lunes, 14 de diciembre de 2009

Herralde como antólogo

Fin de la cita y Dios salve a la Reina.

(Jorge Herralde)


 

Con esa sucinta (y tan british) frase termina la conferencia que el editor de Anagrama utiliza "a modo de posfacio" de El mejor humor inglés, una edición que se anuncia como no venal pero que se puede comprar, mientras que en su introducción propone, habiendo asumido perfectamente el understatement tan característico de la nación que "los ingleses inventaron también el fútbol: casualmente, los seleccionados aquí son once, un equipo imbatible".

Si algo ha defendido siempre el catálogo de Anagrama, entre otras muchos autores y tendencias, ha sido el descubrimiento (o redescubrimiento, en caso de los autores más viejos) de la constante producción de "humor", con comillas, inglés. Catalogo en el que no están todos los que son, pero sí, son todos los que están recopilados por uno de los mayores defensores en España de ese tipo, no tan reconocido universalmente, de motivar la sonrisa más que la risa. Catálogo del que, como ese típico cinismo británico, afirma su editor, ¡en francés!, que presupone un "embarras du choix".

De P. G. Wodehouse y Evelyn Waugh, clásicos, poco puede decirse salvo que son ya clásicos por derecho propio. Apenas alegarse que son, por derecho propio, necesarios en cualquier antología que se precie aunque sus obras maestras, las serias, no estén en Anagrama. Aunque, como lector, cualquiera hubiese elegido un fragmento, ¿pero cuál? debió preguntarse Herralde, de esa librito del que es imposible no reírse a carcajadas en cada página que es Black Mischief, acertadamente recreada en la traducción como Merienda de negros.

Las dos sorpresas, gratas ambas, de esta selección son Saki y Alan Bennet. El primero con un sorprendente cuento de Cuentos de horror y humor que demuestra ser bastante superior su más conocido y multiantologado "Los juguetes de la guerra". El segundo con un par de fragmentos que demuestran que la clase social sigue siendo, en la conservadora Inglaterra, motivo de burla, con el especialmente alucinante episodio de la Reina de Inglaterra intentando hablar con el primer ministro francés sobre André Guide o el aristócrata que consagra su vida a las salamandras.

Tom Sharpe y Wilt, del que es recomendable cualquiera de sus aventuras, Roald Dahl con ese cuanto de humor negro que ha influido hasta en el Almodovar de Matador y que tiene como protagonistas a una esposa asesina y una deliciosa pierna de cordero, y el Julian Barnes más francófilo y socarrón (aunque otro editor hubiera antalogado ese momento de El Loro de Flaubert en que para el recuento de la relación del escritor francés con los animales aparecen también las ladillas) el medio campo, por continuar con la herraldiana metáfora.

Y, para negar el refrán de que "los ingleses no tienen sexo; tienen botellas de agua caliente" Martin Amis y Ian McEwan ofrecen dos cuentos bastante explícitos: el primero sobre las matemáticas que hacen falta para que en una relación conyugal salgan las cuentas de tres punto cinco coitos a la semana, mientras que el segundo es capaz de hacer que el espectador sonría al retratar los acercameintos, y posterior triunfo, de un joven de quince años acostándose con su hermana menor.

Douglas Adams y su Guía del autoestopista galáctico proponen, ahora como en el momento de su publicación, una mirada no exenta de ironía De Nick Horby, last but not least, el humorista pop, elige Herralde un fragmento del elogio a la música rock que es "Alta Fidelidad", uno en que la compra de una colección de singles, se convierte en una puja absurda en que cuenta más la venganza que la música, en que sólo un vinilo de northern soul se salva, un canto de amor en el que gana el lector mientras sufre a poco fanático que sea.


 

Para leer de abajo hacia arriba

Es el título de un poema de Pedro Mairal: "la rosa / que es / la palabra más alta / en la última palabra / palabras que se juntan / perfume suavidad / rodeados de color rocío planta / ser pétalos y pétalos y pétalos / que puede despertarse hasta ser muchas / como explosión dormida / aparece el sonido florido de pimpollo / y en la punta más verde de la palabra tallo / dice tallo y hojitas / y sol y viento y agua / rodeado de palabras como oxígeno / y dice brote y muere y ese brote / la palabra semilla se me abre / en la noche cerrada bajo tierra / tapada bajo todo el diccionario / tengo una diminuta que es semilla / y en el medio de todas las palabras / domingo llave lápiz cable diente / palabras como frío sombra piso / tengo un silencio lleno de palabras".


 

Banda sonora

La reina de Inglaterra es un concepto, es una idea / que no me cabe en la cabeza. / La reina de Inglaterra y los nietos de la reina de Inglaterra. // ¿Cómo será Talavera de la Reina de Inglaterra? // La reina de Inglaterra y lo que los punkis han hecho con ella, / la reina de Inglaterra en un montón de camisetas, / la reina de Inglaterra y la madre de la reina de Inglaterra. // ¿Dónde estará Talavera de la Reina de Inglaterra? ("La reina de Inglaterra", Grupo de Expertos Solynieve).

No hay comentarios: