud, que es la doctrina más infecta que ninguna raza codificara jamás. El Talmud es el único y exclusivo engendrador del sistema bolchevique. // —En un instante estará hablando de «usure­ros afeminados» —comenta Arturo—; ha de es­perarse de los poetas que están locos, pero éste...”. El Ezra que habla, desde la radio en apoyo a Alemania, es, por supuesto, Ezra Pound, el Arturo que le responde, el rey del título, es el rey Arturo de las leyendas que se encuentra en una guerra, ¿la segunda?, ¿todas las guerras?, intentando manejar un reino y una reina que se le escapan de las manos.
El Rey puede ser, y de hecho lo es al mismo tiempo, una relectura, reinterpretación de la leyenda de Arturo, un ataque frontal y cínicamente posmoderno a la sociedad contemporánea y, sobre todo, una demostración de que en el arte de la escritura todo vale mientras se sepa hacer valer. Como juntar por ejemplo, los ciclos, la cultura occidental y las armas de destrucción masiva en unas cuantas líneas: “—El Paraíso, la Caída y el regreso al Paraíso... no es un cuento. Resulta demasiado simétrico. No hay giros. Nada más el Paraíso, plis, la Caída, plas, y el Paraíso otra vez, plis. Y tengo la impresión, una intuición si lo preferís, de que incluso si se recuperara el Paraíso, nos encontraríamos mú­sica de Milhaud y frescos de los futuristas ita­lianos. // —Pero tenemos algo por lo que luchar —ob­jeta sir Roger—. Y es muy importante tener una meta así. // —No discrepo de vos. Un Grial, por ejemplo. // —Pero un Grial-bomba... no me gusta.”.
Barthelme, aunque maestro en el cuento corto, aprovecha todas sus habilidades, dislocación temporal, argumentos ilógicos y una exactitud en el lenguaje para una novela no muy larga para hacer reír al lector mientras lo deja reflexionando.

De árboles y pájaros
Así de sencillo se titula el último libro de Fernando Ruiz Granados publicado en la remozada colección de Práctica Mortal de CONACULTA. Su propósito lo explica uno de los breves poemas de la segunda parte del poemario. “Escribir un poema sobre las hojas / Por el simple motivo del verdor”. En esos dos versos se encierra la grandeza y, al mismo tiempo, la tibieza del poemario. Los más cien poemas, cortos, muy pocos pasan de los diez versos, son concentradamente líricos y en ellos la anécdota se convierte más en una estampa, lo que según el anónimo comentador de la contraportada conforma “una poética cercana al espíritu del haiku”.
De árboles y pájaros sin ser un gran libro es uno de esos libros necesarios en toda tradición poética, la obra de eso que los ingleses llaman minor poet, alguien con oficio y artesanía. Todo, el ritmo, las imágenes, los pocos encabalgamientos, la simpleza de las imágenes, está bien. Pero, y esa es la gran diferencia entre un buen libro de poesía, como este, y un gran libro de poesía es eso que hay detrás de la imagen, detrás del vuelo o del ramaje, y que se queda instalado para siempre en el lector. Ruiz Granados, autor también del culto Poemas de Brindisi, ha caído en este poemario en una trampa que, tal vez sin querer, su propio poemario explica: “la terredad del pájaro es su canto”.

Lo dijo Muñoz Molina
"Cada vez que empiezo una novela me veo confrontado con el aprendiz dentro de mí", citando a Philip Roth. Y parafraseó. "Ahora sé que seré un principiante por muchas novelas más que escriba, y que si tengo alguna seguridad demasiado sólida será porque me estoy equivocando". Toda una lección de humildad de ambos maestros.

Banda sonora
“Sorteamos bien algunas emboscadas, / pero otras veces no, y sufrimos bajas. / Esto es para ellos, que tanto nos odiaban, / sabed que vuestras armas no lograron nada” (“Política celestial”, Los Planetas)

viernes, 26 de junio de 2009

simbiosis

(Del gr. σύν, con, y βίωσις, medios de subsistencia)

1. f. Biol. Asociación de individuos animales o vegetales de diferentes especies, sobre todo si los simbiontes sacan provecho de la vida en común.
¿Asociación? ¿Provecho? ¿Común?
¿SIMBIONTES?

jueves, 25 de junio de 2009

miércoles, 24 de junio de 2009

Landscape With The Fall of Icarus (W. C. W.)

According to Brueghel
when Icarus fell
it was spring

a farmer was ploughing
his field
the whole pageantry

of the year was
awake tingling
near

the edge of the sea
concerned
with itself

sweating in the sun
that melted
the wings' wax

unsignificantly
off the coast
there was

a splash quite unnoticed
this was
Icarus drowning


Paisaje con la caída de Ícaro
Según Brueghel / cuando cayó Ícaro / era primavera // un campesino araba / su campo / todo el esplendor // del año / despierto aguijoneaba / cerca // del borde del mar / preocupado / sólo de sí mismo // sudando al sol / que derritió / la cera de las alas // insignificantemente / cerca de la costa / hubo // un zambullirse / era / Ícaro que se hundía

martes, 23 de junio de 2009

11

La noche, no la noche, ella, se transforma en preguntas. ¿Por qué negro? Ella no contesta pues lo haría con otra pregunta ¿Por qué el cuerpo cubierto y el sexo desnudo? La respuesta sería la misma.
Y, conforme ella se acerca a la cama, las dudas desaparecen. Conviene a ambos que desparezcan.
Las manos comienzan el juego necesario del apoyo. El mismo gesto. Las palmas abiertas que se apoyan; los puños que se cierran como sobre las riendas. O están a punto de hacerlo.
Bastará la noche, sin dudas, para que sus cuerpos sean espejo.
De oscuridad. De certeza.

lunes, 22 de junio de 2009

Una propuesta de traducción

A finales de 1995 y principios de 1996, The Village Voice propuso (y publicó, claro) una novela en quince capítulos que reuniera como autores a quince nuevas voces. En el número del 26 de marzo, publicó una versión resumida de la novela. En la lista de obras no recopiladas de David Foster Wallace (que se puede encontrar aquí) está el pdf de la novela completa tal como apareció a lo largo de las quince semanas (aunque algún error en algún lugar hace que baje lentísimo; por eso también lo puse aquí).


Los autores, en el orden en el que fueron publicando, son Jonathan Frazen, Rick Moody, A. M. Homes, Randall Kenan, Jim Lewis, Susan Daitch, Matthew Stadler, Claire Messud, Dale Peck, Iva Pekarkova, David Foster Wallace, Carol Anshaw, Irvine Welsh, Gary Indiana y Neil Gordon.


Mi propuesta es sencilla: quince autores, quince traductores.

Si alguien se anima que deje un comentario.
ACTUALIZACIÓN (martes): quedan dos. anímense muchach@s.
ACTUALIZACIÓN: YA ESTAMOS, PERO QUIEN SABE SI NOS LLEGUE PARA DOS VERSIONES DE CADA CAPÍTULO. SEAN TODOS BIENVENIDOS. OJALÁ JUNTEMOS PARA UNA DOBLE VERSIÓN.

domingo, 21 de junio de 2009

Una historia de amor (y vampiras)

Ayer fui a ver Dejame entrar con dos personas a las que estimo mucho por razones totalmente diferentes.
(Este post continuará, pero aún tengo que organizar mis ideas al respecto).

Eso sí. No es una película de vampiros. Es de amor. No, no es de amor; es una cinta romántica, de esas que ya no se hacen.
Lo de menos es que el niño sea un marginado sometido al bullying de sus compañeros. Lo de menos es que ella sólo salga de noche y duerma en la bañera cobijada, literalmente. Lo de menos es que su historia sea imposible.
(Cita de memoria y probablemente tergiversada)
- ¿Quieres ser mi novia?, le pregunta el niño a la niña que acaba de entrar desnuda a su cama.
- ¿Y eso que implica?
- Nada, podríamos ser igual.
Dejame entrar es sobre todo el recordatorio, perfectamente rodado, impecablemente secuenciado entre los planos-secuncia largos, no llegan a larguísimos, y los momentos de avance de la acción, el recordatorio de que en toda pareja disimil hay una posibilidad de enamorarse.
Simplemente hay que saber dejar entrar al acertado. O a la acertada.
PD: "Romántica" etiquetó a. la película. Yo unicamente corroboro.

sábado, 20 de junio de 2009

El Tao, Javier Marías y miles de mariposas

Hoy:

Un buen jefe militar no es belicoso, ni toma parte en la acción (…) Un buen vencedor no lucha contra sus enemigos y lucha sin combatir.
(Lao Tse)

El Tao Te King no es un libro, es una guía. No es una guía, es un misterio. No es un misterio, es algo más. El problema como lector es saber dónde y cómo está ese más. Es un libro que no puede leerse de una sentada, que no debe leerse de un tirón. No es un libro de consejos, pero cualquiera de sus preceptos resulta ser una buena guía para la vida, para la cotidiana y también la extraordinaria. El Tao Te King es más que un libro aunque nunca sepamos qué más es.
Si en algo coinciden todos los comentaristas y exégetas del breve compendio (que en realidad son dos: el Tao King y el Te King) es dos cosas, íntimamente unidas ambas. En primer lugar, en lo difícil de la traducción, del propio texto y del título (que ha encontrado versiones tan disparejas como Libro de la Vida y su Virtud y Tratado del Principio y su Acción). Y, después, y esa es principalmente la gran fuente inagotable de esta reunión de máximas es la misma inagotabilidad del texto que a cada lectura, que debe recomendarse salteada o, como propone Marcela, como un oráculo infalible, gana una interpretación nueva.
Llama la atención, a vuelavista, la semejanza entre ciertas partes de este texto y las máximas del fundador del catolicismo. “Quién es valiente y temerario, perecerá”, “mis palabras son fáciles de entender”, “lo que está bien plantado, no podrá ser arrancado”. Esas y otras tantas frases podrían haber estado en labios de Jesucristo pues el trasfondo es el mismo. No resulta entonces nada casual que una de las primeras traducciones del texto fundacional del taoísmo estuviese hecha por jesuitas que, seguramente, hallaron partes de su doctrina escrita en esos ideogramas tan ajenos.
“El Tao permanece siempre inactivo y[,] sin embargo, nada deja son hacer” resume, como podría hacerlo casi cualquiera de los aforismos, consejos, máximas o cualquier otro sinónimo, el espíritu del libro y del taoísmo. Bajo la afirmación de una contradicción aparente se esconde algo, tan cercano a ese “no sé qué que quedan balbuciendo” de San Juan de la Cruz, a los oxímoros de Santa Teresa de Ávila, al quietismo del tan olvidado Miguel de Molinos, que está, a un tiempo en el texto y fuera de él, en la escritura pero también en el interior de uno mismo. Por eso es tan difícil vivirlo aun reconociendo su verdad. Porque el Tao “que puede ser expresado no es el Tao eterno”.
Y apenas un último consejo que desde las páginas del tomito resuena poderoso en la mente y el corazón a pesar del difícil cumplimiento: “Ama todas las cosas. El universo es uno”.

Un Marías reeditado
Faulkner y Nabokov: dos maestros: así de directo y claro es el título del libro más reciente de Javier Marías, libro que, en realidad, no es sino la unión en un solo volumen de dos títulos anteriores de denominaciones un poco más crípticas. Si yo amaneciera otra vez fue el publicado en 1997, centenario de nacimiento de William Faulkner, y Desde que te vi morir conmemoró los cien años del nacimiento del maestro ruso, ¿angloruso?, Vladimir Nabokov. Los subtítulos de ambas partes son también definitorios, claramente definitorios, de Marías y su relación con ambos autores: “un entusiasmo” en el caso del Nobel sureño, “una superstición” en el del autor de Ada o el ardor. ¿Obligatorio? No, pero casi.

