lunes, 15 de febrero de 2010

Sobre el ensayo

Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas: y mi honda es la de David.

(José Martí)


 

Tras repensar el mito de Prometeo a la luz de Albert Camus en uno de los ensayos más significativos de posguerra, y que no ha perdido ninguna validez, Pensar el ensayo (Siglo XXI, 2007) de Liliana Weinberg se lanza a un libro que es, al mismo tiempo, una defensa, una apología, una aclaración y un estudio académico que utiliza, raro en estos tiempos, la jerga como un instrumento y no como un exhibicionismo.

"Ensayar el ensayo: interpretar una interpretación; representar una representación; presentar una operación que se desenvuelve en el presente", esas son las palabras con que, apenas en la página dieciséis, la autora explica el ensayo al mismo tiempo que explica el mecanismo que va a regir su libro. Explicar entendiendo, tomar como pauta un texto de, por usar otra denominación del género, "prosa no ficcional" para analizarlo y explicarlo. De este modo, Pensar el ensayo camina a la par de los grandes, y a veces menos conocidos en esa faceta, ensayistas que pueden marcar pautas, abrir claves, obligar al lector a replantearse las ideas, preconcebidas, sobre el ensayo. A la par que Liliana Weinberg, se lee a Martí, de ahí el epígrafe, a Piglia, a la Woolf, a De Quincey, a Walter Benjamin y a Tomás Segovia, entre muchos otros. Cada uno de los autores arroja luz sobre los múltiples matices que presenta el género.

El ensayo parece pedir que, aunque jamás dogmático, si conserve aquel dictum del Señor de la Montaña, citado por Weinberg, "los trazos de mi pintura no inducen a error, aunque cambien y se diversifiquen". El ensayo, sí, y también la literatura toda. Literatura que, como queda explicado en los dos últimos capítulos del libro, fundamentales e inteligentes pues además tratan de dos autores, Paz y Borges, a los que Liliana ya había tratado anteriormente y en profundidad, se difumina en la frontera entre géneros, poesía y ensayo, ensayo y ficción, literatura que también es el ensayo que, con la pequeña acotación "desde una perspectiva esencialista y ahistórica", "no puede verse sino como género impuro, mixto, marginal, ambiguo, inestable, impreciso, fuera de lugar e, incluso en una mirada extrema, como 'género degenerado'". Y, por ello, para evitar esas miradas al ensayo, libros como éste, permeado de amor a dicho modo de escritura y de una más que sólida base intelectual, resultan tan necesarios.


 

Dice Elytis

Citado en Pensar el ensayo. "Palabras venidas de mucho tiempo atrás, u otras más nuevas, incluso modismos, se agolpan en la punta de tu pluma, se remueven como si pidieran algo, saltan hasta el punto de incluso salpicarte el rostro mientras la prosa se hunde en los sucesos y las gotas del chapoteo llegan hasta la cubierta, te empapan, te pegan en la frente consignas de manifestaciones, emblemas de partidos, clamores. Continuamente es necesario que rechaces, que niegues, que elijas, que adoptes"


 

Una afirmación

Con la que termina el libro. Casi un exordio, a pesar de esa posición final. "En su dimensión como poética del pensar, en su capacidad de ofrecernos nuevos miradores para entender el mundo, su más profunda ley intelectiva, se nos muestra como la más íntima forma de vivir lo social y la más pública forma de dar a conocer nuestro singular modo de sentir el mundo".


 

Javier Acosta Escareño

Premio de Poesía Aguascalientes 2010 dijo hace un tiempo: "Los poemas tienen una fuerte utilidad social pues ayudan a mitigar el estrés, ya que establecen un claro en la cotidianeidad de las personas y ayudan a olvidar el tiempo de la necesidad, ese de lidiar con el jefe, ir al trabajo, de cumplir deberes, entonces el arte emancipa al mundo de compromisos sociales y le permite la relación interior". Y toda la razón sea para él.


 

Esther Seligson (1914-2010)

"¿Cómo se arma un libro? Igual que un barco, le respondí a mi nieta, requiere de muchas travesías, de algún naufragio, tocar puertos seguros, una tempestad de tanto en tanto, marineros solidarios, paciencia inquebrantable, (...) muchas plegarias por equipaje y al timón la providencia".


 

Banda Sonora

Y si has pensado que / las cosas se podrían mejorar, / será mejor que no hables, / no digas nada más. // (…) mejor no digas nada más, / podría ser que alguien se enfade, / no digas nada más. ("Una nueva prensa musical", Los Planetas)

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