sábado, 21 de noviembre de 2009

De A., como siempre


Como sabrás, mi apellido ya no es Persons sino Capote, y me gustaría que en el futuro te dirigieras a mí como Truman Capote, ya que todo el mundo me llama así.

(de T. C. a Arch Persons)


Escribir una reseña sobre el autor de A Sangre Fría tiene, siempre, una garantía de éxito que el propio escritor asumió: "No me importa lo que digan de mí mientras que sea falso". Además incluso aquellos que no lo han leído saben de su existencia gracias al cine ya sea, dependiendo sobre todo de la edad, de la inolvidable Desayuno en Tiffany's con esa actriz angelical y hermosísima o de la más reciente Capote. Un Placer Fugaz, hermoso título, es la suma completa de la correspondencia ("que no ha pasado por ningún lavado de cara editorial") por Truman Capote a lo largo de toda su vida desde la adolescencia. De hecho, en ella comienza su plena conciencia de sí mismo, una característica peculiar, precisamente con la carta que encabeza estas líneas.

En Un Placer fugaz se encuentran en toda su plenitud las cuatro facetas que el escritor afirmó de sí mismo: "Soy alcohólico, Soy drogadicto, Soy homosexual, Soy un genio", aunque no necesariamente en ese orden ni con esa importancia.

Como la mayoría de los grandes autores, cada una de sus líneas, cada una de sus afirmaciones, y más en el caso no de escritura de ficción sino de correspondencia personal, refleja al autor. Incluso cuando habla de otros. "Cecil Beaton, que no está ligado a ninguna editorial, ha preparado un libro enorme con fragmentos de sus diarios; lo he leído y es muy indiscreto, muy divertido conmovedor a veces, e implacablemente sincero: no se salva nadie, ni él mismo". Esas mismas palabras, a las que sólo (o "solo" según las nuevas normas de la Real Academia Española) haría falta cambiarles el nombre, resumen perfectamente el estilo y tono de la mayoría de las cartas a las que Capote era, podría decirse, adicto a escribir. Y, según parece por muchos de los primeros párrafos, sobre todo, a recibir.

En las cartas se descubre a un Capote que se deja arrastrar por la belleza de la vida que le sorprende, casi siempre, a mitad de sus viajes, en cada lugar nuevo que encuentra, reencuentra o descubre. "Está anocheciendo. Por Dios, París es precioso a esta hora. Una luz de un azul irisado ilumina la calle, esas delicadas farolas rosas empiezan a florecer en el Étoile, y hay un grupo de niños que van arriba y abajo por el quai cantando 'La vie en rose'. Enloquecería de alegría si además estuviéramos todos juntos".

Y, en alguien tan radicalmente sexual como el escritor del inolvidable "Una Guitara de Diamantes", uno de sus cuentos más perfectos, no podían faltar las referencias más que explícitas a una desbordada apetencia sexual. "Aquí, en las islas, los hombres bailan siempre juntos, nunca verás a una mujer en las tabernas. Pero todo es muy inocente, o eso me parece. Pero en Atenas… no se puede andar más de una manzana sin que se te arrimen diez veces. No exagero. Hay una librería, justo en la plaza de la Constitución que está especializada en fotografías y literatura de un género en particular. Salí con la mochila llena, y ya te lo pasaré, sobre todo un volumen titulado The Sexual Life of Robinson Crusoe".

Un placer fugaz es, principalmente, eso, un placer, que a pesar de las más de seiscientas páginas, asoma al lector a la vida de relación de Capote con editores, amigos y amantes hasta la brevísima, y acertadamente, última carta, en realidad un telegrama: "te echo de menos dime cuándo llegas Besos Truman". Un Truman Capote que parece, de hecho, despedirse no sólo de Jack Dunphy y la vida sino también del lector.


De Desayuno en Tiffany's

"No soy Holly, (…) no sé quién soy. Soy como este gato, somos un par de infelices sin nombre, no pertenecemos a nadie ni nadie nos pertenece, ni siquiera el uno al otro".

"¿Sabes lo que te pasa? No tienes valor, tienes miedo, miedo de enfrentarte contigo misma y decir está bien, la vida es una realidad, las personas se pertenecen las unas a las otras porque es la única forma de conseguir la verdadera felicidad. Tú te consideras un espíritu libre, un ser salvaje y te asusta la idea de que alguien pueda meterte en una jaula. Bueno, nena, ya estás en una jaula, tú misma la has construido y en ella seguirás vayas a donde vayas, porque no importa donde huyas, siempre acabarás tropezando contigo misma"


Un poema de Antonio Gamoneda

Todos los días salgo de la cama / y digo adiós a mi compañera. / Vena: cuando me pongo los pantalones, / me quito la / libertad. // Cuando llega la noche, otra vez / vuelvo a la cama y duermo. / A veces sueño que me llevan con las manos atadas, / pero entonces me despierto y siento la oscuridad, / y, con el mismo valor, el cuerpo de mi mujer y el mío. ("Libertad en la cama").


Banda sonora

Los cuchillos que vienen en esta baraja / te permiten jugar con amplitud. / Nunca temas las distancias, / la rueda más ancha es más eficaz. // De lo que tengo miedo / es de tu miedo a que lo veas todo igual / o a que todo te sea indiferente. ("Baraja de cuchillos", Joe Crepúsculo, Manos de Topo y La Bienquerida).

No hay comentarios: