sábado, 24 de octubre de 2009

El Celta Miserable y Michaux

A de Quincey con su opio y huestes de asesinos / a Mateo y Marcos que buscaban la primicia / al verbo de San Juan / a Shakespeare met the night mare
(Mijail Lamas)
En “El Celta Miserable” hay unas cuantas plaquettes que destacan sobre las demás y que merecen bastantes más palabras aparte de los elogios colectivos a la labor de la editorial Pasto Verde. Leer la colección entera es como leer una antología, con un criterio absolutamente personal, lo que en sí mismo no es malo, de lo que se está haciendo en el país.
Un recuento parcial de los incendios de Mijail Lamas esconde, tras su significativo título, una selección de poemas combinando, al final del delgado volumen, inéditos con poemas ya publicados. Con este “recuento parcial” el joven Lamas presenta una de las escrituras más vitales de las actuales en la que conjuga una rara perfección formal con temas absolutamente contemporáneos, una necesidad vital de, como dice él mismo, establecer “una enumeración de cosas que se olvidan / o que se van rodando”.
Como viene siendo habitual en su poesía, en Umbral a la indolencia Roxana Elvridge-Thomas presenta unos poemas de ritmo trabajadísimo y que, precisamente por ello, resultan sencillos para encontrarse con el lector y que, desde los primeros versos, establecen una empatía que se puede leer de multiples modos, desde el vital hasta el de auto reflexión sobre el propio modo de escritura. Dice: “Si logras que un gato te mire a los ojos / y miras muy fijo en los suyos / y sientes que el oscuro ronroneo / pasa a tu cuerpo”.
Dos poetas de matices diferentes proponen también en las apenas veinte páginas antologías personales. Ni tarde ni temprano de Alvaro Solís recoge un puñado de poemas que demuestran una voluntad necesaria de integrarse dentro de la traducción siempre renovada de la escritura mexicana que en este caso convive con los otros textos a través de epígrafes y referencias dentro del texto, mientras que La luz de otras mañanas de Feliz Suárez ocupa su “antología breve” en proponer dentro de su obra una lectura que esté profundamente marcada por dos de los temas más eternos en la poesía: el amor y al extrañeza ante la muerte.
Aquello que sucede cuando en aliento llegas en la noche estrellada de los versos de Armando Alanis Pulido continúa con su, casi siempre, costumbre de títulos largos y radicalmente descriptivos mientras que el interior reúne un conjunto de poemas, breves, brevísimos ya que algunos apenan alcanzan los tres versos, que en su concentración y en su escogido vocabulario presentan imágenes y aserciones que quedan bastante tiempo en la memoria del lector como en, por citar uno de los versos, “es dócil este siglo en que coincidimos y el rotar con sutileza se nos da”.
Poemas de Kenia Cano propone, tras el sencillo –y, precisamente, por ello significativo- título una poesía fuertemente enraizada en la posmodernidad y en una construcción-destrucción del lenguaje que convierte a la página
En Ebriedad de Dios, Luis Armenta Malpica ofrece al lector una relectura de un poemario antiguo, como un modo no de reescritura sino de observación, de un releer, o leer por vez primera unos versos que se amparan de modo acertadísimo bajo el epígrafe de Silvia Tomasa Rivera (“las manzanas son agrias y el vino se fermenta en el estómago”) y los propios versos primeros que proponen “esa tristeza lenta del recuerdo / [que] se nos va desdoblando por la cara”.
Trasdía de Jair Cortés ofrece uno de los poemas (“Missing”) más estremecedoramente sencillos, de esa sencillez profunda que dice mucho más, de los últimos años y que termina diciendo que el propio poeta estás “alzando ya la voz / en espera de verme / llegar por otro lado / con muy buenas noticias”.
Estigma del verso de Stephanie Alcantar, una de las sorpresas más gratas de la colección, por el descubrimiento, entrega a una de las autoras más jóvenes de los representados con una escritura que, aunque todavía fresca, es de esas que “sucede que al encontrarme aquí / descubro un color de la vida que pocos ven / pero cómo mancha”; o sea, la misma escritura.

Dos fragmentos de Michaux
“Les escribo de un país en otro tiempo claro. Les escribo del país del manto y la sombra. Vivimos desde hace mucho, vivimos en la Torre del pabellón a media asta. ¡Ah, verano! Verano envenenado. Y desde entonces el mismo día siempre, el día del recuerdo incustrado...// El pez fuera del agua piensa en el agua todo lo que puede. Todo lo que puede, ¿no es natural? En lo alto de una cuesta se recibe una lanzada de pica. En seguida, toda una vida cambia. Un instante echa abajo la puerta del Templo”.
“La unión del yo y el vino es un poema. La unión del yo y la mujer es un poema. La unión del cielo y la tierra es un poema pero el poema que nosotros hemos oído ha paralizado nuestro entendimiento.” (“La Carta”).

Banda sonora
La fronda se ve tan hermosa durante el estío, / a veces quisiera emular a Rubén Darío, / pero no aspiro al premio Nadal / sino a escapar del guarda forestal. // Si yo fuera un poeta, haría aquí mi obra cumbre, / pero soy un pirómano y prefiero hacer lumbre (“Si yo fuera poeta”, Un pingüino en mi ascensor).

viernes, 23 de octubre de 2009

Elizabeth Jennings

MUDANZA
Pronto estará de nuevo la casa llena,
Se habrán llevado nuestras cajas,
Desnudos están los muros, dejamos
Apenas rectángulos donde los cuadros.
Se asienta el polvo y campa ahora
Por los lugares en que nos movíamos.

Y aunque nos alegra marcharnos
Queremos dejar un rastro tras nosotros,
Algo no tan poderoso como un fantasma
Pero que cierta parte de nosotros les recuerde
A los nuevos inquilinos a los que no conocemos
Que no se resigna la vieja casa

Ni al viento ni al polvo ni al espacio
Vacío donde estaban los muebles.
Queremos embellecer viejos estantes
Y asustar a los nuevos propietarios
Y olvidamos que se alegrarán,
Al encontrar en los estantes rastros
De nuestro propio pasado, ya que temen,
Como nosotros, un espacio sin inquilino.

Moving House
Soon the house will be filled again,
Our boxes have been carried off,
The walls are bare, we only leave
White patches where our pictures hung.
Dust settles widely now among
The places where we used to move.

And though we are most glad to go
We want to leave some hint behind,
Nothing so powerful as a ghost
But some part of us to remind
New tenants whom we do not know
That the old house is not resigned

To wind and dust and spaces cut
Clean where our furniture was put.
We want to flourish our old selves
And frighten the new owners, but
We quite forget they will be glad
To find some trace upon the shelves
Of our own past, that what they dread,
Like us, is space untenanted.

jueves, 22 de octubre de 2009

Os deseo a todos una vida larga y feliz

(Alice Sebold, Desde mi cielo).

Aunque las dos frase anteriores sean
Casi.
No exactamente.

lunes, 19 de octubre de 2009

El celta miserable, Guadalupe Ríos y por qué importa la poesía

Lo demás nos tiene sin el menor cuidado, es decir, nos importa que sean leídos, no más.
(Mario Islasáinz)

La entrada en el blog que mantiene la editorial para presentar su última colección es bastante claro en sus propósitos: “Esta colección del Celta Miserable sólo tiene ( inmersos obligadamente en este mundito que se vive al revés ), el propósito de cumplir sueños de locos para convertirlos en realidad, reunir publicando uno a una a los y las cincuenta poetas que a nuestra consideración están, han estado y estarán sin temor a equivocarnos, trabajando a lo largo y ancho de nuestro país y más allá arduamente por y con la poesía, y sus poemas así lo demuestran, lo demás nos tiene sin el menor cuidado, es decir, nos importa que sean leídos, no más. De ahí que a 18 años de haber surgido en esta lluviosa y surreal Orizaba, Veracruz, la Editorial Letras de Pasto Verde, podemos gritar a pecho abierto sin perder un ápice de ánimo como desde los inicios: publicamos por que se nos continúan hinchando las ganas, aun y cuando ni el País y el Mundo se enderecen”.
La labor que emprendieron, conjunta y masoquistamente, Mario Islasáinz, editor, José Pulido Tinoco, y Gustavo Santiago López, diseñador gráfico y artista plástico, ha dado, a lo largo y ancho del país sus frutos. Sin intentar ser una antología, ni demostrar la salud de ninguna corriente en especial ni de ningún modo de escritura, tratan, como resulta bastante claro en sus afirmaciones-manifiestos de publicar el trabajo de aquellos poetas que cumplan con dos requisitos al menos: el trabajo actual y una cierta calidad, no sólo artística, sino de transmisión, condición ineludible de toda poesía.
En la colección, que acaba de alcanzar su número cuarenta, a sólo diez de su meta, que ojalá superen, cincuenta plaquettes de cincuenta poetas de todo el territorio, conviven por igual las voces conocidas y las voces nuevas. Entre las voces ya leídas antes, y alguna de ellas parte de la mejor poesía última mexicana, se encuentran la siempre sorprendente Roxana Elvridge-Thomas que en Umbral a la Indolencia entrega un recuento intimo de la vida con una gata, Frida, que se convierte, en realidad, en una metáfora total de la vida.
De entre los nombres que continúan con esta nueva entrega manteniendo el nivel a que tienen acostumbrado a los lectores asiduos de poesía destacan, y es poco el espacio aquí, Jair Cortés, Luis Armenta Malpica, Kenia Cano, Armando Alanís Pulido, Mijail Lamas, Félix Suárez y Alvaro Solís.

Un poema de Guadalupe Ríos
“las azoteas no son de mi generación. hablan / de otros tiempos y de otros continentes. son / resabios de lecturas de cortazar y de vallejo / esos libros ancianos en los que no me hallo. // las azoteas no eran nada para mí hasta ayer / en que me llevaste hasta una de ellas. estás / ahora en el lugar que al que llamo mi casa. / pero debes irte, dijiste, antes de madrugada // porque quiero estar sola. y sí sola he estado /siempre. con esa soledad que no puede ser.” Leído en Parteaguas donde junto a nombres conocidos siempre se encuentran sorpresas como estos versos que hablan de una voz madura, clásica y posmoderna al mismo tiempo.

Dos comentarios inteligentes
Ambos acertadamente citados en el polémico Why Poetry Matters? de Jay Parini, en cuyo título lleva la penitencia al preguntarse porque importa algo que a al noventa por ciento de la población no le importa nada.
Primero, el de Helen Vendler: “en su forma más habitual, la poesía nos ofrece la representación de una voz solitaria, única, que registra y analiza y formula y cambia su mente (… ). Aunque quien habla en la poesía esté solo, esa soledad no quiere decir que esa voz no tenga un ambiente social. Sólo quiere decir que su condiciones sociales reales están presentadas como un reflejo en la soledad y toman forma no en una interacción ‘viva’ con otras personas sino como una referencia léxica e intelectual”.
Y, en un volumen significativamente titulado, The End of the Poem, Giorgio Agamben se pregunta “¿Por qué nos importa la poesía”. Y él mismo, a renglón seguido, se responde. “Las modos en los que se puede responder a esta pregunta son presentados para ofrecer testimonio de su importancia absoluta. Todo el campo de respuestas posibles se divide claramente entre aquellas que afirman que la significación de la poesía se da cuando ésta se confunde con la vida y la que aquellas para las que el significado de la poesía sólo tiene sentido si da separada de la vida”.

Banda sonora
Tú me das lo que me gusta, /tú me das la carne cruda. / La vida es muy dura sin poderte amar, / el vino es mi cura cuando tú no estás. / Dame más, no pares nunca. // Es así, nuestra conjura, / es así, tu dulce lucha. / La temperatura, tú la haces subir, / si hay alguna duda, la despejas por mí. / Es así, como me gustas.
("Carne cruda", 091)

miércoles, 14 de octubre de 2009

Dos portadas para Dolores Haze.

La ganadora del concurso.





La que a mí me hubiese gustado.

martes, 13 de octubre de 2009

Un cumpleaños feliz de Ted Kooser.

Esa noche me senté junto a la ventana abierta
y leí hasta que desparareció la luz y el libro
no era más que parte de la oscuridad.
Podía haber, fácil, prendido la lámpara
pero quisé cabalgar en ese paso de la noche al día,
sentarme solo y acariciar la página ilegible
con el fantasma pálido y gris de mi mano.

A Happy Birthday
This evening, I sat by an open window
and read till the light was gone and the book
was no more than a part of the darkness.
I could easily have switched on a lamp,
but I wanted to ride this day down into night,
to sit alone and smooth the unreadable page
with the pale gray ghost of my hand.

lunes, 12 de octubre de 2009

Mark Haddon y el autismo nobelistico

Los niños de mi colegio son estúpidos. Pero se supone que no he de llamarlos estúpidos, ni siquiera aunque sea eso lo que son. Se supone que he de decir que tienen dificultades de aprendizaje o que tienen necesidades especiales
(Mark Haddon)

