La canción del verano suena más que la Eneida
y en vano -Cioran dice- busca Occidente una
forma de agonía digna de su pasado.
Pero así están las cosas, y no tienen
vuelta
ni las generaciones ni las hojas
de los hombres.
Tristeza de saber que no regresaremos
a la ternura, la serenidad,
al fulgor de Virgilio.
Aquel verano
bailábamos oscuros bajo la noche sola.
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