Un placer desconocido
Dice Simon Winchester reseñando en el NYT un libro sobre Oriente, Occidente y la sexualidad que a una amiga suya “en la Tailandia profunda se le pidió que se tumbara bastante desnuda sobre una mesa de cedro y tres jóvenes ayudantes femeninas aplicaron con gentileza un ungüento de olor dulce a sus partes más íntimas. El trío se retiró silenciosamente, pidiendo a mi amiga que se quedase quieta. Unos segundos después oyó como se abría una puerta, un sonido como apresurado y sintió el aire henchido de movimiento. Y, entonces, se vio arrebatada por una placentera sensación física de una intensidad casi insoportable. Levantó ligeramente la cabeza y pudo ver la razón: de repente partes de su cuerpo se habían cubierto de miles y miles de mariposas de brillantes colores. Todas estaban entregadas a la labor de lamer el ungüento con lo que se sentía, como recordaba, como un millón de lenguas diminutas”.

Banda sonora
“Yo busqué la luz metiéndome en un pozo / e intenté pintar blanca la oscuridad. / Te tuve un instante delante de mis ojos, / mis dedos tocaron la soledad. // Muchos buscan oro y sólo encuentran piedras / y he visto lunáticos siguiendo el sol. / Puñales en la espalda, tú traerás de vuelta / si lo que vas buscando es amor. // ¿Por qué nadie encuentra lo que busca?” (“Nadie encuentra lo que busca”, 091).

viernes, 19 de junio de 2009

Un fotografía, T. S. Eliot y el plagio




Me encantó la fotografía que recibí ayer.


Busco la cita exacta de Eliot que le corresponde. Y no existe. La famosa atribución de "good poets borrow, great poets steal" (los buenos poetas toman prestado, los grandes poetas roban) dice en realidad en The Sacred Wood:




One of the surest tests is the way in which a poet borrows. Immature poets imitate; mature poets steal; bad poets deface what they take, and good poets make it into something better, or at least something different. The good poet welds his theft into a whole of feeling which is unique, utterly different than that from which it is torn; the bad poet throws it into something which has no cohesion. A good poet will usually borrow from authors remote in time, or alien in language, or diverse in interest.


Una de las pruebas mas ciertas, está hablando el todavía joven Eliot de la superioridad o la inferioridad de un poeta, es el modo en que un poeta toma prestamos. Los poetas inmaduros imitan; los poetas maduros roban; los malos poetas afean lo que hacen y los buenos lo transforman en algo mejor o, al menos, en algo diferente. Los buenos poetas incluyen su robo en un sentimiento total que es único, muy difrente a aquel de donde lo extrajeron. El mal poeta lo mete en el algo que no tiene cohesión. Un buen poeta robará, la mayor parte de las veces, de autores lejanos en el tiempo, o de otro idioma o que tengan otros intereses.





jueves, 18 de junio de 2009

Inteligente

Can you say once and for all what makes a good story great?
GARRY MARSHALL
It’s the same thing that Aristotle wrote in 300 BC. You need a solid beginning, middle, and end for a good story.
(...)
GARRY
But that happens sometimes. Fail. Fail again. Fail better. Samuel Beckett said that. Some people think Britney Spears said it. But I prefer to go with Beckett. More erudite.
(...)
Do you still write or work every day?
GARRY
I try to. Flannery O’Connor once said she wrote every day because she worried if she skipped a day it might have been that day that she would have chosen well.

Más aquí.

miércoles, 17 de junio de 2009

A perfect advice

'The facts are not always what they seem,' answered Holmes. 'If we look at them in another way, they can tell quite a different story.'
(A. C. D.)

martes, 16 de junio de 2009

Posdata


Bloomsday

Hoy comenzó de un modo demasiado explícito como para ser cierto. Pero eso comenzó ayer y fue sólo, como en el cine cuando el editor de sonido hace que antes de ver la imagen la escuchemos, una penetración de un día en el otro.
Después, o sea, ya hoy, hablamos de Sylvia y Ted. No recuerdo el aniversario de boda de mis padres. De hecho, no recuerdo ni siquiera la fecha de sus respectivos cumpleaños. Mi propia boda la recuerdo entre brumas de alcohol y uno de los mejores poemarios que se han escrito en este país.
-¿Por qué no te casaste en Bloomsday?, me dice.
Me callo.
*
Siete y media de la mañana. Clase de inglés. Como Joyce en Trieste.
*
Vuelven las imágenes de la noche anterior. Aguascalientes no tiene mar; ni siquiera un río decente. Sería falso escribir como ondas golpeando la orilla. Un prado. Las imágenes son un prado, agitado por el aire. Tampoco hay aire. En fin. Epifanías diminutas. Nada trascendente. Laicas.
*
¿Qué estará pensando A.?
*
Un momento de paz (exámenes por diseñar, exámenes por aplicar, exámenes por corregir) y aprovecho para leer las primeras páginas de Nocturna de Guillermo del Toro, el niño que le prometió, según cuenta en El País, que dedicaría su vida a los monstruos de su habitación si lo dejaban en paz. ¿Guillermo del Toro, rilkeano?
*
Examen de "arts". Una de las preguntas les pide que escriban el nombre de un escritor. Los tres nombres más repetidos: J. K. Rowling, Julio Verne, Octavio Paz. El barbero que hay, inevitablemente, en todos los salones anoto mi nombre. Imbecil.
*
M. me manda un mensaje que sólo dice "happy bloomsday". M. descubrió la importancia de la fecha cuando hizo de Sylvia Plath en una obra de teatro, "la niña que quería ser dios". Unos minutos después, vuelve a mensajearme. A. no te conviene. "Una pareja rara" dice. O prejuzga. Recuerdo a Mau que siempre pregunta lo mismo en sus correos electrónicos cuando tengo un tiempo sin escribirle.
*
L. me dice que él celebra bloomsday no en su blog sino en la vida real. Abro el blog de su sensei y tampoco lo celebra. La única revista cultural (de entrenimiento) online de mi ciudad tampoco. O sea, en esta "tierra adentro" lo celebran: la actriz, la poetisa depresiva y el imbecil que está en todo. Ah, y el gerente de compras de una multinacional.
*
Llego a la oficina. Boletines, boletines, boletines.
*
Mañana: Lorca, la muerte de un poeta en una biblioteca; el viernes, la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes tocando Así habló Z.; un concurso de ballet para julio que hay que anunciar ya y una conferencia de ex-alumnos de la U.N.A.M. En investigar (googlear) sobre eso y en redactar se me irá la tarde.
*
Llama ella. Me dice que, por primera vez, ha usado una misma cámara web para dos chicos al mismo tiempo. Uno de ellos tenía cámara, el otro no. Me dice mil cosas más. Se viene y después, ¿qué menos?, hablamos de las cartas de James a Nora. Se me aparece de nuevo el rostro de Mau.
*
J. (no ese J,, otro), al que no imaginaba lector del Ulysses, libro que acaba de tomar prestado de la biblioteca donde trabaja (qué envidia la mía), me pide que le enseñe a bloggear la entrada tal y como pide la convocatoria. Uno más.
*
D. con la que compartí oficina apenas un par de meses me invita a unas London Pride. Tal vez no el mejor nombre del mundo para este día tan dublinés.
*
Hora de salir. Espero llamadas. O que sea una noche fructífera. La columna de esta semana será sobre el "Tao Te King" y una breve traducción de un texto "delicioso" de Simon Winchester. Y, quizá, de pasadita a Nabokov y Faulkner (o viceversa) leídos por Marías. (Y si no me llaman a volver a encerrarme con una traducción atragantada).
*
Le explico a T. Y con eso termino mi jornada de trabajo. A casa. Aunque de camino hay un bar.
*
En efecto, se me cruzó el bar. Estoy tirado en la zona de no fumadores junto a un próximo becario de CONACyT y un pedágogo que relee Aristóteles. No me quedará más remedio que seguir fomentando mi amor a la cerveza. Una rubia había preguntando por mí me dijo la mesera. Ahí sigue, pero no la reconocí. Era E., mi amiga lesbiana.
*
Pedimos la cuenta. Paga el aristotélico (menos mal que no es platónico). Intentaré llegar a casa, pero la mesera me dice que me quede.
*
T. reprocha mi ¿facilidad? Yes I will. Yes. Fiesta el viernes.
*
LLego a casa y me duermo leyendo Chesil Beach.
*
En resumen: un buen día.


PD: le escribí a V. Pero no me contestó.

lunes, 15 de junio de 2009

Preparando Ícaro

Algo asombroso, un niño que caía de los cielos,tenía adónde ir y prosiguió su viaje imperturbable.
(W. H. Auden)


La verdadera historia de Ícaro comienza donde terminan las leyendas.

El joven fugitivo es rescatado de las aguas. Una mujer lo viste, lo alimenta. Comienza a amarlo. El sólo sabe su nombre. No recuerda quién es. Pero, en su amnesia, profetiza lo que vendrá, lo que dirán de él. Ícaro ama, cotidiano, a la mujer que lo salva. Es feliz y sueña con la felicidad de una vida juntos y para siempre.

Alguien llega. Ella sí tiene memoria. Pero sin nombre. Con un destino más alto para ella y para Ícaro. No le promete la felicidad sino la búsqueda, una búsqueda que hará que Ícaro recupere poco a poco el recuerdo de lo que fue y lo que debe ser.

Ícaro piensa. Ícaro duda. Ícaro actúa. Para siempre y un día más. Hasta un final inevitable. Imperturbable.
(Diez minutos después: ¡¡¡¡Actuaré en cine!!!! Bueno, pondré la voz en off de un personaje español en una cosa de la que me acaban de dejar el guión y se llama "Hotel Kafka").

Feliz cumpleaños

PANDÉMICA Y CELESTE
Quan magnus numerus Libyssae arenae
..................................................................
aut quam sidera multa, cum tacet nox,
furtiuos hominum uident amores.

CATULO, VII

Imagínate ahora que tú y yo
muy tarde ya en la noche
hablemos de hombre a hombre, finalmente.
Imagínatelo,
en una de esas noches memorables
de rara comunión, con la botella
medio vacía, los ceniceros sucios,
y después de agotado el tema de la vida.
Que te voy a enseñar un corazón,
un corazón infiel,
Desnudo de cintura para abajo,
Hipócrita lector - mon semblable - mon frère!

Porque no es la impaciencia del buscador de orgasmo
quien me tira del cuerpo hacia otros cuerpos
a ser posible jóvenes:
Yo persigo también el dulce amor,
el tierno amor para dormir al lado
y que alegre mi cama al despertarse,
cercano como un pájaro.
¡Si yo no puedo desnudarme nunca,
si jamás he podido entrar en unos brazos
sin sentir -aunque sea nada más que un momento-
igual deslumbramiento que a los veinte años!.

Para saber de amor, para aprenderle,
haber estado solo es necesario.
Y es necesario en cuatrocientas noches
- con cuatrocientos cuerpos diferentes -
haber hecho el amor. Que sus misterios,
como dijo el poeta, son del alma,
pero un cuerpo es el libro en que se leen.

Y por eso me alegro de haberme revolcado
sobre la arena gruesa, los dos medio vestidos,
Mientras buscaba ese tendón del hombro.
Me conmueve el recuerdo de tantas ocasiones...
Aquella carretera de montaña
y los bien empleados abrazos furtivos
y el instante indefenso, de pie, tras el frenazo,
pegados a la tapia, cegados por las luces.
O aquel atardecer cerca del río
desnudos y riéndonos, de hiedra coronados.
O aquel portal en Roma en vía del Babuino.
y recuerdos de caras y ciudades
apenas conocidas, de cuerpos entrevistos,
de escaleras sin luz, de camarotes,
de bares, de pasajes desiertos, de prostíbulos,
y de infinitas casas de baños,
de fosos de un castillo.
Recuerdos de vosotras, sobre todo,
o noches en hoteles de una noche,
definitivas noches en pensiones sórdidas,
en cuartos recién fríos,
noches que devolvéis a vuestros huéspedes
un olvidado sabor a sí mismos!
La historia en cuerpo y alma, como una
imagen rota,
de la langueur goutée a ce mal d'être deux.
Sin despreciar
- alegres como fiesta entre semana -
las experiencias de promiscuidad.

Aunque sepa que nada me valdrían
trabajos de amor disperso
si no existiese el verdadero amor.
Mi amor,
Íntegra imagen de mi vida,
sol de las noches mismas que le robo,
su juventud, la mía,
- música de mi fondo -
sonríe aún en la imprecisa gracia
de cada cuerpo joven,
en cada encuentro anónimo,
iluminándolo. Dándole un alma.
Y no hay muslos hermosos
que no me hagan pensar en sus hermosos muslos
cuando nos conocimos, antes de ir a la cama.

Ni pasión de una noche de dormida
que pueda compararla
con la pasión que da el conocimiento,
los años de experiencia
de nuestro amor.
Porque en amor también
es importante el tiempo,
y dulce, de algún modo,
verificar con mano melancólica
su perceptible paso por un cuerpo
- mientras que basta un gesto familiar
en los labios,
o la ligera palpitación de un miembro,
para hacerme sentir la maravilla
de aquella gracia antigua, fugaz como un reflejo.

Sobre su piel borrosa,
Cuando pasen más años y al final estemos,
quiero aplastar los labios invocando
la imagen de su cuerpo
y de todos los cuerpos que una vez amé
aunque fuese un instante, deshechos por el tiempo.

Para pedir la fuerza de poder vivir
sin belleza, sin fuerza y sin deseo,
mientras seguimos juntos
hasta morir en paz. Los dos,
como dicen que mueren los que han amado mucho.
Jaime Gil de Biedma

sábado, 13 de junio de 2009

La India, el manifiesto de la lujuria y Shakespeare en Aguascalientes

Hoy:
Empecemos. Pero antes, señor, una cosa más: la expresión que yo aprendí de la señora Pinky, la ex mujer de mi ex jefe, el difunto señor Ashok, es: “Vaya chiste de mierda”.
(Aravind Adiga)


Tigre Blanco (miscelánea, 2009) de Aravid Ariga, debe decirse desde el principio, tiene tres características que lo hacen atractivo antes de abrirlo. Una portada muy semejante a la de la edición inglesa, un pequeño cintillo en la parte superior que lo anuncia como ganador del Man Booker Prize 2008 y una nota en la solapa que propone que en la novela, que transcurre en la India, “no hay aromas de azafrán o remolinos de saris”. Y es, además, una novela epistolar.
La opera prima de Ariga se propone como siete cartas de un empresario exitoso, alguien que ha pasado de la Oscuridad a la Luz y con un concepto un tanto extraño de lo que es ser exitoso, a un mandatario chino que se dispone a visitar la India. Las cartas son, al mismo tiempo, una autobiografía, una explicación de los eternos misterios de la India con esa genial comparación con una jaula de gallinas (tan semejante al chiste de los cangrejos mexicanos) y una novela picaresca, género con el que comparte tantos rasgos, entre ellos la ironía del ascenso social.
El tigre blanco es el animal que según las leyendas indias el más raro, el que menos aparece, y el protagonista, sin nombre hasta que llega a la escuela, sin fecha de nacimiento hasta que tiene que conseguir un trabajo, que da nombre a la novela gana con la visita de un inspector y unas páginas después convoca en ese mismo animal al lector. “En el zoo de Nueva Delhi, cerca de la jaula del tigre blanco, hay un cartel que dice: ‘Imagínese que estuviera usted en la jaula”. Su llegada a la ciudad se da gracias a los amos que lo contratan como chofer, aunque todavía no sabe conducir, y estando a su servicio no puede evitar preguntarse, preguntar a los indios, preguntar a todos algo fundamental: “¿Aborrecemos a nuestros amos bajo una fachada de amor, o los amamos bajo una fachada de aborrecimiento?”.
Y el propio narrador resume su novela como algo que es “básicamente, la triste historia de cómo me fui corrompiendo: de cómo dejé de ser un dulce e inocente chico de pueblo para convertirme en un urbanita entregado al libertinaje, a la depravación y a la maldad”. Camino que tiene bastante de triste, un mucho de divertido y como en las novelas realistas contemporáneas una explicación de la humanidad, de lo humano común a cada uno, a través de sus peores características, camino que tiene un asesinato que en lugar de ser motivo de culpa lo es de verdad.
“Seguiré”, termina el libro, “diciendo que merecía la pena saber, aunque fuera un solo día, una sola hora, un solo minuto, lo que significa no ser un criado. // Creo que ya estoy preparado para tener hijos, señor primer ministro. // ¡Ja!”. Con una risa.

Una pequeña joya
Tras una portada con un nombre de autora desconocida, un título provocador y una fotografía más que explícita hay apenas treinta y dos páginas en una edición tan limitada, 250 ejemplares, como cuidada. La editorial “Perineos”, aventura editorial exquisita, comienza su andadura con la reedición de un ¿clásico? olvidado, el Manifiesto futurista de la lujuria de Valentine de Saint-Point. El propio editor resume a la autora en la introducción biográfica al tomito: “Valentine de Saint-Point, una perfecta desconocida en español, tiene bastante más méritos que los que su olvido hace suponer”.
Su manifiesto es un breve recordatorio de que “la lujuria es una fuerza, en fin, porque jamás conduce a la insulsez de lo definitivo y de la seguridad que dispensa el reconfortante sentimentalismo” y que, sin ser una obra maestra, nos sumerge en el mundo de las vanguardias y del protofeminismo con un estilo dogmático y liberador al mismo tiempo, cortesía de quien, según la introducción, fue musa de Mucha y Rodin, poeta, novelista, coreógrafa y danzante creadora de la Métachorie, origen del performance, y, concepto por el que debería reivindicar la historia, autora del concepto de supermujer en oposición al superhombre de Nietzsche.

Shakespeare en Aguascalientes
Un grupo no demasiado numeroso de amateurs que se habían reunido bajo una frase de su directora Mariana Torres: “Si está es la única vez que van a pisar un escenario, lo van a hacer con el mejor”. Un Romeo y Julieta cortado y no en la mejor traducción, sin propaganda, y presentado por una única ocasión fue lo deparó la noche del martes en el Centro Universitario. Una demostración, ¿una más?, ¿hacen falta?, de la grandeza del Bardo al que es casi imposible estropear. Ojalá está sea sólo el principio de montajes shakespirianos en la ciudad.

Banda sonora
Lo he matado, no pude evitarlo. / Lo he matado, tengo que confesarlo. / Lo maté y no siento ningún remordimiento, / alguien lo tenía que hacer. (“Yo maté al A&R de Sony”, Los Planetas).