(Un año más el Nobel resulta una sorpresa. Lo dice mejor la revista española Qué leer: un día antes de la entrega “Exactamente tal y como sucediera el año pasado con Le Clézio, Müller ha pasado en las últimas 48 horas de un 50/1 a un 7/1 en las apuestas de la casa Ladbrokes” y hoy “Se cumplieron las previsiones-filtraciones y la escritora rumano-germana se ha llevado el premio gordo de Estocolmo. ¿Qué sabemos de ella? Pues, entre otras cosas, que nació en la región transilvana de Timis en 1953, que emigró a Alemania en 1987 con su marido y que, a juicio de quienes la han leído, es una autora un tanto difícil. Por lo demás, toca visitar las librerías en busca de sus títulos, que viene editando recientemente Siruela”. Ay, la Academia Sueca).

Un autista, un perro y un misterio
“Me llamo Christopher John Francis Boone. Me sé todos los países del mundo y sus capitales y todos los números primos hasta el 7.507”.
Esa declaración de principios es casi el principio de El Curioso Incidente del Perro a Medianoche (Salamandra, 2004), una novela –el primo con necesidades especiales de Holden Caulfield- que no se sabe nunca, entre otras cosas porque el autor nunca lo dice, si está protagonizada por un niño autista o con síndrome de Asperger, un niño que tiene que enfrentarse al asesinato del perro de su vecina, a la “resurrección” de su madre y, en fin, a todo aquello que supone el mundo real.
“Yo no digo mentiras. Madre solía decir que era así porque soy una buena persona. Pero no es porque sea buena persona. Es porque no sé decir mentiras.(…) Y por eso todo lo que he escrito en este libro es verdad”.
Además de la habilidad de Mark Haddon para lograr una voz narrativa totalmente creíble (esa sobreabundancia de conjunciones copulativas, esas repeticiones casi maniáticas), lo más interesante de esta novelita, el diminutivo es por el tamaño, es que la visión que se nos presenta del mundo es cierta, totalmente cierta. Ninguno de los comentarios, ninguna de las visiones está atravesado por el cinismo que da la edad adulta, ni por el desprendimiento de la credulidad. Todo cuanto dice Christopher, que además registra obsesivamente su vida en un cuaderno, es la realidad desnuda, sin artificios.
“Muchas cosas son misterios. Pero eso no significa que no tengan una respuesta. Es sólo que los científicos no han encontrado aún la respuesta”.
El gran problema del protagonista del Incidente es que, al poseer tan sólo su habilidad matemática, bastante desarrollada, por cierto, al enfrentarse a complejidades como el divorcio de sus padres y las mentiras que desencadena o los chismorreos de los vecinos, se bloquea esperando una respuesta que no puede llegar a través de la lógica. Todo, desea, todo debe entrar dentro de un esquema que puede ser un diagrama de flujo, una ecuación de segundo grado o, simplemente un dibujo. Esas interrupciones de la trama, minúsculas, están además perfectamente incluidas dentro de esta por medio de ilustraciones que van desde un par de orangutanes al diseño de los asientos del metro de Londres o, una serie de caritas con expresiones diversas (nada que ver con emoticones).
“El señor Jeavons decía que a mí me gustaban las matemáticas porque son seguras. Decía que me gustaban las matemáticas porque consisten en resolver problemas, y esos problemas son difíciles e interesantes, pero siempre hay una respuesta sencilla al final. Y lo que quería decir era que las matemáticas no son como la vida, porque al final en la vida no hay respuestas sencillas”.
Y, aunque el lector pasa un buen momento acompañando a Christopher en sus pesquisas, la verdad es que el Incidente resulta ser un libro bastante amargo y por partida doble: primero, porque al salir del libro se acepta como dogma ese “no hay respuestas sencillas” y, segundo, porque ni siquiera olvidando todo, convirtiéndose en autistas, se puede evitar que la solución a esa ecuación de la vida sea compleja, más compleja de lo que, parafraseando al Bardo, hay en la mente de nuestros matemáticos.

Un fragmento de Eliot para la edad madura
“Habrá tiempo, habrá tiempo / para preparar un rostro que acepte los rostros que encuentres, / habrá tiempo para matar, habrá tiempo para crear / y tiempo para todas las labores y los días hábiles / que levanten y dejen caer una pregunta en tu plato; / habrá tiempo para ti y habrá tiempo para mí, / y habrá tiempo incluso para cien indecisiones, / y habrá tiempo para cien visiones y revisiones / antes de que tomemos una tostada y té”.

