Para y con Cristina
Lo primero fue una reseña en Mojo de “Frank”, una reseña que parecía exagerada. Después un par de canciones que comenzaban a sonar en los ipods de algunos amigos. Al final, esos videos, como descuidados pero perfectamente adecuados. Y, sobre todo, ese pelo que parecía mentira. (Y una biografía que no dejaba nada que envidiar a la Pete Doherty que, aunque delgado y paliducho, aún sigue entre nosotros).
Después llegó “Back in Black”, con esa maravillosa sección de viento que son los Dap Kings que llevaban sus años de trote y que por sí mismos –vease el caso de Sharon Jones– ya harían grande el disco. Fue entonces cuando comenzaste a cantarla, no podía ser de otro modo, obsesivamente, a la menor provocación. Y llegaron, al poco tiempo, los premios y sonaba más y más y el disco era bueno, muy bueno, casi perfecto, impecable. Pero tenía algo que lo hacía infinitamente mejor al resto, esas letras que de tan autobiográficas, de tan sinceramente autobiográficas, pasan a ser polibiográficas. Cualquiera que haya vivido un poco sabe de que estaba hablando la Winehouse.
“No pasa nada si termino sola” cantaba en esa enorme oda a la adicción que es Addicted, pero sabíamos que no era sólo eso sino el terror a no morir solo que unicamente se puiede desafiar gritando que es justamente lo que menos importa. “Y yo vuelvo a nosotros” una línea escondida en Back to Black que resume años de peleas y reencuentros, de odios y amores enfermizos, de gritos y silencios. Y qué mejor banda sonora para clases nocturnas de “aprender a dar el avión” que esas dos líneas de He Can Only Hold Her que “Por eso él intenta calmarla / porque lo que ella tiene dentro no muere”. Hasta llegar al tema cuatro del disco que creo que es la frase que más veces te he escuchado decirme en mi vida “¿Cuándo llegará el momento en que podamos ser amigos, sólo amigos?”. Y ella misma se, nos, respondía en la diguiente canción, acertada, verdadera, dolorosa, cuando cantaba una y otra vez que “el amor es un juego en que siempre se píerde”. Y todos esos enojos que tus amigos teníamos que escuchar porque tenías la misma rabia que la Amy cuando cantaba en Me and Mr Jones eso de que “nada se interpone entre mi hombre y yo”.
Si fuera un viejo disco de vinilo ahora haría una pausa para cambiar el lado y poner la cara B que empezaría con esa maravillosa oda sobre el-no-quiero-cambiar-nunca que es Rehab y esa frase, grito desesperado de “no, no, no”, un buen reverso del no cambies nunca y el problema es que uno no quiere cambiar. Y todo “hay que dejarlo por escrito / pero para quién escribirmos” canta en una de las canciones más subestimadas, y en parte con razón, del disco que es Some Unholy War. Total, todo para que al final “las lágrimas se sequen solas” porque “somos historia, tu sombra me cubre”. Y no queda otro remedio de “despertarse solo” siguiendo las ordenes de un disco cada vez más triste, cada vez más lleno de verdad, de esas verdades que sólo algunos conocen y menos aún se atreven a dejar por escrito o a cantarlas. Y sí, hasta el final, el grand finale, esa declaración, ojalá lo hubieramos sabido antes, de “ya sabes que no soy buena”. Un final que desde hace un par de días es más triste aún.
Y ojalá alguien tenga la idea de grabar en su lápida, o garabetearlo, lo que ella escribió de si misma en “Frank”, en una canción titulada con su nombre repetido tres veces “Amy Amy Amy / Aunque ya he estado aquí antes”.