domingo, 21 de junio de 2009

Una historia de amor (y vampiras)

Ayer fui a ver Dejame entrar con dos personas a las que estimo mucho por razones totalmente diferentes.
(Este post continuará, pero aún tengo que organizar mis ideas al respecto).

Eso sí. No es una película de vampiros. Es de amor. No, no es de amor; es una cinta romántica, de esas que ya no se hacen.
Lo de menos es que el niño sea un marginado sometido al bullying de sus compañeros. Lo de menos es que ella sólo salga de noche y duerma en la bañera cobijada, literalmente. Lo de menos es que su historia sea imposible.
(Cita de memoria y probablemente tergiversada)
- ¿Quieres ser mi novia?, le pregunta el niño a la niña que acaba de entrar desnuda a su cama.
- ¿Y eso que implica?
- Nada, podríamos ser igual.
Dejame entrar es sobre todo el recordatorio, perfectamente rodado, impecablemente secuenciado entre los planos-secuncia largos, no llegan a larguísimos, y los momentos de avance de la acción, el recordatorio de que en toda pareja disimil hay una posibilidad de enamorarse.
Simplemente hay que saber dejar entrar al acertado. O a la acertada.
PD: "Romántica" etiquetó a. la película. Yo unicamente corroboro.

1 comentario:

Carlos Bozalongo dijo...

Magnífica película, sí señor. Por mi parte sólo pongo una pega, el final en plan justicia poética (se nota el añadido después del que hubiera sido un final mucho más rotundo por redondo). En todo lo demás es una joya que consigue revivificar el mito del vampiro con alguna resonancia de Carmilla, que para mí es donde está la verdadera ráiz de ese mito.