Llegaron a la conclusión de que la sociedad finlandesa es fría y dura como el acero y sus miembros eran envidiosos y crueles los unos con los otros.
(Arto Paasilinna)
“Delicioso suicidio en grupo” (Anagrama) de Arto Paasilinna, ex guardabosques, ex periodista, ex poeta y uno de los novelistas más vendidos y más traducidos de su país, es una novela que retrata, sobre todo, las contradicciones de Finlandia, modelo de desarrollo social y, al mismo tiempo, el que tiene una de las mayores tasas de suicidio en el mundo, tanto que la novela, exageradamente claro, comienza cuando dos fineses deciden suicidarse en el mismo granero.
A partir de ahí, los dos personajes, un empresario que lleva cuatro bancarrotas y un militar retirado, que han decidido postponer su cita voluntaria con la muerte, conversando de lo divino y lo humano, especialmente de lo humano, se proponen reunir a unos cuantos suicidas para que con un pragmatismo, verosímil, al menos, en habitantes del norte de Europa, la muerte colectiva les salga más barata y menos complicada legalmente. Después de una agitadísima velada del comité de suicidiología, que termina con una enorme borrachera unos treinta animadísimos aspirantes al suicidio colectivo.
Su viaje, patrocinado por el dueño de una compañía de autobuses que les presta su última adquisición, un camión de lujo, lleva a la treintena de suicidas, entre los que destacan como personajes un criador de renos, una supervisora escolar y una experta en economía doméstica, que acabará encargándose de alimentar a la tropa, a Noruega porque como buenos patriotas no van a cometer el suicidio en su país. Pero, y ahí es donde comienza a complicarse todo, la belleza del lugar donde van a suicidarse y las cada vez menos motivaciones para la misión les obligan a cambiar de dirección.
A partir de más o menos la mitad del libro, la trama enloquece de repente, convirtiéndose en una serie de aventuras-desventuras de treinta finlandeses intentando suicidarse en Alemania, donde se desata una batalla campal por el alojamiento con unos skinheads, en Francia, donde tres de las aspirantes a suicidas revolucionan una comarca vitivinícola acostándose con todos los campesinos y Suiza, donde la educación y neutralidad del país les obliga a no llevar a cabo su misión allí. Hasta que, al final, y más no se puede contar, terminan en el Algarve en Portugal, felices de que el viaje haya terminado.
Ulalume González de León (1932-2009)
“Separar el tacto de las manos / hacia un repertorio disidente / de ejercicios de menos // Tocar sólo tu voz / Después: sólo tu olor / Después: sólo tu luz // Después: / lo inacabado en tu presencia/ un desconocimiento. // Y volver a calzarme el tacto / para tocar tu cuerpo / para tocar en tu desnudo / lo desnudo también de desnudez”.
La autora de Plagios, título –muy valiente, por cierto– de su obra poética reunida en el Fondo de Cultura Económica resume su propia relación con la escritura en el terceto final del “Soneto pesimista”: “Sólo me alivia el escribir: / ¡Sólo poemas comenzar, / sólo poemas concluir!”.
Dos de las “Entradas apócrifas al Cantar de los cantares”
“EL: / prepárate, hermosa mía, que a alguna hora / de alguna noche de las mil noches / que tiene la noche vendré / a despertarte y el amor seguirá / despierto / hasta cuando tú quieras, / en tanto te hago reír con mi versión / karaoke al oído de esa “Piosenka / księżycowa” de Varius Manx”.
“ELLA: / yo bien sé que se enamoran de ti las jovencitas, / cómo no lo harían, si tus palabras / se le quedan grabadas a una en el iPod / del alma y la enferman de amor, sin dormir / creo que me llamas o celosa me levanto / y recorro la ciudad, escondida / en los rincones –a veces confunden / mi sombra y ofrecen pagarme las caricias / que guardo sólo para tu divisa-, espío / por si pasaras, aunque sea con otra…, soy / la única que podría llevarte a la casa / de su madre y amarte / en la misma cama donde nací…, / mientras pienso esto que tan fácil pareces / haber olvidado, recuérdate en 6:8, / se me ocurre la loca idea de dejarte oír / mi voz de una vez por todas y para siempre: / subida al escenario de la noche, vestida /de Lila Downs, aquí tienes ‘Paloma negra’”.
De Luis Correa Díaz en la revista De sie7e en sie7e.
Banda sonora
“¿Y qué más / puedes hacerme? ¿me vas a quemar / el armario?, ¿el apartamento?, / ¿toda la ciudad?. / Si vas a disfrutar / ya puedes empezar. // Ésto que gané a punta de espada / en algún lugar de la galaxia, / luchando de verdad, / contra el Imperio” (“La guerra de las galaxias”, Los Planetas).
(Arto Paasilinna)
“Delicioso suicidio en grupo” (Anagrama) de Arto Paasilinna, ex guardabosques, ex periodista, ex poeta y uno de los novelistas más vendidos y más traducidos de su país, es una novela que retrata, sobre todo, las contradicciones de Finlandia, modelo de desarrollo social y, al mismo tiempo, el que tiene una de las mayores tasas de suicidio en el mundo, tanto que la novela, exageradamente claro, comienza cuando dos fineses deciden suicidarse en el mismo granero.
A partir de ahí, los dos personajes, un empresario que lleva cuatro bancarrotas y un militar retirado, que han decidido postponer su cita voluntaria con la muerte, conversando de lo divino y lo humano, especialmente de lo humano, se proponen reunir a unos cuantos suicidas para que con un pragmatismo, verosímil, al menos, en habitantes del norte de Europa, la muerte colectiva les salga más barata y menos complicada legalmente. Después de una agitadísima velada del comité de suicidiología, que termina con una enorme borrachera unos treinta animadísimos aspirantes al suicidio colectivo.
Su viaje, patrocinado por el dueño de una compañía de autobuses que les presta su última adquisición, un camión de lujo, lleva a la treintena de suicidas, entre los que destacan como personajes un criador de renos, una supervisora escolar y una experta en economía doméstica, que acabará encargándose de alimentar a la tropa, a Noruega porque como buenos patriotas no van a cometer el suicidio en su país. Pero, y ahí es donde comienza a complicarse todo, la belleza del lugar donde van a suicidarse y las cada vez menos motivaciones para la misión les obligan a cambiar de dirección.
A partir de más o menos la mitad del libro, la trama enloquece de repente, convirtiéndose en una serie de aventuras-desventuras de treinta finlandeses intentando suicidarse en Alemania, donde se desata una batalla campal por el alojamiento con unos skinheads, en Francia, donde tres de las aspirantes a suicidas revolucionan una comarca vitivinícola acostándose con todos los campesinos y Suiza, donde la educación y neutralidad del país les obliga a no llevar a cabo su misión allí. Hasta que, al final, y más no se puede contar, terminan en el Algarve en Portugal, felices de que el viaje haya terminado.
Ulalume González de León (1932-2009)
“Separar el tacto de las manos / hacia un repertorio disidente / de ejercicios de menos // Tocar sólo tu voz / Después: sólo tu olor / Después: sólo tu luz // Después: / lo inacabado en tu presencia/ un desconocimiento. // Y volver a calzarme el tacto / para tocar tu cuerpo / para tocar en tu desnudo / lo desnudo también de desnudez”.
La autora de Plagios, título –muy valiente, por cierto– de su obra poética reunida en el Fondo de Cultura Económica resume su propia relación con la escritura en el terceto final del “Soneto pesimista”: “Sólo me alivia el escribir: / ¡Sólo poemas comenzar, / sólo poemas concluir!”.
Dos de las “Entradas apócrifas al Cantar de los cantares”
“EL: / prepárate, hermosa mía, que a alguna hora / de alguna noche de las mil noches / que tiene la noche vendré / a despertarte y el amor seguirá / despierto / hasta cuando tú quieras, / en tanto te hago reír con mi versión / karaoke al oído de esa “Piosenka / księżycowa” de Varius Manx”.
“ELLA: / yo bien sé que se enamoran de ti las jovencitas, / cómo no lo harían, si tus palabras / se le quedan grabadas a una en el iPod / del alma y la enferman de amor, sin dormir / creo que me llamas o celosa me levanto / y recorro la ciudad, escondida / en los rincones –a veces confunden / mi sombra y ofrecen pagarme las caricias / que guardo sólo para tu divisa-, espío / por si pasaras, aunque sea con otra…, soy / la única que podría llevarte a la casa / de su madre y amarte / en la misma cama donde nací…, / mientras pienso esto que tan fácil pareces / haber olvidado, recuérdate en 6:8, / se me ocurre la loca idea de dejarte oír / mi voz de una vez por todas y para siempre: / subida al escenario de la noche, vestida /de Lila Downs, aquí tienes ‘Paloma negra’”.
De Luis Correa Díaz en la revista De sie7e en sie7e.
Banda sonora
“¿Y qué más / puedes hacerme? ¿me vas a quemar / el armario?, ¿el apartamento?, / ¿toda la ciudad?. / Si vas a disfrutar / ya puedes empezar. // Ésto que gané a punta de espada / en algún lugar de la galaxia, / luchando de verdad, / contra el Imperio” (“La guerra de las galaxias”, Los Planetas).
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