viernes, 28 de mayo de 2010
Haber estado ahí y cantar...
(¿La veremos en Aguascalientes algún día?)
jueves, 27 de mayo de 2010
Nace Elefant Records México
Nos sentimos queridos, como sello, como personas y sobre todo sabemos que los fans Mexicanos adoran a nuestros grupos, por todo esto estamos muy contentos de poder empezar éste nuevo proyecto que esperamos pueda tener una continuidad en el tiempo.
En estos últimos años muchos discos de Elefant han sido publicados en México en diferentes compañías independientes y queremos agradecer a todos estos sellos y a todas las personas que nos han ayudado y apoyado en estos años, ya que también gracias a ellos es posible que hoy exista Elefant Records México, gracias a todos ellos, gracias al equipo de Elefant en México (Jorge “El Negro”, Juan Vázquez, Luli Serrano, Gabriel Gómez y Jorge Pedro Uribe) y por supuesto gracias a todos los fans del sello.
El primer lanzamiento de Elefant Records México es el aclamado álbum de debut de LA BIEN QUERIDA que además llevara como temas extra las dos remezclas de 9.6 que hicieron Guille Milkyway de l CASA AZUL e HIDROGENESSE, el segundo lanzamiento para el mes de junio será “Loveless Unbeliever” de THE SCHOOL y estamos preparando un recopilatorio especial de LA CASA AZUL y un recopilatorio extenso de Elefant."
miércoles, 26 de mayo de 2010
Sr. Chinarro + Hola a todo el mundo
O de cómo convertir una obra maestra del ruido ("El fantasma de la transición" de Triángulo de Amor Bizarro) en una fantasía pop.
Gratis con El País en la celebración del día de la música (que ya antes había regalado -sólo 5000 descargas- "La idiota en mi (mayor)" de la rosenvinge y biolay y un grupo islandes raro, raro, raro llamado FMBelfast).
lunes, 24 de mayo de 2010
Martínez Farfán y Dickinson
(Francisco Martínez Farfán)
acto fósil (PACMyC, 2010), así con minúsculas, es el segundo libro publicado de Francisco Martínez Farfán en apenas un año y es un volumen radicalmente diferente, tanto en formato como en contenido, al que se editara hace unos meses. Un libro de poemas éste que, desde el título, habla de una voluntad del poeta y de la poesía que escribe de fijar más que un instante los diferentes instantes de una misma historia. Vocación narrativa que, además, se ve amplificada por el hecho de que todas las citas, que abren cada una de las partes en las que está dividido el poemario, pertenezcan a una obra en prosa, la Historia de Beppo el Inmóvil de Hernán Lavín Cerda.
Basta, en caso de que el lector no quisiera acercarse a la poesía, a la verdadera poesía que siempre es peligrosa porque obliga a replantearse las verdades más íntimas, con que ojeara el índice. ¿Qué esperar de un libro cuyo primer poema se titula “La marca del extraviado” y hasta el último, también de significativo titulo “La atadura del habla” nos lleva por entre “Para morir adentro”, “Ni el amor”, “Te aguardo sin creer”, “He posado tu ausencia” o “Salir de este futuro decir”?
Martínez Farfán, la voz narrativa, al menos, no necesariamente la figura del poeta, en este libro se debate entre las dos verdades que desde Rilke, una de los pilares inaugurales de la poesía moderna, ningún poeta debe, ni puede, evitar: ¿qué es lo real: lo sentido o lo escrito? Y, como lectores, ¿cómo saber? El propio autor, desde la primera estrofa contesta, aunque crípticamente: “La marca del extraviado es decir lo que no lleva, / lo que no puede su parte. Hay montones detrás de lo que ve / y los contiene el signo, los detiene”.
Y no es sino hasta páginas después que el autor se decide, en un par de versos (demostrando la sinceridad que es una de las características de la poesía de Martínez Farfán) a resolver el enigma. Y dice “No nos conocemos, nos decimos: / de donde digo viene esto dicho por los dos”. Es ahí donde ambos, lector, autor y voz que narra, que canta pues es poesía, se encuentran hasta ese poema que, sin lugar a dudas, merece un lugar en cualquier antología de “Los mejores poemas de 2010”: “Corazón, no armes tu frase a solas, sal de afuera, / entra a tu casa a perseguir tu nombre, que descanse / en tu lomo una montaña, una estrella de atmósfera / que humea para morir adiós, un guante ensangrentado, /un tambor de juguete con su muerte y la niña que se muere / de frío, con su dedo en su boca, extrañando el oscuro / deleite de su tibia casa de muñecas, mientras desciende con la lluvia / el resplandor dorado de la nube de saltamontes”.
En las bibliotecas públicas
Ahora que están de moda, al menos en los mentideros literarios de la ciudad, se pueden encontrar auténticas joyas. Como, por ejemplo, perdida en uno de los estantes de una de las más céntricas, un ejemplar en perfecto estado de Unpublished Poems of Emily Dickinson, editada por su sobrina Martha Dickinson en 1935 para la editorial Little, Brown, and Company. Y, qué sorpresa, es una edición limitada y numerada a mano de quinientos ejemplares de la que el libro abierto sobre la mesa es el doscientos diecinueve. Pero aún mayor sorpresa que el hallazgo es el de un poema brevísimo, apenas dos líneas: “A quien las mañanas le parecen noches, / ¿qué le serán las medianoches?”. (Un paréntesis necesario: dos escritores que lo vieron ayer exclamaron lo mismo “¡Qué desperdicio devolverlo!”).
Otro poema de Dickinson
Banda sonora
Lo que te quiero decir, es que quiero que quieras / Quedarte conmigo / Lo que te quiero decir, es que quiero que atiendas / A lo que te pido / Y no hace falta, que salga la luna ni que se ponga el sol / Para encontrar el momento exacto y decirlo mejor / Para encontrar el momento exacto y decir lo mejor / Lo que te quiero decir (“Cuando lo intentas”, La Bien Querida).
viernes, 21 de mayo de 2010
Escuchando “Bleach”…
Ella, obviando mi voz preguntando por los Melvins o por Scratch Acid, caería, así la imagino, enamorada de “About a girl”, indie y masiva al tiempo.
Yo, sorprendido por “Love Buzz”. ¿Alguien más reivindica, y menos aún reivindicaba, a los (¡¡¡holandeses!!!) Shoking Blue?
Lo dicho: gustos semejantes, / opiniones diversas por sistema.
miércoles, 19 de mayo de 2010
Edoardo Sanguinetti (1930-2010)
morir lejos de tu cuerpo
no sobre cama mullida
-ni de hospital siquiera-
y menos en la nuestra
-si hubo tal o lo hubiera-
que sea instantáneo
un rayo adentro / un detenerse
de los pulsos en las sienes
no una larga agonía
-una despedida falsa-
y aún menos no querer irse
-aunque no exista casa-
que sea lejos de tu cuerpo
que el recuerdo
permanezca y te acune
como yo lo haría
si seguir aquí
dependiera de esta voluntad que se apaga
y te piensa
hasta el último instante
martes, 18 de mayo de 2010
Love will tear us apart
When routine bites hard, and ambitions are low
And resentment rides high, but emotions won't grow
And we're changing our ways, taking different roads
Then love, love will tear us apart again
Why is the bedroom so cold? You've turned away on your side
Is my timing that flawed our respect run so dry?
Yet there's still this appeal that we've kept through our lives
Love, love will tear us apart again
You cry out in your sleep all my failings expose
There's a taste in my mouth, as desperation takes hold
Just that something so good just can't function no more
When love, love will tear us apart again
lunes, 17 de mayo de 2010
domingo, 16 de mayo de 2010
Flann O’Brien y a.
Flann O'Brien es sin duda un autor en mayúsculas. (…) Joyce y Flann O'Brien asaltan tu mente con palabras, estilo, magia locura y una imaginación infinita.
(Anthony Burgess)
Si de un autor desconocido se afirma que lo leían Samuel Beckett y James Joyce, ya corto de vista, usando la lupa de sus últimos años, y además logra colocar dos de sus novelas dentro del "Canon Occidental" de Harold Bloom o consigue que una de las casas editoras dedicadas a la vanguardia se llame como una de sus novelas, algo ha de tener éste, aunque sea un verdadero desconocido, apenas mencionado un par de veces por el siempre inquieto en sus lecturas Sergio Pitol, y su nombre de pila Brian O'Nolan haya sido eclipsado para siempre por sus dos, entre los más usados, seudónimos, Myles Na Gopaleen, colaborador para el Irish Times sobre política nacional irlandesa, y Flann O'Brien, autor de las inolvidables El Tercer Policía y Crónica de Dalkey.
"Dalkey es una ciudad pequeña, situada a unas doce millas al sur de Dublín, en la costa. Es una ciudad peculiar, acurrucada, tranquila, como adormilada. Sus calles, que no lo son tan claramente, son estrechas y en ellas suceden encuentros que parecen accidentales. Las tiendas, pequeñas, simulan estar cerradas pero están abiertas. Dalkey surge como un humilde asentamiento que debe ser vecino, y así lo siente el viajero, de algún otro lugar de importancia y distinción. Y lo es: es el vestíbulo de una visión celestial".
Tras ese primer párrafo que promete una novela de lo más normal, por no decir costumbrista, las disparatadas aventuras de los personajes convierten la Crónica de Dalkey en una disparatada novela detectivesca que implica en un intento de salvación del mundo a tres personajes tan disimiles como un funcionario irlandés del más bajo rango, un policía que ahorca bicicletas y considera que quien monta mucho en ellas va volviéndose bicicleta mientras que el medio de transporte se vuelve hombre, y un sacerdote con los más profundos conocimientos teológicos y un odio acérrimo a los jesuitas. Su meta, que tampoco entraría nunc a bajo la categoría de convencional, es evitar que un diletante científico loco, que además no cree ni en el tiempo ni el espacio que manipula a su antojo aunque sin control sobre él, acabe con el mundo mediante una descarga de un producto de invención propia llamado PDM, cuyas siglas no significan absolutamente nada.
A partir de ahí la novela, porque a pesar de sus personajes y de lo inverosímil de las situaciones nunca rompe con la forma clásica de lo que damos en denominar así, se llena de persecuciones lógicas, es decir, que ocurren sólo mediante silogismos, una aparición estelar en una cueva submarina del mismísimo San Agustín de Hipona que sólo piensa en justificarse y, en homenaje del escritor a uno de sus lectores, de Joyce en persona que no ha muerto sino que vive escondido en un suburbio de Dublín y que, al enterarse de la publicación de Ulysses, algo que él no quería y al que denomina "algo artificial y laborioso", monta en cólera.
Resumir qué pasa en las apenas trescientas páginas, de un ritmo endiablado, es casi imposible. Pero, y aunque no sea un libro para todos los públicos, es una de esas lecturas inolvidables, al modo también de La Conjura de los Necios, en que lo importante, antes que qué pasa, es el hecho de los personajes viven para siempre en la mente, y el corazón del lector.
Todo hasta un final que también resultará, así fuera de contexto, cuanto menos "normal": "– No hay nada como tener un tejado sobre la cabeza. Es una idea anticuada, pero un tejado significa seguridad para nosotros y para la familia. / – ¿La familia? / – Sí, Mick. Voy a tener un niño. Estoy segura".
Un fragmento del manifiesto de "Palabra en el Mundo"
Llamamos a abrirle ventanas y puertas a la realidad, a inundarnos de fuerza pura, a entregar humanidad, a crecer juntos, a sumar fuerzas y acoger en cada lugar la audacia de poetizar la vida. Las formas pueden ser múltiples, la pasión una sola: organizar en escuelas, universidades, teatros, cafés, restaurantes, anfiteatros, playas, parques, plazas, calles, casas particulares, casas de cultura, estaciones de radio, estudios de televisión, salas de conferencia, centros comerciales o donde la imaginación lo aconseje, una o muchas lecturas de poesía, que unidas a otras en distintos puntos del planeta, serán el IV Festival de Poesía: Palabra en el mundo, del 20 al 25 de mayo del 2010.