Banda sonora
No tienes que estar asustada, / no debes tener ningún miedo de mí, / ni de todas estas luces apagadas, / porque solamente tienes que subir. // No eres la persona equivocada, / hace tiempo ya que estoy detrás de ti, / así que usa estas alas, / sólo tienes que subir, / nada más subir. (“El coleccionista”, Los Planetas).

martes, 6 de octubre de 2009

De Zbigniew Herbert

Informe sobre la ciudad sitiada

Demasiado viejo para llevar las armas y luchar como los otros-

fui designado como un favor para el mediocre papel de cronista
registro -sin saber para quién- los acontecimientos del asedio

debo ser exacto mas no sé cuándo comenzó la invasión
hace doscientos años en diciembre septiembre¹ quizá ayer al amanecer
todos padecen aquí del deterioro de la noción del tiempo

nos quedó sólo el lugar el apego al lugar
aún poseemos las ruinas de los templos los espectros de jardines y casas
si perdemos nuestras ruinas nada nos quedará

escribo tal como sé en el ritmo de semanas inconclusas
lunes: almacenes vacíos la rata ha devenido moneda corriente
martes: alcalde asesinado por agentes desconocidos
miércoles: conversaciones sobre el armisticio el enemigo confinó a los legados ignoramos dónde se encuentran esto es el lugar de su suplicio
jueves: tras una turbulenta asamblea se rechaza por mayoría de votos la propuesta de los comerciantes de especias de rendición incondicional
viernes: comienza la peste
sábado: se ha suicidado un desconocido inflexible defensor domingo: no hay agua rechazamos un ataque en la puerta este llamada Puerta de la Alianza

lo sé todo esto es monótono a nadie puede conmover

evito comentarios las emociones mantengo a raya escribo sobre hechos
aparentemente sólo ellos son valorados en los mercados foráneos
pero con cierto orgullo deseo informar al mundo
que gracias a la guerra hemos criado una nueva variedad de niños
a nuestros niños no les gustan los cuentos juegan a matar
despiertos y dormidos sueñan con la sopa el pan los huesos
exactamente como los perros y los gatos

al atardecer me gusta deambular por los confines de la Ciudad
a lo largo de las fronteras de nuestra libertad incierta
miro desde lo alto el hormigueo de los ejércitos sus luces
escucho el tronar de los tambores los alaridos bárbaros
en verdad es inconcebible que la Ciudad todavía se defienda

el asedio continúa los enemigos deben ser reemplazados
nada les une excepto el anhelo de nuestra destrucción
godos tártaros suecos huestes del César regimientos de la Transfiguración del Señor
quién los enumerará
los colores de los estandartes cambian como el bosque en el horizonte
desde el delicado amarillo de aves en primavera a través del
verde del rojo hasta el negro invernal

así al atardecer liberado de los hechos puedo pensar
en asuntos antiguos lejanos por ejemplo en nuestros
aliados de ultramar lo sé su compasión es sincera
envían harinas sacos de ánimo grasa y buenos consejos
ignoran incluso que nos traicionaron sus padres
nuestros ex-aliados desde los tiempos de la segunda Apocalipsis

sus hijos no tienen culpa merecen gratitud así que les estamos agradecidos
no sufrieron un asedio largo como una eternidad
a quienes alcanzó la desdicha están siempre solos
los defensores del Dalai-Lama kurdos montañeses afganos

ahora cuando escribo estas palabras los partidarios del pacto
conquistaron cierta ventaja sobre la fracción de los intransigentes
habituales las oscilaciones de ánimo los destinos aún se sopesan

los cementerios crecen disminuye el número de los defensores
pero la defensa perdura y perdurará hasta el final
y si cae la Ciudad y uno solo sobrevive
él portará consigo la Ciudad por los caminos del exilio
él será la Ciudad

miramos en el rostro del hambre el rostro del fuego el rostro de la muerte
y el peor de todos -el rostro de la traición
y sólo nuestro sueños no fueron humillados

lunes, 5 de octubre de 2009

En la XLI Feria del Libro de Aguascalientes

No vayan a la Feria del Libro de Guadalajara. Ahí suben los precios. Aquí, en Aguascalientes, sí que se encuentran ofertas
(uno de los editores de Luvina)

Pocas cosas tan provechosas, y desesperantes, para un lector como una Feria del Libro, sea la que sea y sea donde sea. Siempre es una ocasión de encontrar, reencontrar (sobre todo aquellos libros queridos prestados y nunca devueltos) y de descubrir. Un espacio donde lo único que hay que hacer es repasar las estanterías sin mayor preocupación que la de decidir en qué gastar el poco o el mucho dinero. Y tras un viaje a una feria del libro, la XLI Feria del Libro de Aguascalientes la montaña de libros por leer crece.

Primero, los viejos amigos. George Steiner en The New Yorker (FCE / Siruela) de, obviamente, George Steiner es unas de esas recopilaciones, medio interesantes, medio tramposas que aprovecha el tirón del nombre del autor para ofrecer, apenas una muestra mínima, pero jugosa, de los bastantes artículos que aparecieron a lo largo de los años en dicha revista y que, además, repite varios textos que ya habían aparecido en otras recopilaciones. Lecturas de mí mismo de Philip Roth es también una recopilación, en este caso de entrevistas y artículos en los que el maestro usamericano habla de sus novelas y su modo de escribir, dejando entre otras perlas de sabiduría, en este caso de la entrevista de la Paris Review, “Las novelas proporcionan a los lectores algo que leer. En el mejor de los casos, los escritores cambian la manera en que los lectores leen. Considero que esa es la única expectativa realista. También me parece del todo suficiente. Leer novelas es un placer profundo y singular, una actividad humana apasionante y misteriosa que no requiere más justificación moral o política que el sexo”.

Rodrigo Fresán, al que los misterios de los cajones de rebajas le otorgaban el mismo precio a todas sus novelas sin importar el tamaño, con su Vidas de Santos promete unas cuantas horas de lectura de un autor interesante que parece empeñado en ser el mejor escritor posmoderno usamericano escribiendo en español. Y, al otro lado del espectro o quizá no tanto, Desde mi Cielo, la primera novela de una escritora siempre prometedora que narra la llegada al cielo de una joven, catorce años, Susie Salmon, asesinada, que desde el paraíso relata, mientras se va acostumbrando a su nuevo “hogar”, como se va desarrollando la vida sin ella, como sus padres siguen con la esperanza de hallarla con vida y el vecino asesino en borrar todo rastro del crimen.

Poca poesía, pero, eso sí, muy barata. Las ediciones de Lumen, dispersas, una aquí, otra diez libros más adelante, y bien escondidas entre novelas históricas y manuales de superación personal, ofrecen varias sorpresas más que interesantes. Oración antes de nacer de Louis Macneice, que dice injustamente en la contraportada que es “traducido ahora por primera vez al castellano”, propone el descubrimiento de una poética bastante interesante de la escritura en inglés del siglo XX y que muestra en su comedimiento una mirada serena sobre el mundo y sus pequeños misterios. Más curioso resulta Y una sed de ilusiones infinita que es una auto antología de Rubén Darío elaborada apenas unos meses antes de su muerte; es decir, un nuevo medio de acercarse al gran modernista en una lectura de su obra elegida, no desde la tradición ni desde la academia, sino desde el conocimiento y una visión cercana. Y, también antológica, pero esta vez de W. H. Auden, es Canción de cuna y otros poemas donde siempre resulta un placer volverse a encontrar los versos de uno de los poetas fundamentales del siglo XX en inglés: “ojalá yo, compuesto igual que ellos / de Eros y polvo, / atormentado por la misma / negación y desesperanza / muestre una llama afirmativa”.

Y, a falta de un par de viajes, la Feria del Libro es también ocasión de encontrar lecturas para esos placeres, más ociosos y culpables, como son, como pueden ser, el ajedrez y el indie. Teen spirit. De viaje por el pop independiente, antología de textos que combina en su título, como un noviazgo casi perfecto, a dos íconos de la música de los años noventa, Nirvana y Los Planetas, y que planeta un repaso a todos los íconos de la música popular de los últimos años, conjugando erudición y buena pluma a cargo, la mayoría, de los redactores de la imprescindible Rock de Lux. Y para los ajedrecistas un recuento de las partidas del campeonato de 1972 entre Boris Spasski y Bobby Fisher que, aunque crónica se lee como si fuera una novela, con un argumento enrevesado y siempre con giros sorprendentes.

Banda sonora
Pero mis palabras se las habrá llevado el viento / y no habrá servido de nada todo el esfuerzo. / O bien no queda nadie en el futuro para hacerlo / y Kang es el señor de todo el universo, / y tiene a la antorcha humana / en un bloque de cemento. / Ni siquiera la alianza / ha podido detenerlo. / Y se acaba la película / y los malos van venciendo. (“Que no sea Kang”, Los Planetas)