Según El País: "Mark Price es un trabajador de una empresa de mensajería que ha roto moldes al conseguir que su primera película, Colin, rodada con un presupuesto de 50 euros, se exhiba a partir de octubre en cines de todo Reino Unido. ¿A qué se destinó ese dinero? "A comprar té, café... y palancas", explicó Price, quien confirmó que el filme también irá al festival de Sitges." La noticia sigue aquí.
es, probablemente, uno de los poetas indispensables en castellano porque 1) es técnicamente impecable (algo que se ha perdido ultimamente),
2) su obra, aferrada siempre a sí misma y a la concepción que el poeta tenía de la escritura, supera esa absurda dicotomía de poesía de la experiencia contra poesía del conocimiento, otorgando al lector ambas, y
3) fue capaz de escribir una sextina, forma dificil donde las haya.
Cuando nos despedimos me hizo prometerle que jamás, jamás, jamás, escribiría un cuento en el que hubiera ningún rasgo de nuestra vida en común, ni de los momentos excelsos ni de los peores, ni de anécdotas de la vida normal ni de momentos extracotidianos.
Hay tanto que contar que sólo puede escribirse con otros personajes; pero esos personajes tardarán en llegar.
Feliz cumpleaños.
“Tú, Garfunkel” de The New Raemon. Aprieta / aprieten aquí.
desmemoriado quiero estar para ser olvidadizo, y desatender lo nuestro si es que alguna vez hubo algo de eso, me miras bien y te das cuenta de que todo se nos fue a la mierda, el tejado lleno de piedras que nos cubren de distancia, se nos va ya el santo al cielo, por querer ya ni te quiero,
si no es así lo omitiremos.
que mala memoria, que mala memoria... (quema la memoria, quema la memoria…)
te mereces mi consenso, la catástrofe fue inmensa, tú a bailen yo a baifugona, ya no se aceptan mas bromas, tú me hablas de colchones, yo te agobio con canciones, de deseos miserables, de una vida de desastres, sonarán todos los clásicos y un quejido lastimoso, varios puntos de sutura, todos los clichés de una ruptura.
que mala memoria, que mala memoria... (quema la memoria, quema la memoria…)
y ahora compartimos noches con el primero que pasa, y abrazamos las cucharas para ver si alguna encaja, y si trae comida china, del chino del oso panda, de repente se me enfría y el arroz se me atraganta.
yo soy simon tú garfunkel, yo soy simon tú garfunkel yo soy simon tú garfunkel, yo soy simon tú garfunkel yo soy simon tú garfunkel, yo soy simon tú garfunkel
"En la época en que más medios hay para contrastar y verificar las informaciones, mayor es la indistinción entre lo verdadero y lo falso, confundidos en una especie de magma, y cada vez va teniendo menos sentido decir y saber la verdad. ¿Total, para qué, si ya casi pesa lo mismo que la mentira y apenas cuenta?". Y tiene toda la razón del mundo.
Llegaron a la conclusión de que la sociedad finlandesa es fría y dura como el acero y sus miembros eran envidiosos y crueles los unos con los otros. (Arto Paasilinna)
“Delicioso suicidio en grupo” (Anagrama) de Arto Paasilinna, ex guardabosques, ex periodista, ex poeta y uno de los novelistas más vendidos y más traducidos de su país, es una novela que retrata, sobre todo, las contradicciones de Finlandia, modelo de desarrollo social y, al mismo tiempo, el que tiene una de las mayores tasas de suicidio en el mundo, tanto que la novela, exageradamente claro, comienza cuando dos fineses deciden suicidarse en el mismo granero. A partir de ahí, los dos personajes, un empresario que lleva cuatro bancarrotas y un militar retirado, que han decidido postponer su cita voluntaria con la muerte, conversando de lo divino y lo humano, especialmente de lo humano, se proponen reunir a unos cuantos suicidas para que con un pragmatismo, verosímil, al menos, en habitantes del norte de Europa, la muerte colectiva les salga más barata y menos complicada legalmente. Después de una agitadísima velada del comité de suicidiología, que termina con una enorme borrachera unos treinta animadísimos aspirantes al suicidio colectivo. Su viaje, patrocinado por el dueño de una compañía de autobuses que les presta su última adquisición, un camión de lujo, lleva a la treintena de suicidas, entre los que destacan como personajes un criador de renos, una supervisora escolar y una experta en economía doméstica, que acabará encargándose de alimentar a la tropa, a Noruega porque como buenos patriotas no van a cometer el suicidio en su país. Pero, y ahí es donde comienza a complicarse todo, la belleza del lugar donde van a suicidarse y las cada vez menos motivaciones para la misión les obligan a cambiar de dirección. A partir de más o menos la mitad del libro, la trama enloquece de repente, convirtiéndose en una serie de aventuras-desventuras de treinta finlandeses intentando suicidarse en Alemania, donde se desata una batalla campal por el alojamiento con unos skinheads, en Francia, donde tres de las aspirantes a suicidas revolucionan una comarca vitivinícola acostándose con todos los campesinos y Suiza, donde la educación y neutralidad del país les obliga a no llevar a cabo su misión allí. Hasta que, al final, y más no se puede contar, terminan en el Algarve en Portugal, felices de que el viaje haya terminado.
Ulalume González de León (1932-2009) “Separar el tacto de las manos / hacia un repertorio disidente / de ejercicios de menos // Tocar sólo tu voz / Después: sólo tu olor / Después: sólo tu luz // Después: / lo inacabado en tu presencia/ un desconocimiento. // Y volver a calzarme el tacto / para tocar tu cuerpo / para tocar en tu desnudo / lo desnudo también de desnudez”. La autora de Plagios, título –muy valiente, por cierto– de su obra poética reunida en el Fondo de Cultura Económica resume su propia relación con la escritura en el terceto final del “Soneto pesimista”: “Sólo me alivia el escribir: / ¡Sólo poemas comenzar, / sólo poemas concluir!”.
Dos de las “Entradas apócrifas al Cantar de los cantares” “EL: / prepárate, hermosa mía, que a alguna hora / de alguna noche de las mil noches / que tiene la noche vendré / a despertarte y el amor seguirá / despierto / hasta cuando tú quieras, / en tanto te hago reír con mi versión / karaoke al oído de esa “Piosenka / księżycowa” de Varius Manx”. “ELLA: / yo bien sé que se enamoran de ti las jovencitas, / cómo no lo harían, si tus palabras / se le quedan grabadas a una en el iPod / del alma y la enferman de amor, sin dormir / creo que me llamas o celosa me levanto / y recorro la ciudad, escondida / en los rincones –a veces confunden / mi sombra y ofrecen pagarme las caricias / que guardo sólo para tu divisa-, espío / por si pasaras, aunque sea con otra…, soy / la única que podría llevarte a la casa / de su madre y amarte / en la misma cama donde nací…, / mientras pienso esto que tan fácil pareces / haber olvidado, recuérdate en 6:8, / se me ocurre la loca idea de dejarte oír / mi voz de una vez por todas y para siempre: / subida al escenario de la noche, vestida /de Lila Downs, aquí tienes ‘Paloma negra’”. De Luis Correa Díaz en la revista De sie7e en sie7e.
Banda sonora “¿Y qué más / puedes hacerme? ¿me vas a quemar / el armario?, ¿el apartamento?, / ¿toda la ciudad?. / Si vas a disfrutar / ya puedes empezar. // Ésto que gané a punta de espada / en algún lugar de la galaxia, / luchando de verdad, / contra el Imperio” (“La guerra de las galaxias”, Los Planetas).
El concierto acabó con Pesadilla en el parque de atracciones y como anécdota destacar que en el momento del lanzamiento del famoso vaso de cerveza J cantaba: "pero soy díficil de matar" coincidencia o no, para deshacerse de alguien que ha cambiado el panorama musical nacional e internacional, que ha llegado a todos los rincones del mundo y ha puesto al indie en el lugar que se corresponde hace falta mucho más que un vaso o una pelota de plástico para desacreditarlos.
We buried him with a potato in each hand on New Year’s Day when the ground was hard as luck, wearing just cotton, his dancing shoes plus a half bottle of pear cider to stave off the thirst.
In his breast pocket we left a taxi number and a packet of sunflower seeds; at his feet was the cricket bat he used to notch up a century against the Fenstanton eleven.
We dropped in his trowel and a shower of rosettes then let the lid fall on his willow casket. The sky was hard as enamel; there was a callus of frost on the face of the fields.
Dust to dust; but this was no ordinary muck. The burial plot was by his allotment, where the water butt brimmed with algae and the shed door swung and slammed as we shook back the soil.
During the service, my mother asked the funeral director to leave; take away some hair and the resemblance was too close; and yet my father never looked so smart.
I kept expecting him to walk in, his brow steaming with rain, soil under his fingernails smelling of hot ashes and compost; looking for fresh tea in the pot.
Estábamos recién despiertos. - El padre de mi abuelo tuvo que huir del Zar. Los anarquistas habían dinamitado la estatua que él debería estar vigilando. Supongo que las noches frías y el barato licor de patata pesaban más que la obligación. A los terroristas los fusilaron tres días después al amanecer, unas horas antes de que él descendiera del tren en Weinberg, la última estación antes de Berlín. Con Laura siempre había dos posibilidades. O era una mentirosa, una bella mentirosa con demasiada imaginación libresca, o que lo interesante de su familia se remontara a bastantes generaciones atrás. - Y mi abuelo el italiano, el fascista, huyó también de su país. Pero en su caso fue por demasiado despierto. Tanto que salió de Roma el mismo día que el primer contingente aliado ponía el pie en Sicilia, en tierra italiana por primera vez. Era jefe de información del Duce así que fue el segundo en leer el cable que lo anunciaba. El primero había sido el telegrafista que se unió a su fuga. No sé a cuál de los dos me recuerdas. De mis ancestros. Ella me recordaba a mi padre, a uno de los consejos que me repetía una y otra vez. “Cuando una mujer comienza a hablarte de su familia es que ella misma quiere formar una”. - Acabarás huyendo. Dejándome sola. Ante las dos sencillas opciones que ofrecía semejante afirmación, contestar con escuetos, y probablemente falsos, “sí” o “no”, opté por una formula trillada, aprendida hace tiempo, “por hoy y por mañana, sí”. - Lo sé. Sé que acabarás huyendo. No sé cómo lo sé pero lo sé. No es intuición femenina. Es sabiduría. - ¿Un trabalenguas a estas horas de la mañana?
Se ha intentado organizar un cuerpo de policía en cada estación, pero la imprevisible llegada de los trenes hacía tal servicio inútil y sumamente costoso. Además, los miembros de ese cuerpo demostraron muy pronto su venalidad (“El guardagujas”, Juan José Arreola)
El “Cantar de los Cantares” siempre, más citado que leído, ha estado colocado entre la lista de los poemas eróticos; aunque, también es cierto, mucha gente no comparte esa opinión debido a lo extrañas que pueden resultar algunas de las metáforas, demasiado mediterráneas y alejadas en el tiempo como “Tu cabello es rebaño de cabras que descienden del Monte Galaad. Tus dientes son como ovejas esquiladas que salen del baño, todas fecundas y con sus crías mellizas. Tu rostro es como una granada que se adivina tras el velo”.
Pero, más allá de esa dificultad fácilmente salvable, la nueva versión del texto que presenta José Emilio Pacheco (Era / El Colegio Nacional, 2009) propone una lectura (y escritura, claro) que, en sus propias palabras, opta “por un género del que no dispusieron los antecesores ilustres: el poema en prosa” en el que Pacheco ya, a lo largo de la mayoría de sus libros de poesía, ha demostrado una maestría casi inigualable. Releer, o descubrir, el “Cantar de los Cantares” en esta nueva traducción, versión o, como le gustaría más al propio Pacheco, aproximación, es una oportunidad de acercarse a una joya de la literatura amorosa que, concisa y breve, termina con la voz de los amantes diciendo la misma verdad: “Salomón: / El amor es fuerte como la muerte. / La Sulamita: / Fuerte como la muerte es el amor”.
Y, en estos tiempos en que está moda el tema del plagio y la intertextualidad y los homenajes, ¿qué mejores palabras que esas con las que el maestro José Emilio casi cierra la introducción “Para hacer esta versión hubo un saqueo de todas las versiones disponibles en todos los idiomas al alcance por cualquier medio”?
Una nota a pie de pantalla Cualquier lector atento, mínimamente atento, sabe que la literatura y la cinematografía son dos artes totalmente ajenos entre ellos a pesar de los miles de trasvases que entre ellos se han dado. Un libro es, obviamente, un libro y su adaptación es otra forma de arte que no admite ser juzgada bajo ningún parámetro semejante, ni siquiera el de la fidelidad (que puede quedarse como mera opinión personal). Pero hay casos, como ese acontecido el jueves pasado, que pasan la adaptación para convertirse en una mentira, en un engaño, en un ataque a los fieles pottermanicos. Lo que puede verse en los cines bajo el título de Harry Potter y el Príncipe Mestizo no alcanza ni siquiera la categoría de adaptación infiel, es, lamentablemente, una mentira donde se ha perdido toda la emoción, todo el juego del doblez y la investigación, todo aquello que hacía del libro eso que los anglosajones llaman page turner, y que ha quedado lamentablemente en adolescentes besuqueándose por todas partes mientras el mundo a su alrededor cae en manos de la maldad.
Un cuento muy triste “El guardagujas” de Juan José Arreola es uno de los cuentos más tristes de la literatura en español. Bajo su comicidad (“Falta solamente que los convoyes cumplan las indicaciones contenidas en las guías y que pasen efectivamente por las estaciones. Los habitantes del país así lo esperan; mientras tanto, aceptan las irregularidades del servicio y su patriotismo les impide cualquier manifestación de desagrado”) tristemente acertada, hay una desesperación que lo emparenta con el vacio del absurdo beckettiano y kafkiano en cuyas obras no desentonaría la primera conversación arreolesca (“-Usted perdone, ¿ha salido ya el tren? // -¿Lleva usted poco tiempo en este país? // -Necesito salir inmediatamente. Debo hallarme en T. mañana mismo. // -Se ve que usted ignora las cosas por completo. Lo que debe hacer ahora mismo es buscar alojamiento en la fonda para viajeros -y señaló un extraño edificio ceniciento que más bien parecía un presidio. // -Pero yo no quiero alojarme, sino salir en el tren. // -Alquile usted un cuarto inmediatamente, si es que lo hay. En caso de que pueda conseguirlo, contrátelo por mes, le resultará más barato y recibirá mejor atención”).
Banda sonora Se ha reunido un comité de expertos / y ha decidido que se acabó lo nuestro / y a mí me habría gustado participado en el proceso. / Se ha reunido el comité de empresa / y ha decidido que se acabó la fiesta. / O estás nuestra parte / o vete preparando las maletas / (…) Se han reunido catorce o quince locas / y han decidido tocarme las pelotas. / Y lo están consiguiendo. (“Reunión en la cumbre”, Los Planetas).
II.Había una vez una bailarina paseando por las calles de una vieja ciudad colonial, con su pensamiento extendiéndose como los cables eléctricos sobre su cabeza, con sus pies siguiendo los pasos perdidos de algún otro, el aire pesado de humo de carbón. Siempre se preguntaba, con parte de su corazón enloquecido, si alguna vez había de encontrar al compañero perfecto. Algunos de los hombres con los que había bailado eran hermosos, pero no sabían cómo guiarla; algunos eran salvajes, con una energía que la dominaba, pero sin delicadeza, algunos bailaban como caballos bajo el arado, otros como pavos reales, o como inspectores médicos o sacerdotes. ‘¿Dónde, dónde?’, le preguntaba a las columnatas, a los hombres que jugaban dominó, a la tambaleante piedra, a los taxistas somnolientos, ‘¿Dónde está ese hombre?’. Los jugadores detuvieron por un momento su interminable charla para preguntarle ‘¿qué hombre?’. Y ella les contó. ‘El hombre que no baila muy pegado’, dijo, ‘sólo cuando es necesario, el hombre que no necesita ser el más hermoso, el hombre que tiene las suelas como de crema y el aliento de ángel y los ojos como las luces de Budapest, el hombre con la mezcla perfecta de gravedad y levedad, de sombra y luz’, y ella continuaba y continuaba hasta describir a la pareja perfecta, detalle a detalle, hasta terminar, al fin, con ‘sí, ese hombre con las caderas sinuosas y manos de joyero, esa hombre que es una libélula, ágil y quieto, furiosamente romántico y calmado como Gautama, fuerte y sabio, y quizá ya formado’. Un anciano la escuchó hasta que terminó, los otros hacía tiempo que habían vuelto a reírse de las fichas de los otros, alardeando de heroicos y pasados juegos de dominó, desinteresados de las quejas de la mujer, pero el viejo seguía vigilándola y le dijo ‘Niña, no eres la primera mujer que busca a ese hombre.’ Eso la sorprendió. Sentía que sólo hacía poco había inventado al hombre. Ella le preguntó que si las otras mujeres lo habían encontrado. ‘Ja, ja, ja’, se rió, ‘por supuesto, todo el tiempo’. El problema, dijo, es que las mujeres no lo reconocen cuando lo encuentran, no se dan cuenta, pierden ese tren y antes de que puedan darse cuenta ya se han realineado los planetas. El jugador más joven silbó en ese tono sin sentido de los jóvenes cuando intentan parecer inteligentes. ‘Las mujeres siempre están perdiendo el tren’, dijo y los otros se rieron de él y de sí mismos, excepto el viejo que clavó en ella sus ojos formidables y alejó a los muchachos como si fueran moscas. ‘Preguntas dónde, dónde, dónde’, dijo, ‘pero esa es una pregunta equivocada’. Ella pateó impaciente el suelo. ¿Alcanzaría él a entender su punto? ¿Le gustaría sonar como estaba sonando, paternal y pomposo y sabelotodo? ¡Déjame en paz, anciano! ‘Ahora, supongo, me vas lanzar algún acertijo estúpido, ¿no?’, le dijo, cruzando los brazos, su petulante rostro vacío pues su espíritu ya había comenzado a vagar, dirigiéndose a una pista de baile lejana. ‘Ya lo hice’, le dijo él y regresó a su partida.
Valeria me corrigió el nick una vez, una sola vez en la que la prisa podía haber confundido quizá los dedos, quizá la memoria. Después de aquella corrección, seguimos hablando por messenger. Pasó una semana de eso que los anglosajones llaman small talk. Música, libros, películas. Chatear con ella siempre me recordó el verso de uno de los Contemporáneos. Gustos semejantes, opiniones diferentes por sistema. Nunca tuvimos un desacuerdo y ahora supongo que fue, sencillamente, por lo difícil que es llevar la contraria a alguien que no conoces. Siempre pisamos suelo seguro. El hype nunca se equivoca; nosotros tampoco. Siempre hablábamos de valores seguros. Ella siempre me preguntaba “¿qué haces?” y le contaba mi cotidiana vida. Yo le devolvía menos veces la pregunta. No porque no quisiera saber de ella sino porque el misterio siempre, casi siempre, asegura el interés. Valeria no sabía (y supongo que nunca lo sabrá hasta que algún día, si se publica este libro, lo lea. Si lo lee) que la confundía con una amiga de mi ex. A la otra Valeria, cantante de medio pelo en un grupo trovero, también le gustaba la música, suponía aunque nunca habíamos hablado de eso. Pero presuponía que era ella. Mariana me avisó con un breve mensaje de texto que había muerto la abuela de Valeria, “tu amiga” terminaba como con jiribilla. Accedí a acompañarla al velatorio en el que nos sentíamos extraños entre tanto extraño. – Ya sabes que estamos para lo que haga falta. – fue lo que le dije, usando la formula que siempre uso en semejantes circunstancias, a la nieta de la difunta. Y añadí – Ya sé que no es este el momento pero gracias por la corrección de mi nick. – Yo ni siquiera tengo tu correo electrónico. Creo que te estás confundiendo. De todos modos, gracias por estar aquí. A la mañana siguiente, mi primera pregunta en el messenger, incluso antes del “bonito día” de rigor fue “¿de qué nos conocemos?” y Valeria me explicó la historia, su parte de la historia.
(primeros párrafos del cuento “Valeria” de C’est ne pas mon journal)
El semi-dios Jatayu y su hermano Sampaati, los dos con forma de buitres, competían siempre para ver quién volava más alto. En una de esas competencias, Jatayu voló tan alto que estuvo a punto de achicharrarse con las llamas del sol. Sampaati salvó a su hermano extendiendo sus alas y creando una barrera entre Jatayu y las llamas del sol. A cambio de la vida de su hermano vivió sin alas para siempre.
De “La leyenda del espacio”, su último disco hasta esta recopilación y que incumplió el “año par-año planeta” eligen los dos singles, los menos obviamente flamencos “Alegrías del incendio” (la canción de amor):
Parece que hay un incendio, cada vez que nos juntamos.
Parece que hay un incendio, cuando tú estás a mi lado,
parece que estoy ardiendo, cuando tú estás a mi lado,
parece que estoy ardiendo.
Vamos a tener que vernos, aunque estén todos en contra.
Vamos a tener que vernos, ellos te tienen de sobra
y yo te echo de menos,
ellos te tienen de sobra y yo te echo de menos.
y “Reunión en la cumbre” (la canción protesta): Se ha reunido el comité de expertos
y han decidido que se acabó lo nuestro,
y a mí me habría gustado
haber participado en el proceso.
Se ha reunido el comité de empresa
y han decidido que se acabó la fiesta,
o estás de nuestra parte
o vete preparando las maletas.
Y una de las adaptaciones de un palo flamenco, en este caso fandangos, “Ya no me asomo a la reja” con letra cortesía del arriesgado (busquen por las redes P2P su encuentro en Valencia con Sonic Youth) cantaor Morente.
Y de regalo: las maquetas (demos) de algunas canciones de Los Planetas con cosas ya conocidas como “Línea 2” o “Perdió el Barça”.
Lo que eliges contar en la ficción es diferente de lo que se te permite contar cuando nada se está ficcionalizando, y en este libro no tienes permitido contar lo que mejor cuentas (Zuckerman)
Los Hechos de Philip Roth es su peor novela. Precisamente porque no es una novela, sino su autobiografía. Autobiografía de la cualquiera que haya leído un par de novelas de Roth ya conoce en sus detalles más generales: tercera generación en una familia de emigrados judíos para los que más que un asunto estrictamente religioso su judeidad es, sobre todo, una seña de identificación comunal, unos progenitores abnegados que quieren que sus hijos, a través de los estudios universitarios, medren en sociedad, un enfrentamiento juvenil con la gentilidad y, como siempre, aventuras eróticas que siempre terminan mal. Y, en los capítulos finales, tal vez los más interesantes, la reacción de los lectores, especialmente de los lectores judíos ante Goodbye, Columbus y El lamento de Portnoy. Sin embargo, el que probablemente sea uno de los libros menos logrados del L.L.L., “Living Literary Legend” como lo anunció el presentador en uno de los muchos homenajes recibidos el año pasado, tiene dos características que lo hacen resaltar sobre los demás. Una, que la obra se abre con una carta de Roth a Zuckerman pidiéndole consejo sobre el libro que acba de terminar, el mismo que se leerá diez páginas después. Hasta ahí no habría problema salvo por el detalle de que Zuckerman es uno de los personajes creados por el propio Roth y que, como el autor, es judío, escritor y mujeriego. Y se cierra con la larguísima respuesta del personaje pidiéndole que no la publique, acusándole de fallido, de haber traicionado todo lo que sabe hacer tan bien en sus novelas por querer quedar bien, leyendo la autobiografía como la pauta mal narrada de las experiencias de donde salió él o Portnoy o Tarnopol. La otra, lección sobre todo más que para lectores para escritores, que no basta con una vida interesante, o contable al menos, para que la ficción se convierta en algo duradero. Para alguien familiarizado con la obra de Philip Roth casi todos los momentos que cuenta son leídos a la sombra de cómo los cuenta en su vasta obra. Sólo en los últimos capítulos de Los Hechos es cuando el autor se sincera y comenta cómo y dónde colocó en su escritura las mismas experiencias por las que está atravesando hasta el grado de llegar a escribir: “estas escenas constituyen una de las pocas ocasiones en que no me he dedicado espontáneamente a mejorar la realidad para ganar en interés. Difícilmente podría haber sido más interesante…, difícilmente podría haber sido tan interesante”.
Zuckerman habla “En cierto modo, también contamos para no contar, pero se espera que la historia personal presente la máxima resistencia al común impulso de falsificar, distorsionar y negar. ¿Eres ‘tú’ verdaderamente así, o eso es lo que quieres aparentar ante tus lectores a la edad de cincuenta y cinco años?” “Donde una vez hubo rebeldía satírica, ahora hay un profundo sentido de la identificación; no resentimiento sino más bien gratitud, gratitud incluso hacia la loca Josie, gratitud incluso hacia los judíos rabiosos y la herida que te infringieron”.
Roth es otro Una de las primeras razones por las que Philip Roth atrapa es por la impresión constante de vida que ofrecen sus personajes, sus cuentos, sus novelas. El lector que entra a la obra de Roth, en cualquiera de sus libros, tiene la sensación de que no está leyendo una obra de ficción sino casi una descripción minuciosa y fotográfica de un pedazo de vida. Pero como esta autobiografía demuestra es esa, precisamente, la habilidad del ¿eterno? candidato al premio Nobel: ser capaz de utilizar lo visto y lo vivido para transformarlo en algo precisamente bigger than life, transformarlo en literatura.
¿Qué leer de Roth? La respuesta es sencilla: todo, absoluta e imprescindiblemente todo. Aunque dentro de ese todo hay obras que destacan especialmente. El lamento de Portnoy, ahora reeditado y retitulado quién sabe por qué El mal de Portnoy, es un vivido retrato de la adolescencia judía y provinciana y el encuentro de la sexualidad temprana durante el cual el lector no para de reír ante las peripecias del protagonista, burlándose con esa risa que es, al mismo tiempo, comprensiva. La Conjura contra América, escrita a la sombra del “qué hubiera pasado si…”, que narra como sería la vida en los Estados Unidos de América si hubiera ganado las elecciones en los treinta un candidato pro nazi, retratando una sociedad que no resulta en nada tan diferente a la nuestra. Y, como gusto personal, el escalofriante relato de Patrimonio, un homenaje del Roth envejecido a su padre y a esa cercanía de la muerte que, tarde o temprano, acaba por llegar y que contiene uno de los mejores momentos rothianos con él, autor y personaje, en el cementerio meditando sobre que significa un cerebro, un pensamiento, una vida.
Banda sonora Y diréis de mí que soy / un viejo verde y cascarrabias, / y diréis muy bien, / y cuando digo bien es bien. (“El hombre que casi conoció a Michi Panero”, Nacho Vegas).
De “Encuentros con entidades”, probablemente su segundo mejor disco, aunque a muchos de los fans, quién sabe por qué extrañas razones no les guste tanto, eligen dos piezas de electricidad psicodélica “San Juan de la Cruz”, que no fue single en su época, y “Corrientes circulares en el tiempo”, que sí lo fue, y esa directísima declaración de odio que es “Pesadilla en el parque de atracciones”:
Quiero que sepas que ya me esperaba que esto ocurriera y que no pasa nada, sólo me da la razón, y que he estado aprendiendo de cada momento que he estado contigo. Y pienso aplicar contra mis enemigos tus tácticas sucias de acoso y derribo, que también he sacado algo bueno de todo este enredo. Y quiero que sepas que espero que acabes colgando de un pino cuando veas lo imbécil que has sido, cuando veas que lo has hecho fatal. Y que quiero que sepas que ha sido un infierno, estando contigo el infierno es lo más parecido, te pareces un poco a Satán. Quiero que sepas que me he acostumbrado a tus putas escenas de "ahora me largo". Lárgate ya de verdad que sería una suerte si no vuelvo a verte en los próximos años. Por mí que podías tirarte de un tajo que ya lo que hagas me trae sin cuidado. Si me pongo a pensarlo un momento creo que lo prefiero.. Así que ya sabes que espero que acabes pegándote un tiro cuando veas lo imbécil que has sido, cuando veas que lo has hecho fatal. Y que quiero que sepas que ha sido un infierno, estando contigo que por poco no acabas conmigo, pero soy difícil de matar. Y que quiero que sepas que ha sido un infierno, estando contigo el infierno no es tanto castigo, te pareces bastante a Satán.
De “Los Planetas contra la ley de la gravedad”, título que según J confirma que en efecto están contra todo y contra todos, eligen “Nunca me entero de nada”, una declaración de amor:
Y mi vida sería más sencilla si consiguiera explicar lo que pasa, no tendría que estar de rodillas suplicando las palabras. Que las cosas cuando se estropean es muy difícil arreglarlas, lo que hoy te trae de cabeza se habrá pasado mañana. Tiraste una piedra en el agua y vi las ondas que se acercaban pero nunca escucho, nunca atiendo, nunca me entero de nada.
Y dos temas que vuelven a los temas de siempre, el amor y las drogas, “Devuélveme la pasta” en la que la chica que acaba de abandonar al J no le pagó todo lo que se metieron y “Deberes y privilegios” que propone igualdad en la pareja.
Punto aparte, y final, es la “Canción del fin del mundo” que, coescrita con Nacho Vegas, que debería haber sido final de una película que nunca se rodó: Y cuando esto pase puede que te salves si reaccionas antes de que sea tarde. Cuando esto pase haz algo importante y no te olvides de nosotros que estaremos en el fondo, no te olvides que te lo dijimos antes.
¿Qué te ha parecido ‘Principios básicos de astronomía’, el cómic sobre vuestras canciones? En un principio la idea no me parece muy buena, porque el resultado corre el peligro de convertirse en una obra subordinada a otra, pero Juanjo lo ha sabido hacer muy bien, conoce a la perfección nuestra música y nuestro ambiente. Ha creado algo muy personal, va en muchas direcciones, todo muy bien hilado, habla con su habitual sentido del humor de una generación de personas que han compartido una forma de entender la vida con Los Planetas como punto de referencia.
Como es imposible, al menos para el fan elegir una sola canción de "Una semana en el motor de un autobús" porque todas, TODAS, son perfectas y en ese orden en el que están, los planetarios decidieron meter sólo una y, obviamente, no podía ser sino "Segundo premio": "sentado esperando a que llames / rezando porque des una señal" hasta ese genial (segundo premio de consolación) "y si esto te hace daño, si te puede hacer sufrir, ha servido para algo, al menos para mí". LA canción para esos momentos en que todo parece venirse abajo. El disco para cualquier momento. Lastima que una verdera antología planetaria debiera tenerlo completo.
Dos de unidad de desplazamiento con los temas, de nuevo, que más paracen interesarle al J. Las drogas y el amor. "Santos que yo te pinte" es, además, la primera señal del coqueteo de jota con el flamenco y ese estribillo certero: "santos que yo te pinte / demonios se tienen que volver", mientras que "Un buen día" podría ser el gran himno de cualquier planetoide que se precie:
Tras 15 años en activo, este será vuestro primer grandes éxitos como tal. ¿Cómo veis vosotros este lanzamiento? Yo no lo comprendo muy bien, se habló de lanzar un recopilatorio para conquistar nuevos territorios en México y Argentina y de paso ya sacarlo también en España para que la compañía hiciera caja. Inexplicablemente ahora sale sólo para el mercado español, donde menos falta hace.
Hoy se publica en España "Principios Básicos de Astronomía" en dos ediciones, una con sólo el CD recopilatorio, y la otra (la maravillosa, la que está volando desde hace dos días hacia Aguascalientes gracias a la siempre extraña y nunca bien agradecida generosidad de Agustín) con el CD recopilatorio, el DVD y un comic de Juanjo Saez, del que ya tengo muchas ganas de ver como adapta "Nunca me entero de nada".
No hay nada nuevo salvo "Soy un pobre granaíno", otra vez una adaptación de un palo flamenco a la psicodelia planetaria (la canción debajo del tracklist). Pero, amor al arte, amor a Los Planetas, que, por cierto, han sacado una horrible recopilación, basada en sabe qué principios mercadólogicos extraños (faltan "Ciencia Ficción", "Canción para ligar", "Desorden", "MI HERMANA PEQUEÑA" -cómo pudieron dejar eso fuera-, "10,000", "La máquina de escribir" o "Mis problemas con la justicia" -"que para mi es denigrante que mi destino esté regido por estos cerdos fascistas") comentaré canción a canción.
El CD comienza, saltandose el "Medusa EP" con "De Viaje" y su simple declaración de amor "¿qué podría ser mejor que estar siempre juntos tú y yo?". Del mismo disco, Super8 eligen también la popera "Rey Sombra" (argggggggg, en lugar de "10,000") con el J orgulloso de su conocimiento de "sustancias legales, ilegales y otras que no sé si son legales o ilegales" (él dijo) cantando aquello de "¿Que me puedes ofrecer que aún haya probado?".
Y siguiendo con ambos temas de "Pop" eligen "Jose y Yo" que "tomamos cualquier cosa, y viajamos en alfombras y todo parece distinto, siempre es otro sitio" y como canción de amor "David y Claudia" a la que el narrador le dice "puedo estar en tu cabeza y que no mires a nadie nunca más".
Párrafo aparte merece el nunca mejor titulado, salvo por el número que significará dios sabe qué, "Himno Generacional # 83" que, en efecto, fue todo un himno para esa generación que creció con Los Planetas:
Y podrás decirme ¡qué cabrón!
y puede que incluso se te ocurran más insultos.
Cuando no estés ya,
cuando no haya nadie ya,
cuando no estés ya,
cuando no estés nunca más,
cuando no estés ya,
cuando no estés ya,
cuando no estés ya por aquí,
cuando no estés ya
y no haya nadie más.
Y como único inédito "Soy Un Pobre Granaíno (Colombiana)".
Soy un pobre granaíno que vive en la serrania y de noche bajo a verte porque no puedo de día y si de mi dependiese, nunca te abandonaría. Sabes que por quererte me estoy jugando la vida.
En lugar de darte pena en lo que queda de día. Nadie va a quererte nunca como yo a tí te quería. En lugar de darte pena en lo que queda de día. Nadie va a quererte nunca como yo a tí te quería. Una rosa en un rosal es mucha fantasia y el viento y la deshoja ya estará rosa perdía.
Una rosa en un rosal es mucha fantasía mira el viento y que la deshoja ya estará rosa perdía.
Una rosa en un rosal esto es mucha fantasía.
(Aunque con estos chicos nunca se sabe que están diciendo exactamente)
Y en el DVD tres videos míticos: Himno Generacional #83, todavía con May donde Los Planetas son acribillados a tiros por unos niños de torvísima mirada dirigidos por el rey de la serie B española, Jess Franco, Y Además Es Imposible , del que nada se puede decir salvo una J en la sala hecha con paper maché y decorada con el art work del video -gracias, Laura-, y el censurado Alegrías Del Incendio.
PD: si alguien tiene una amiga de carita (pero en guapa) y gestos parecidos a Antony, que la presente.
Esta semana aparecieron dos libros semejantes si no fuera porque en un caso el autor es un caso de pocos lectores, que merecería muchos más, y el otro, un autor sobrevalorado.
Denis Cooper vuelve a presentar, manteniendo el estilo, en Ugly Man lo de siempre, historias cortísimas repletas de sus temas habituales ("pedophilia, necrophilia, torture, kidnapping, murder, sexual mutilation, death-fetishization, drug addiction, desire and love, homosexual relationships, teenage ennui", según el NYT). O sea, lo de siempre.
"-He estado pensando en lo que dijiste, tío (perdón por la traducción anagramesca). Sobre la muerte y todo eso. Y... sí, estoy cansado de la vida. Decidido. Me quiero ir.
- Hecho. Yo te ayudo, pero antes, aunque te suene bizarro, quiero que vivas conmigo unos cuantos días, una semana y que me dejes conocerte."
El nuevo de Palaniuk, también según el NYT, es tan poco peligroso como Marylin Manson. Escandalo baratucho que no volverá a alcanzar sus primeras novelas ni ese espeluznante cuento que era "Tripas".
Lo que ahora nos define son los tiempos imperfectos: el pretérito imperfecto, “como entonces”; el futuro imperfecto, “aún”. (Margaret Atwood)
Desorden Moral de Margaret Atwood puede ser leída como una novela construida con capítulos que podrían ser independientes o como un conjunto de cuentos que mantienen un trasfondo común, pero es, sobre todo, y más allá de su propia forma, una de esas obras del “realismo”, siempre entre comillas como quería el maestro Nabokov, que viene directamente de Chejov y del Joyce cuentista y emparenta a Atwood con otras dos narradoras contemporáneas fundamentales como Alice Munro y Lorrie Moore. Lo que pasa en los cuentos de Atwood es lo de siempre, lo de todos los días, la cotidianeidad más absoluta, pero, y he ahí su maestría, traspasada por un instante, uno solo, en el que aparentemente no pasa nada nuevo pero que cambia radicalmente el modo de ser de los personajes. Hay un momento en el segundo relato del volumen en que la madre abofetea a su hija, casi esclavizada ante el embarazo y llegada de una nueva hermana. “Mi madre se incorporó y se volvió, todo en el mismo movimiento, y me dio una fuerte bofetada. Nunca lo había hecho, ni eso ni nada remotamente parecido. No abrió la boca. Las dos estábamos sobrecogidas por lo que habíamos hecho y por lo que había hecho la otra”. Con esas sencillas palabras, con ese sencillo acto, se resuelve en un momento el paso a la madurez. Como ocurre con ciertos autores, contar la trama del cuento en nada afecta al lector porque lo que acontece en realidad va mucho más allá de lo que pasa. Los dos ancianos que reciben las noticias del día, un caballo que llega a la granja, los vagabundeos de una joven de ciudad en ciudad, una cabeza en la noche de Halloween, un viejo poema victoriano que dos novios estudian juntos, el viaje en coche (tan usado en la literatura usamericana), las esperas, esos son los “argumentos” de cuentos en los que, en la mayoría, todo avanza por un objeto que desata un recuerdo que explica el presente y el interior de personajes que aparecen y desaparecen en un cuento y otro. Desorden Moral, título que Atwood toma prestado, como reconoce en los agradecimientos finales, de alguien que dejó de escribir novelas, es uno de esos libros de los que es imposible salir como entró, tanto por la escritura, seca en la adjetivación, dubitativa en sus afirmaciones como lo es la vida, como y, sobre todo, por ese espejo del reconocimiento que son las grandes obras (Ojo, del reconocimiento, no de la identificación).
El certero habla de la cotidianeidad Aunque hay algún crítico que habla del “realismo doméstico” de la Atwood, decir doméstico es minusvalorar el gran trabajo de la escritora. El sentido de realidad en la escritora no puede restringirse a cuatro paredes, cocinas y crianza de los hijos. Su sentido de la realidad, una verosimilitud más cercana a nosotros que a sus personajes incluso, se basa sobre todo en lo acertadamente que cada uno de los personajes habla como corresponde. “Mi hermana nació en octubre, un par de semanas después de que yo cumpliera doce años. Tenía todos los dedos de las manos y los pies”. Frases como esas, la preocupación de una jovencita porque su hermanita ha nacido con todos los dedos, son en su fría sencillez el mérito atwoodiano.
El aburrido juego de vivir “- Estoy cansada de jugar este juego. Este es un mal sitio para mí. // No se refiere a mi casa, se refiere a su cuerpo. Se refiere al planeta tierra. Puedo ver lo mismo que está viendo ella: el borde de un acantilado, un puente del que ha caído una tabla, el fin. Eso es lo que ella quiere: el fin. Como el fin de una historia”. Sencillas y estremecedoras con las que la protagonista de tres de los cuentos reconoce, después de una jornada de reproches mutuos, la dolorosa verdad de lo que pasa dentro de la cabeza de su hermana esquizofrénica.
Dos momentos del discurso de Margaret Atwood al recibir el Premio Principe de Asturias “Pero los gobiernos que intentan abolir el arte -ya sea con su indiferencia, ya sea con su afán por suprimir las voces independientes- , no lo consiguen jamás, pues incluso si se lo condena a la clandestinidad, si se le cortan los suministros, si se lo oculta, el impulso artístico, a pesar de todo, halla una vía de expresión”.
Banda sonora Y ahora estoy hablando sin sentido, / la vida pendiente de un hilo. / Me gustará saber de qué ha servido / si nunca nadie ha entendido. // He estado dando vueltas por toda la casa. / He encontrado algunas fotos / que hace tiempo no miraba. / Estos recuerdos parten mi alma. (“Desorden”, Los Planetas).
todo lo que no sea cantar es mera palabrería y todo hablar es hablarse a uno mismo (tanto da si uno busca o es buscado si se es maestro o discípulo oveja o lobo)
aférrate a eso como si fuera un dios o un demonio- mezcla llantos y razones amenazas y sonrisas llámalo justicia cruel o bendito mal- eres tú (no yo) nadie más
lleva al hombre a la estupidez lo sermonea -estás dejando sordo a todo hijo de vecino – es pura palabrería lo que no sea canto y todo hablar es a uno mismo y solo
pero la esencia de (como las montañas sienten y los amantes) la canción es el silencio
Dos veces he leído el manuscrito. Ahí va la franqueza que me pides: no lo publiques; te sale mucho mejor que informar "escrupulosamente" sobre tu propia vida. ¿Puede ser que te hayas trocado en tema no sólo porque estés cansado de mí, sino también porque piensas que ya no te sirvo para desligarte de tu biografía sin dejar por ello de explotar su crisis, temas, tensiones y sorpresas?
Según un titular ayer, el titular de la dirección editorial de Aguascalientes calificó como benéfico que los poetas salgan de su patria chica. Las buenas noticias (y coincidencias) son que cuatro poetas de esta entidad (¡dios mío, ese estilo de los boletines!) cuyos libros aparecerán en fecha no muy lejana en la colección El celta miserable de la editorial Pasto Verde.
Cito a sus responsables: "Esta colección del Celta Miserable sólo tiene (...) el propósito de (...)reunir publicando uno a una a los y las cincuenta poetas que a nuestra consideración están, han estado y estarán sin temor a equivocarnos, trabajando a lo largo y ancho de nuestro país y más allá arduamente por y con la poesía, y sus poemas así lo demuestran, lo demás nos tiene sin el menor cuidado, es decir, nos importa que sean leídos, no más".
De los autores ya colgados en su blog (ninguno de los de aquí todavía) destaco muchos, pero dos a vuelavista me emocionaron:
Bajo presión / Opositores
-
Con un total de 441 votos a favor, 0 en contra y 0 abstenciones, la Cámara
de Diputados aprobó, en lo general y particular, los cambios al artículo 21
...
35.- Marcela Serrano - A vuelo de pájaro
-
El 21 de noviembre Alfaguara publica *A vuelo de pájaro *, la nueva obra de
Marcela Serrano y su primera incursión en el terreno de la no ficción. La ...
Soy las tres
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Siempre he pensado que ciertos libros y películas llegan cuando las
necesitamos. Así me pasó con "His Three Daughters". Me había salido en las
recomendaci...
NO HEMOS VUELTO
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Ante algunos rumores que nos han llegado nos gustaría aclarar lo siguiente:
1) El colectivo Addison de Witt se disolvió en el año 2013. La razón
principal ...
Options For Quick Methods Of Overseas Brides
-
"Am I really in love? " It's some question that many folk have got asked
whilst still newbie in marriages and frequently asking a different
inividual meant...
ROCÍO.
-
ROCÍO.
Con solo un ojo, la cuenca izquierda llena de tierra y con algunas
lombrices; los brazos extendidos como buscando apoyo: la hallé, allí estaba
en...
Hasta siempre
-
Este es el final de un camino. Lo comenzamos el 23 de abril de 2006.
Durante estos once años no hemos dejado de acudir a nuestra cita con los
lectores. Al ...
Boy Tending Donkeys
-
Today's picture shows a young boy tending donkeys. The picture was taken on
the coast of England in the late 1800's. These donkeys look very hairy
compa...
DE LOS PADRES Y OTRAS PARADOJAS
-
Dice mi madre que los padres siempre van a querer a los hijos, aunque los
jóvenes no lo crean. A veces los quieren con distancia y los forjan para
andar su...
NUEVA DIRECCIÓN
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A partir de ahora, publicaré los posts de este blog en esta dirección:
gascondaniel.wordpress.com
Llevo más de seis años en Blogia: muchas gracias por to...
Cumpleaños y mudanza
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Este blog cumple ocho años. Para celebrar, se muda a zaidenwerg.com.
Gracias a todos por leer, y ojalá sigan haciéndolo en la nueva ubicación.
Mudanza otoñal
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Así como en Estados Unidos en verano se limpia la casa y se tiran los
lastres, yo en otoño renuevo mi espacio virtual. Ahora se me puede
encontrar aquí, e...
LETRAS DE PASTO VERDE SE ARRANCA CON...
-
* Un carnaval de barrotes bailando sobre mi cama.*
* Frankie Ruiz*
Despierto,
y la rutina
corre a darme los buenos días,
son varios meses así,
y aún me ...
¿Cuándo y cuánto?
-
*¿Cuándo?*
Por el momento no existe una fecha fija de cierre para el proyecto, ya que
será la calidad literaria de la antología la que marque su confección...