Un poema de amor
No podemos abandonarnos, / nos aburrimos mucho juntos, / tenemos la misma edad, / gustos semejantes, / opiniones diversas por sistema. // Muchas horas, juntos, / apenas nos oíamos respirar / rumiando la misma paradoja / o a veces nos arrebatábamos / la propia nota inexpresada / de la misma canción. // Ninguno de los dos, empero, / aceptaría los dudosos honores / del proselitismo. ("X. V.", Salvador Novo)
Banda sonora
Así que algo importante / está a punto de ocurrir. / Despiértame un poco antes, / tal vez me pueda divertir. / Todo lo que pensé / que nunca haría anda por aquí. ("Una nueva prensa musical", Los Planetas).
viernes, 14 de mayo de 2010
Palabras, palabras, palabras de Tom Lutz
Había una vez un anciano que caminaba por una playa con anhelo en su corazón y arena en los pies, con su mal aconsejada amada acercándose y el sol tras una cobija de nubes. Un fantasma saltaba por su alma, el fantasma de un muchacho de veinte años, un muchacho que, como ningún otro muchacho, se arrojaba para siempre a los pies de su amada, que le gritaba a todos su amor sin límites, su amor de diferentes modos, que corría hacia ella y le tapaba los ojos desde su espalda y que reía, acariciando su cuello como si fuera un enorme caballo torpe, sin esperanza, que saltaba, inútilmente, como un payaso, que saltaba hasta la luna.
Ella sabía mucho más...
jueves, 13 de mayo de 2010
Ni una imagen que distraiga de Nacho y J
Hoy de nuevo
cerraremos los ojos
deseando con devoción
una nueva noche ártica
y del negro más puro,
no como el de la oscuridad
sino como el del ébano.
Así nuestros pulmones
se anegan en un sueño
que envenena y que sana.
Sueños de noches árticas,
sueños de noches ártica,
que envenenan y que sanan.
Cierra los ojos y
escucha en la oscuridad
cómo resuenan las cajas de música.
Inténtalas parar.
Cierra los ojos y
escucha en la oscuridad
cómo resuenan las cajas de música.
Inténtalas parar.
Cierra los ojos y
escucha en la oscuridad
cómo resuenan las cajas de música.
Inténtalas parar.
PD: y los dos juntos de nuevo, intentando elegir entre el dolor y la nada.
lunes, 10 de mayo de 2010
Juan Antonio González Iglesias
La canción del verano suena más que la Eneida
y en vano -Cioran dice- busca Occidente una
forma de agonía digna de su pasado.
Pero así están las cosas, y no tienen
vuelta
ni las generaciones ni las hojas
de los hombres.
Tristeza de saber que no regresaremos
a la ternura, la serenidad,
al fulgor de Virgilio.
Aquel verano
bailábamos oscuros bajo la noche sola.
sábado, 8 de mayo de 2010
Hélène Rioux
No comprendo que la gente tenga ganas de leer historias feas. No hay que traducirlas. Un libro bonito podría consolarle.
(Hélène Rioux)
Si Traductora de Sentimientos de Hélène Rioux (Jus, 2009) hubiera sido publicada Anagrama, Alfaguara o Planeta, sería uno de los libros más vendidos del año y uno de los más comentados. Una novela narrada en primera persona y en presente que es, a su vez, tres novelas, cada una radicalmente diferente pero que embonan perfectamente unidas ambas en la peripecia vital y, sobre todo, mental de la protagonista, Eleonore.
Una frase resume el espíritu del libro anunciando, es apenas la página cuarenta y tres, lo que se avecina. "Decidí entrar en la muerte y su verdad. Quería hacer esto completamente sola, cerca del mar y consolada por él. Desnuda entre las rocas, respiro infinitamente el aire salino. Como si el yodo pudiera cicatrizar el corazón". Pero Eleonore para llegar a la muerte, a entender la muerte, tendrá que traducir algo muy diferente a lo que ha hecho hasta entonces, novelas rosa para la colección "Sentimientos" (de ahí el título del libro). Una de las novelas es, pues, el acercamiento intelectual, traduciendo la biografía de Leonard Ming, asesino serial, y sentimental, los carteles de las niñas desaparecidas en Almuñecar, la muerte de la hija, a la muerte.
Entrelazada con esa extraña relación con el hecho de morir, y lo que conlleva, sobre todo en el caso de la muerte violenta, que puede doler físicamente hasta con sólo pensarla, se mezcla una historia de amor, "el amor no es menos verdadero que la muerte. Ni más verdadero tampoco", de reflexión sobre el amor y sus verdades, las físicas, que acontecerán en ese mismo espacio entre las rocas donde la protagonista se desnuda solitaria, y las de las complejas relaciones entre individuos. "¿Y dónde está el peligro? / Usted y yo. / Pero usted no quería una aventura. / Y usted sí quería una. / No en realidad."
Punteando las dos, aflorando casi a cada momento, está lo que podría ser esa tercera novela, ese eterno monólogo interior de la traductora que va de la crueldad humana a cómo traducir, de los diferentes sentidos que puede tener el mar depende de cómo se mire a la monotonía de la cotidianidad, un monólogo que reflexiona, una vez y otra, como el movimiento de ese mediterráneo omnipresente en la novela, sobre el valor de lo humano.
Y, como pequeños cuentos dentro de la historia de Eleanore, de su traducción y de la historia de amor con Lukas, aparecen, para desaparecer apenas termina el capítulo, los personajes secundarios. La cuarentona del avión, posiblemente lectora de la misma colección que la protagonista traduce, la rusa, antes soviética, un poco loca y ahora alcohólica, el perro adoptado que un día se marcha con un extranjero, el jubilado madrileño que no ha vivido, personajes todos que contrastan, sobre todo en su resignación ante la vida con las miles de preguntas, siempre sin respuesta o, peor, con una respuesta siempre doble y ambigua, que Eleanore se hace.
Tal vez en una relectura, haya otra novela, escondida, casi construida en aforismos, que resulta de todos los epígrafes de la obra que abren cada uno de los catorce capítulos, pertenecientes al mismo autor, el bailarín Nijinski, y a la misma obra, Cuadernos, y que van desde "Ella no piensa en la muerte, pues no quiere morir. Yo pienso en la muerte, pues no quiero morir", exquisito resumen de la obra, hasta el final "Lloro porque amo la vida".
Y, como sólo ocurre con ciertas novelas, Traductora de Sentimientos se resume, o se lee a sí misma, en sus casi últimas palabras: "La vida clemente. También la muerte. Poco importa que me vaya o que me quede. Siempre estará la vida, siempre estará la muerte. Poco importa dónde estará la ciudad, siempre descampados habrá. Y por más esfuerzos que haga traduciendo todas las historias de amor del mundo, vendrán asesinos para escribir su historia con la sangre de los niños":
A modo de consejo
"Lo más difícil es escribir en 'yo'". Así comienza Hélène Rioux uno de los capítulos centrales de la novela, el octavo, que, nada casualmente tiene como epígrafe "Quiero escribir la verdad, por eso miento".
De la bandeja de entrada
Llega al correo un poema de una autora, Irene Sánchez Carrón, a la que vale la pena buscar y leer. "La costumbre me trae hasta tu cuerpo / o la necesidad de los planetas. / Esa costumbre ciega de semilla, / la que hace descender por las gargantas / el agua ciegamente, / la que guía a las aves migratorias / año tras año por la misma ruta, / la que impulsa en algún lugar remoto / esta brisa que ahora desordena / tu pelo. Y sonríes, / con costumbres de sol en su sistema". ("El agua ciegamente").
Banda sonora
"¿Son conscientes de que Los Planetas es una banda que genera cierta controversia entre el público? / J: Bueno, realmente ésa es la finalidad del arte: generar una reacción entre la gente. Aquellos que no comulgan con nuestra postura se revuelven en sus asientos cuando ven que algo tiene mucha fuerza".
viernes, 7 de mayo de 2010
La Bien Querida será...
No podía ser de otra.
¿A poco no sería lindo que cantaran juntas y a coro estas dos canciones?
ACTUALIZACIÓN: Jorge Pedro comienza a trabajar en Elephant Records México.
jueves, 6 de mayo de 2010
miércoles, 5 de mayo de 2010
Dos de Leopoldo María Panero
No es tu sexo lo que en tu sexo busco
sino ensuciar tu alma:
desflorar
con todo el barro de la vida
lo que aún no ha vivido.
Ars Magna
Qué es la magia, preguntas
en una habitación a oscuras.
Qué es la nada, preguntas,
saliendo de la habitación.
Y qué es un hombre saliendo de la nada
y volviendo solo a la habitación.
martes, 4 de mayo de 2010
Variaciones sobre Hospital
(Hace apenas unos meses, acompañé, tuve que acompañar por circunstancias que ahora no vienen al caso, a una amiga cercana a urgencias del hospital. Al regreso a casa, a su casa pues no podía quedarse sola aquella noche, encontré entre sus papeles viejos, que curioseé para alejar el sueño y poder velarla, un poema que ella misma había escrito años atrás. De aquella lectura, esta versión. Las cursivas pertenecen al poema original).
Para a., esta asmática traducción.
I
Ingrávido, como en una luz incesante, en una que tuviese
fluorescencia propia,
en una claridad que ni cambia ni termina.
Contra tu voluntad, acudes y ajeno
a este pabellón nocturno.
Han pasado años desde entonces.
Recuerdas,
de pronto,
la radiografía,
el ósculo estampado a escondidas
en los pulmones de la enferma.
II
Y no pasa el tiempo. O pasa lento. Porque aquí quizá los relojes son sólo dibujo. Un compás de verdes blips. Una marca extraña en las yemas de los dedos. Como la huella digital que acabará por imponer la muerte. Y mientras un tiempo raro que dura lo que dura cada espiración. Un tiempo que persiste aún más (o quizá ya no), ese espacio mudo y ciego entre una y la siguiente. Entre la siguiente y la última.
III
Todo el hospital conspira. El silencio sobre todo. Porque los murmullos y las frases entrecortadas no son información sino miedo. Como un soplo pero en el espíritu. No una metáfora de la enfermedad sino la enfermedad misma. El nombre científico de algo que sólo existe en el cuerpo. Como ciclotimia, esa condición de estar un día alegre y al otro triste. O sea, la vida.
IV
No son blancas las sábanas. Pero tampoco hay palabra posible para definir ese color que se desvanece en cada respiración.
V
Y los doctores, emisarios voluntarios de lo que nadie debería saber, años tardan en aprender / el arte de hablar como lo hacen. Más aún de que tarda el enfermo en aprender a callar, en saber que contra la muerte no hay palabra posible salvo amén.
VI
Volveremos,
tarde o temprano,
al aire viciado de estas salas, a estas habitaciones
de tranquilidad tan falsa.
Volveremos,
y al final solos,
mientras un cuerpo queda.
Ese cuerpo que fuimos,
que ya no seremos.
Este y unos cuantos poemas más, aquí.
lunes, 3 de mayo de 2010
De “Traductora de Sentimientos” de Hélène Rioux”
- ¿Cómo son los españoles con las mujeres?, me pregunta.
- Españoles.
Se ríe.
- ¿Y qué más?
- Ya lo verá seguro.
domingo, 2 de mayo de 2010
Román Revueltas, un par de muertos y Brines
Hace poco, me separé de mi última mujer. Las cosas ocurrieron así:
(Román Revueltas Retes)
La insidiosa fatalidad de las cosas de Román Revueltas (Joaquín Mortiz, 2003, que según su autor es inencontrable, pero que en las buenas librerías de viejo y sabiendo buscar puede aparecer) es un volumen que lleva en su título la definición de sí mismo. El diccionario de la Real Academia Española da de insidioso/a como tercera acepción "malicioso o dañino con apariencias inofensivas" y como cuarta, considerándolo un término médico "dicho de un padecimiento o de una enfermedad que, bajo una apariencia benigna, oculta gravedad suma". Y de eso, en efecto, en un juego circular de espejos y repeticiones obsesivas, trata la novela, de un personaje que bajo una vida social inofensiva acaba cometiendo un asesinato.
