martes, 8 de febrero de 2011

Un cuento de Elizabeth Bishop

Gracias al (casi) siempre exquisito catalogo de la Library of America, hace unos días descubrí los cuentos de la Bishop. Delicados, maravillosamente chejovianos (esos cuentos en los que parece que no pasa nada).

"What is his hand?", un cuento en el que apenas aparecen manos y si aparecen es como de pasada, como quien no quiere la cosa, es un cuento de esos que una vez leído e instalado en lo más adentro del lector ya no puede olvidarse. En este caso, se ha quedado, por el espíritu, por el modo, junto a su poema “Un arte”. En el poema se habla de perder; en el cuento, sabemos que la protagonista perderá algo, tal vez la inocencia (no la carnal, la mental), tal vez el futuro, tal vez lo que está escrito (y el lector nunca sabe) en las líneas de su mano.

Y dos líneas finales espectaculares que dejan al lector pensando, pensando, pensando en el destino de los cuatro personajes y en lo que pasará después. Porque de eso se tratan los cuentos verdaderamente grandes, de la vida que continúa más allá del punto final.

"As we went out into an austere white world, I could still hear behind us the banging of the child on his tiny toy typewriter". (Una lección además de cómo adjetivar: ese seco "austere" repleto de significación y la aliteración perfecta de "tiny toy type").

ADDENDA: Hoy hubiera cumplido cien años.

Las dos últimas estrofas de "Questions of travel"

"Is it lack of imagination that makes us come
to imagined places, not just stay at home?
Or could Pascal have been not entirely right
about just sitting quietly in one's room?

Continent, city, country, society:
the choice is never wide and never free.
And here, or there . . . No. Should we have stayed at home,
wherever that may be?"

No hay comentarios: