martes, 2 de febrero de 2010

Salinger


 

Eso no debe importarte, Franny. La única preocupación de un artista es aspirar a cierta perfección y a una que sea en sus propios términos no en los de ningún otro.

Don't ever tell anybody anything. If you do, you start missing everybody.

(J. D. Salinger, 1919-2010)

"Nunca le cuentes nada a nadie. Si lo haces, empiezas a echar de menos a todos", así termina El Guardián entre el Centeno, que David Miklos acaba de definir como "el libro perfecto de un escritor perfecto". El mismo que comienza con uno de los inicios más reconocidos de este siglo:"Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada".

El Guardian entre el Centeno es, sobre todo, como dijo Philip Roth un "poner un dedo en llaga de la lucha que se da en nuestros tiempos entre el yo y la cultura". Holden Caulfield, el eterno adolescente, es quien se encarga de hacer ese tipo de preguntas inútiles, de dudas existenciales sin respuesta que vienen siempre a la mente cuando se recuerda el libro: ¿dónde van los patos? "Vivo en Nueva York y de pronto me acordé del lago que hay en Central Park, cerca de Central Park South. Me pregunté si estaría ya helado y, si lo estaba, adonde habrían ido los patos. Me pregunté dónde se meterían los patos cuando venía el frío y se helaba la superficie del agua, si vendría un hombre a recogerlos en un camión para llevarlos al zoológico, o si se irían ellos a algún sitio por su cuenta". Sin importar que pase con ellos.

Pocos libros como El Guardian retratan de una manera tan cierta (y acertada lingüísticamente, las dos expresiones favoritas de Holden son "phoney" y "goddamn") el conflicto adolescente, sobre todo el masculino. "—La vida es una partida, muchacho. La vida es una partida y hay que vivirla de acuerdo con las reglas del juego. / —Sí, señor. Ya lo sé. Ya lo sé. / De partida un cuerno. Menuda partida. Si te toca del lado de los que cortan el bacalao, desde luego que es una partida, eso lo reconozco. Pero si te toca del otro lado, no veo dónde está la partida. En ninguna parte. Lo que es de partida, nada".

16 de Hapworth de 1924

El último cuento de Salinger, inédito en español, publicado originariamente en The New Yorker el 19 de junio de 1965, el último cuento que publicó en vida y cuyos derechos de publicación hace unos años regaló a una editorial minúscula después de haberse negado siempre a su reedición.

"Un comentario previo. Tan directo y simple como pueda. Me llamo, para empezar, Buddy Glass y la mayor parte de mi vida, probablemente durante los cuarenta y seis que ya ha durado, me he sentido convocado, elaboradamente involucrado, conectado, con la tarea de arrojar cierta luz sobre el tiempo que ocupó la breve y reticulada vida de mi hermano mayor, Seymour Glass, que murió, se suicidó, optó por discontinuar su vida, en 1948, a los treinta y un años. / Mi intención, ahora mismo, en este mismo papel, es encontrar un principio al transcribir una copia exacta de la una carta de Seymour que, hasta hace cuatro horas, no había leído en mi vida. Me la mandó mi madre, Bessie Glass, por correo certificado". Y continúa la transcripción de una carta larguísima de un niño demasiado inteligente, demasiado Glass.


 

Franny y Zooey

En el brevísimo "Franny" un joven universitario de la Ivy League espera a su novia que llega desganada y asqueada con el mundo ("El hecho de que me condicione tan horriblemente aceptar los valores ajenos y de que me guste el aplauso y que la gente se entusiasme conmigo no lo justifica. Me avergüenzo de ello. Me da náuseas. Me da náuseas no tener el valor de ser una absoluta nulidad. Tengo asco de mí misma y de todos cuantos desean causar alguna especie de sensación"), van a cenar, ella habla y habla de un libro del que no recuerda el título pero trata de un campesino ruso buscando el modo de orar a toda hora, se desmaya y termina "muy quieta, con la vista fija en el techo. Sus labios empezaron a moverse, formando palabras sin sonido, y continuaron moviéndose".

"Zooey", la larga contraparte, es, tras el preámbulo con Zooey leyendo una carta de su hermano en la bañera, un intento de salvar, por teléfono y apetición de la madre de ambos, a su hermana Franny de la depresión religiosa en que se encuentra y que, en uno de los que tal vez sean los dos cuentos más budistas de la producción de Salinger, también termina en quietud ya que "durante unos momentos, antes de sumirse en un sueño plácido y profundo, permaneció quieta, sonriendo al techo".

De sus pocas entrevistas

Desde 1953, sólo concedió dos entrevistas (y no muy largas: media hora con Lacey Fosburgh del "New York Times" y otra a Betty Eppes, columnista en "The Advocate" y ex modelo de Playboy, que fue reproducida en una "Paris Review" de 1981).

"Cuando no se publica hay una gran paz interior. Publicar es una invasión terrible de mi privacidad. Me gusta escribir. Amo escribir. Pero sólo escribo para mí y para mi propio placer", "no estoy apostándole a que se me publique póstumamente. Aunque me gusta escribir para mí mismo. (…) Estoy pagando el precio de mi propia actitud. Sé que soy un tipo bastante extraño, bastante raro. Pero lo hago para protegerme y proteger mi trabajo". "Ya quiero terminar. Me siento invadido. Ya he sobrevivido a muchas cosas. Creo que lo más seguro es que también sobreviva a esto".


 

¿Y su vida?

El obituario del New York Times la resume en un breve párrafo: "J. D. Salinger, uno de los más grandes escritores tras la segunda guerra mundial pero que volvió la espalda al éxito y la adulación, convirtiéndose en el Garbo de la literatura, famoso por no querer ser famoso, murió el miércoles en su casa de Cornish en que la había vivido encerrado más de cincuenta años. Tenía 91."

Dice Harold Bloom

En la introducción a la edición escolar de El guardian: "Ser un guardián entre el centeno, la ambición de Holden, es un tipo de santo secular que desea y es capaz de salvar a los niños pequeños de las calamidades. Faulkner señaló que el dilema de Holden fue su incapacidad de encontrar y aceptar un mentor verdadero, un maestro o guía que pudiese levantar su fe. Holden es portavoz de nuestro escepticismo y nuestra necesidad".

Banda sonora

"Todo son señales, suelta Jota, perdido en el espacio. Con proclamas de ese calibre se emprenden las grandes expediciones. Las de perderse y las de encontrarse" (Rodrigo Fresán).

1 comentario:

El guz dijo...

Nada más intenso y a la vez dulce, que un texto tuyo recordando a quien te hizo pasar un buen tiempo de lectura. Sin duda, Salinger, es uno de tus entrañables, por eso este texto, es uno de esos que hay que leer un par de veces para lograr captar el mensaje de fondo "lean a Salinger, leanlo, leanlo".

Saludos.


Pd. me da gusto haber estado en el momento justo en que dijiste "¡tengo la banda sonora de esta semana!", me hace sentir cómplice de ese fragmento. Un abrazo.