Tres, el vaso de agua que arroja a su esposa una mañana, la dialéctica relación que establece con el perro de su nueva casera, resuelta con un juego con bolsas de plástico que explotan y unas cuantas obsesiones como el güisqui, las dos horas de recorrido por el supermercado o la poca necesidad de trabajar, los motivos que el narrador, una omnipresente primera persona que ejemplifica la nunca mejor elegida cita de Shakespare que abre la novela "aunque sea esto locura, hay aún así método en ella", en original en el libro. Porque, y en eso radica uno de los mayores aciertos del libro, los acontecimientos exteriores no son sino un recuento de lo que pasa, y siempre pasa lo mismo, dentro de quien cuenta, a su manera, la historia aderezada, además con una conciencia plena de su peculiar personalidad, con los comentarios sobre su propia conducta.
Como la vida, como en las mejores novelas, como en casi todo, La insidiosa fatalidad de las cosas es un libro que combina a partes iguales carcajadas, aunque sean a costa de los extraños comportamientos del protagonista casi exclusivo del libro, y malestar, sobre todo por la fatalidad de los acontecimientos que siempre acaban imponiéndose a la propia humanidad como un castigo divino como explica el mismo personaje: "Dios no me quiere. No es un buen padre. Ha creado al hombre y lo ha hecho frágil por naturaleza y lo ha abandonado a su suerte en un entorno descarnadamente hostil. Hasta un tipo vagamente exitoso como Don Luis no fue, en el momento de nacer, otra cosa que un torpe y vulnerable y endeble remedo de antropoide".
Y, uno de los motivos de asombro al comenzar la novela que se lee perfectamente de una sentada, tanto por el tamaño, apenas 137 palabras, y por lo rápidamente que atrapa al lector, el autor profesionalmente es músico, ejecutante, compositor y director y, ahora/entonces, escritor con una lección bien aprendida del mundo de la música: el arte no es sino un tema con variaciones sobre el mismo.
Dos más que se van
Primero, uno de los grandes renovadores de la dramaturgia en lengua inglesa, ejemplo y modelo de toda esa generación denominada Angry Young Men, que dejó al menos dos obras que merecen, ahora con su muerte, volver, tras un tiempo de abandono, volver a ser leídas, el "drama de cocina" Sábado por la noche, domingo en la mañana y esa punzante metáfora sobre lo que significa la victoria La soledad del corredor de fondo. Y, segundo, Peter Porter, el injustamente no tan leído poeta australiano, uno de cuyos últimos poemas, "Desde la sala de recuperación": "No hay noticias, como si lo que no ha ocurrido / no hubiese ocurrido. Habrá noticias / cuando termine el mundo, el mundo que es / el de uno-y-uno-sólo".
Palabras para una mirada
De Francisco Brines, el Premio Reina Sofía de Poesía. "Miras, con ojos luminosos, / mientras hablo, mis ojos. Los cabellos / son fuego y seda, / y el rosa laberinto del oído / desvaría en la noche, / acepta las razones que doy sobre una vida / que ha perdido la dicha y su mejor edad. / ¿Cómo me ven tus ojos? Yo sé, porque estás cerca, / que mis labios sonríen, / y hay en mí delirante juventud. / Inocente me miras, y no quiero saber / si soy el más dichoso hipócrita. / Sería pervertirte decir / que quien ha envejecido es traidor, / pues ha dado la vida / o dado el alma, / no sólo por placer, también por tedio, / o por tranquilidad; / muy pocas veces por amor. / He acercado mis labios a los tuyos, / en su fuego he dejado mi calor, / y emboscado en la noche / iba espiando en ti vejez y desengaño".
Banda sonora
No es manía ni locura / esto que tengo contigo / no es manía ni locura / que los mejores doctores / no han encontrado la cura / que no venga de tu mano, / Señora de las alturas. ("Señora de las alturas", Los Planetas).