lunes, 29 de marzo de 2010

Yevtushenko y otras notas sobre poesía

Romper el círculo vicioso de ilusiones y crímenes sólo puede hacerlo la exquisitez de comprensión de la vida. Y a esta exquisitez se arriba precisamente con la poesía.

(Yevgueni Yevtushenko)


 

Adiós, Bandera Roja (FCE, 1997) de Yevgueni Yevtushenko es uno de esos libros que combina una exquisita labor poética con un imperativo moral: decir siempre la verdad. Una verdad que resume en su defensa de la poesía con unas conmovedoras palabras: "Hoy todos somos testigos de un complot mundial / de la vulgaridad triunfante contra la exquisitez. / Pero si la vulgaridad es inmortal, también es inmortal / la resistencia contra ella".


 

A pesar de que el poeta ruso fue durante su época, no tan lejana, una superestrella no sólo de la poesía, con recitales de más de veinte mil personas, entre ellos uno en Chile con Pablo Neruda, sino también del cine, como director y como actor, hoy Yevtushenko está ciertamente olvidado. En la época de la rapidez y la vida virtual, un poeta que propone la lentitud ("El mal del siglo es la prisa / y el hombre, secándose el sudor de la frente, / se mueve por la vida como un peón acosado / cuando se encuentra fuera del tablero") y el amor a la tierra (a todas "Me gustaría / nacer en todos los países / tener pasaporte / para todos" y a la propia "que no descanse mi cuerpo / ni en la tierra francesa, / ni italiana, / sino en la tierra rusa, amarga, / en una colina verde, / donde por vez primera / me sentí todo el mundo") ha de ser a fuerza un poeta poco comprendido.


 

Una poesía la de Yevtushenko que en momentos se convierte, literalmente, en oración cuando expresa en "Conversación con Dios" en unos versos que no podían ser más adecuados para estos tiempos (y, lamentablemente, para todos): "Dios conceda que no nos ensucie el poder, / que no seamos falsos héroes / y nos conceda la riqueza, de ser posible, / pero sin robar. // Dios nos conceda la ancianidad / sin ser devorados por cuadrilla alguna, / sin ser víctima ni verdugo, / ni señor ni mendigo".


 

Una oración de W. H. Auden

"Y, ahora, roguemos a la intención de quienes detentan alguna desgraciada partícula de autoridad, roguemos por todos aquellos a través de quienes tenemos que sufrir la tiranía impersonal del Estado, por todos aquellos que investigan y contrainvestigan, por todos aquellos que dan autorizaciones y promulgan prohibiciones, roguemos por que no consideren jamás la letra y la cifra como algo más real y más vivo que la carne y la sangre… y haced, Señor, haced que nosotros, simples ciudadanos de esta tierra, no lleguemos a confundir al hombre con la función que ocupa. Haced que tengamos siempre presente en el espíritu y en la mente que de nuestra impaciencia o de nuestra pereza, de nuestros abusos o de nuestro temor a la libertad, de nuestras propias injusticias, en fin, ha nacido este Estado que tenemos que sufrir para perdón y remisión de nuestros pecados". (de Canción de Cuna).


 

Un consejo de Shostakovich

"Shostakovich, que estaba a mi lado y escribía sin cesar en su libreta de notas abierta sobre las rodillas, me cuchicheó con desasosiego: / -Tengo mi método, Yevguni Alexandrovich, para no aplaudir. Aparento que escribo estos grandes pensamientos. Gracias a Dios, todos ven que tengo las manos ocupadas", escribe Yevtushenko.


 

Un número muy especial

La Gaceta del Fondo de Cultura Económica dedica su número de enero de 2010 a la poesía con el hermoso título de "Poesía en el Fondo" cuyo índice es una selecta selección de autores que van del siempre impecable Chumacero al (aquí no tan) vanguardista e. e. Cummings, de la directa Szymborska a la más desconocida Feli Dávalos, de la sonora profundidad de Cuesta a la de Deniz en página opuesta. Y así hasta completar con Pacheco, Sor Juana, Pita Amor, Zaid, Pound, Mallarme o Sarduy un número que puede leerse como una antología mínima cuyo único criterio es la altísima calidad de cada texto sin importar lengua, época o estilo. Es decir, un verdadero modo de acercar al lector a la poesía ofreciéndole tal variedad que resulta casi imposible que algo no le llegue.


 

Sobre las lecturas de poesía

Dana Gioia daba seis consejos en mayo de 1991 en su ya mítico artículo "¿Importa la poesía?". De ellos, hay tres que siempre conviene tener en la mente. Parafraseados y acortados vienen a ser los siguientes. Primero, cuando los poetas leen sus poemas, deben también leer poemas de otros autores para que la celebración sea de poesía y no de una poesía. Cuarto, cuando un poeta compila antologías debe ser escrupulosamente honesto al incluir solo poemas que admire. Quinto, los maestros de literatura, especialmente en secundaria y preparatoria, deben preocuparse más de la vivencia, de la lectura, que del análisis.


 

Banda Sonora

Como soy medio tonto nunca me entero. / Nunca me entero / ni de las seguiriyas ni de los tientos. / Lo que tú me decías ahora lo entiendo/ Ahora lo entiendo. // Solo puedo decirte cuanto lo siento ("Yo le estoy pidiendo a Dios", Los Planetas)

No hay comentarios: